Cuando un pueblo tiene sed de justicia, siempre salen «salvapatrias» para ofrecérsela

Los que saben manejar a pueblos descontentos son los que más saben enriquecerse porque no hay peor escenario para un país en crisis que el que aparezcan en el mismo determinados  «mesías» con la habilidad de gestionar los sentimientos derivados de un pueblo con decepción y desesperanza y el caso de la piratería en Somalia es un buen ejemplo de ello. 

El dramatismo y la puesta en escena de un abordaje pirata se puso de manifiesto en aquella película titulada: «Capitán Philips» que se basaba en la historia real del capitán de la marina mercante estadounidense Richard Phillipps, que al mando del carguero «Maersk Alabama» fue retenido en el año 2009 por un grupo de piratas somalíes. Fue el primer barco norteamericano secuestrado en casi doscientos años. 

Naturalmente «los buenos» de aquel film eran el heroico personaje encarnado por Tom Hanks y su tripulación y «los malos» los piratas somalíes que abordaban el barco. «Pirata», es una palabra que el diccionario de la RAE define como «el ladrón que roba en la mar» y la costa del sudeste de la península arábiga en torno al sultanato de Omán siempre ha sido «tierra de piratas» pero el caso de la piratería somalí es mucho más complejo ya que alli ni «todos los buenos» lo son ni «todos los malos» responden al arquetipo que nos presentan los medios de comunicación occidentales.

En realidad ha sido el propio Occidente quien ha tenido la culpa de que se reeditara la piratería en aquella zona y todo gracias al «populismo» de unos gobernantes codiciosos que decidieron aprovecharse de la miseria del pueblo somalí . Si hay un tipo de piratería que podríamos considerar como derivada del populismo esta es la que surgió en los últimos tiempos en «el cuerno de África«.

Somalia es uno de los países más pobres del mundo con una renta anual de apenas 600 dólares y pese a que tiene una gran parte de su territorio lindando con el mar (con una enorme riqueza pesquera) se ha convertido en un país en donde la «ayuda humanitaria» representa la principal fuente de sus ingresos alcanzando actualmente entre un 30% y un 46% de su PIB pero sus aguas territoriales que suponen 1.518.604 km2 de territorio marítimo tienen una gran riqueza pesquera, y eso generó muchos intereses foráneos.

Aguas territoriales de SomaliaFuente

Todo empezó en 1991. Con la clásica «revolución» de un pueblo pobre contra una dictadura militar. En este caso una dirigida por Mohamed Siad Barre que llevaba 22 años en el poder. 

Mohamed Siad Barre. Fuente

Tras aquella guerra civil, Somalilandia, la región del Norte y la más próspera y estable del país, se declaró independiente al año siguiente pero las demás áreas somalíes quedaron divididas en pequeños territorios gobernados por «señores de la guerra»

Facciones al inicio de la guerra civil somalí de 1992Fuente

Tras aquella guerra civil el país quedó hecho un caos y con su industria pesquera desaparecida, pero las milicias locales descubrieron que el negocio de otorgar «licencias de pesca» podía ser muy lucrativo. Así fue como algunos dirigentes de facciones locales se arrogaron de facto el control de determinadas zonas marítimas del país y empezaron a negociar aquellas licencias para permitir a buques extranjeros el faenar en las aguas de la zona económica exclusiva de Somalia. Los buques europeos y asiáticos empezaron a pescar en sus aguas territoriales con unas autorizaciones de pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (ONU 2006/229, p. 25)

Las mismas eran lo que se suele denominar como IUU (por sus siglas en inglés de Illegal, Unreported and Unregulated) y todo ello, claro está, con un precio. concretado en el pago por adelantado de “aranceles” o “licencias” que podían alcanzar hasta un millón de dólares por temporada (ONU, 2007/436, p. 25). Todo de forma chapucera“ y con unos permisos que simplemente llevaban «los sellos personales de los caudillos”. El resultado fue una verdadera invasión de buques extranjeros en sus costas y muchos millones de dólares de lucro cesante por los beneficios producidos por la pesca de atunes, langostas, camarones etc.en aquellas costas.

Muchos armadores negociaron con aquellos «señores de la guerra locales» sus licencias de pesca (aunque aquellos clanes no tenían ninguna autoridad para emitirlas). El Grupo de Supervisión para Somalia (GSS) de Naciones Unidas (ONU) informó en 2006 que los permisos de pesca se expedían sin tener en cuenta ninguna de las reglamentaciones internacionales ni la sostenibilidad a largo plazo de los recursos pesqueros y que aquello terminaría degradando los bancos pesqueros somalíes.

