Algunas leyendas de dragones de España

Perteneciente al imaginario popular, el dragón es uno de los animales fantásticos que más ha sido representado en todo el mundo, donde cada cultura le ha otorgado a lo largo de la historia diversas características. Hoy vamos a