Y durante años llegaron a las aguas somalíes pesqueros de Francia, España, Corea del Sur, Grecia, Reino Unido, Ucrania, China, Taiwán, Yemen, Arabia Saudí, Rusia, India, Egipto, Pakistán, Japón o Belice, y  otros con «banderas de conveniencia» para eludir las distintas normativas existentes sobre límites de capturas (entre ellas, las de la Unión Europea). Con estos abusos de Occidente se empezó a dilapidar la riqueza del ecosistema marino del Cuerno de África y a expoliarse los recursos naturales de Somalia. 

Un informe del año 2005 del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido estimaba que los somalíes habían perdido más de 100 millones de dólares por aquella pesca ilegal en su Zona Económica Exclusiva y en un análisis de 2007 la Comisión Europea sentenció que entre 2003 y 2004 “más del 50% del total de las capturas en Somalia eran practicadas de manera ilegal” por pesqueros extranjeros en las aguas de Somalia.

Por cierto que España figura en el imaginario somalí como uno de los países que más se han beneficiado de la misma. Pero eso no es todo. También los barcos europeos, fueron denunciados por la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la ONU (FAO, 2008, p. 6). sugiriendo que sus acciones no se habían limitado únicamente a la sobreexplotación de las especies marinas sino que también incluían descargas de vertidos tóxicos de todo tipo, incluidos posiblemente residuos nucleares.

¿Y qué salida le queda a un pescador somalí desesperado que vive en un país dividido, sin un gobierno efectivo e inmerso en una lucha sin cuartel entre señores de la guerra que encabezan a distintos clanes? ¿Qué puede hacer una persona que vive de la pesca en una región en la que es difícil llegar a viejo con una «esperanza de vida» que no llega a los 51 años? Necesita el pescado para comer pero no sabe conservarlo y distribuirlo ya que carece de sistemas de frío para conservarlo.Por tanto no le queda más remedio que salir a pescar diariamente, y «tirar lo que no se pueda comer«.

Por eso, viendo cómo se esquilmaban sus caladeros y agotaban sus recursos marinos, el pueblo somalí  fue presa fácil de sus dirigentes populistas y aquellos que «malvendían su pesca» le dijeron a que los culpables eran «quienes la habian comprado«. Según se afirma en un estudio de Hansen de 2008, hecho con entrevistas a pescadores somalíes, el resentimiento de aquel pueblo por la pesca ilegal en sus aguas era algo compartido por una amplia mayoría social y eso era un estupendo «caldo de cultivo» para unos dirigentes populistas que decidieron seguir «incendiando» los sentimiento de su pueblo.

Y a partir del desmoronamiento del «viejo régimen» surgió en Somalia una actividad autodenominada por los pescadores descontentos como la de “guardacostas”. El objetivo era noble porque se trataba de apresar a los barcos que pescaban ilegalmente o que vertían sustancias tóxicas en sus aguas costeras.Una idea prometedora que buscaba acabar con los abusos de los extranjeros que entre los años 1991 y 1999 esquilmaban sus recursos pesqueros. Y se empezaron a capturar algunos. Primero fueron los taiwaneses Yue Fa nº 3, Chian Yuein nº. 232,Shuen Kuo nº 11, luego los italianos Airone, De Giosa Giuseppe y Antonietta y después el keniata Bahari Hindi. aparte de otros de bandera coreana, ucraniana, india, egipcia y yemenía. 

Hasta el año 2005 todos los ataques ocurridos cerca de la costa de Somalia eran protagonizados, principalmente, por aquellos «pescadores guardacostas» pero tras la idea de «defender los recursos pesqueros » se pasó a una segunda fase: la de «pedir rescate» por cada secuestro y los «mesías populistas» siguieron gestionando con habilidad los sentimientos de su pueblo. Un buen ejemplo fue aquella entrevista que hizo el periodista Javier Espinosa a Mohamed Muse Hersi, un presidente del llamado «Estado de Puntlandia» en el diario El Mundo el 11/11/2008) en la que este aquel personaje afirmaba: “La comunidad internacional no quiere luchar contra los piratas. Prefiere pagar” Fuente

Para completar la operación aquellos dirigentes «profesionales del populismo«, decidieron convertir en «piratas» a los «guardacostas» añadiendo a las tripulaciones de pescadores a otros hombres que habían servido con anterioridad al estado somalí . Así fue como se generaron en Somalia dos perfiles: el «empresario pirata» y el «pirata de base» . Luego solo faltaba una buena publicidad victimista para «vender el producto» y la misma la vimos en aquella entrevista realizada por la BBC a uno de los piratas del superpetrolero saudí «Sirius Star» secuestrado el 15 de noviembre de 2008. El pirata afirma: «nuestra pesca ha sido erradicada y no podemos pescar, por lo que vamos a pescar lo que sea que pase por nuestras aguas porque necesitamos comer» ( Pirata: ‘El mundo necesita entender’”, BBC News, 25/11/2008 ).

Se trata de un recurso muy socorrido del populismo, el de «hacer lo que te da la gana culpando de tus actos a los demás» Y el secuestro de buques en Somalia terminó convirtiéndose en un «negocio tan grande» que los piratas fueron dotados de una sofisticada logística, con sistema de preavisos en los puertos de origen, detectores con GPS y buques nodriza con 30 a 60 hombres que podían ser lanzados en lanchas hinchables. En un informe de Chatham House, el capitán del remolcador ruso Svitzer Korsakov, retenido durante 47 días entre en febrero-marzo de 2008, nos afirmaba que entre los integrantes del grupo de piratas había ex miembros del servicio de guardacostas somalí entrenados por una firma del Reino Unido entre 1999 y 2002 

El  «negocio populista » a costa del resentimiento del pueblo somalí  llegó a su culminación en el año 2009 con la creación de la llamada «Bolsa de Harardhere» en la que como si se tratara de un parqué bursátil de cualquier país occidental, aquellos señores de la guerra y los más ricos de Somalia se acercaban «para invertir en un asalto pirata» contribuyendo con dinero o armas, para tras el cobro del rescate, llevarse su parte proporcional. Con una inversión de 50.000 dólares un señor de la guerra podía llevarse hasta 20 veces más de lo invertido .

Y para mantener el chiringuito solo quedaba «la captación de simpatizantes» y esto se hacillevando a las aldeas más pobres de Somalia a los piratas en plan «celebrities» cargados con el dinero de los secuestros e invitando a comer a la gente, comprando en los comercios locales y reactivando la economía de la zona. Así se fue creando un «efecto llamada» entre los más jóvenes y estos pedían enrolarse en la piratería como «profesión de futuro» y los piratas somalíes fueron aumentando su teatro de operaciones, arriesgándose en aguas cada vez más alejadas de su suelo, llegando incluso hasta al este de Dar Es Salaam, capital de Tanzania cuando el «Sirius Star» fue atacado frente a territorio tanzano a 800 kilómetros de la costa. Entre 2005 y 2011 se contabilizaron 1.190 incidenteDensidad de ataques piratas en el Golfo de Adén. Fuente: UNOSAT (2008)

Quien desee ampliar información puede consultar este estupendo trabajo 

Finalmente la cosa se empezó a frenar cuando la Unión Europea decidió lanzar su operación «Atalanta» comandada por el vicealmirante británico Phillip Jones con seis buque aportados por España ( muy sensible tras aquel incidente del «Playa de Bakio«, el atunero español que fue secuestrando en abril del 2008, con 26 tripulantes), Alemania, Reino Unido, Francia y Grecia también aportaron aeronaves con casi un millar de marinos y con estas medidas la piratería somalí empezó a contenerse pero solo para que sus gestores «la reinventaran» y ahora en vez de recaudar millones de dólares secuestrando buques, el «modus operandi» ha evolucionado convirtiéndose ahora en  “escoltas” de los pesqueros extranjeros que faenan ilegalmente en aguas de Somalia, y siguen esquilmando sus ricos recursos pesqueros.

Así es el «populismo» . Una ideología que concentran sus esfuerzo en acercarse a los sectores más marginados para decirles «lo que quieren oír» y que una vez alcanzado el poder busca «un chivo expiatorio» al que cagar el odio del pueblo. Los «salvapatrias» siempre parece que van a solucionarnos todos nuestros problemas.

Fuentes:

Piratería en Somalia: “mares fallidos” y consideraciones de la historia marítima. Fernando Fernández Fadón 

Los verdaderos piratas en Somalia: Washington, París y Oslo. Abdulkadir Salad Elmi

 Pirateria marítima 

2 Comentarios

  1. Gabriel Tamayo dice:

    Excelente análisis de la situación en Somalia. No me podía imaginar el origen de la piratería en este país. Parece que las cosas surgen porque sí y sin embargo todo tiene una explicación y un porqué. Es realmente interesantisimo el análisis que haces amigo Manolo, tanto es así que la solución al mismo parece que hoy por hoy no existe. Sólo con ayuda exterior y abordando el problema desde su origen se necesitaría tanto tiempo, dinero y voluntad política que creo que finalmente el problema seguirá latente por los siglos de los siglos. Porque pienso que los países y sus mandatarios prefieren seguir pagando escoltas rescates y algunos misiles de vez en cuando antes que meterse a arreglar un país tan miserable que no les reporta ningún beneficio a corto plazo.
    Esta es mi opinión sobre tu artículo de una situación tan cierta como irresoluble.
    Un abrazo

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    1. mrjaen dice:

      Cierto amigo Gabriel y-lamentablemente- el populismo aprovecha las «carencias» de los pueblos para alcanzar sus fines, España está a «años luz» de Somalia pero aquí también estamos empezando a verle la cara.

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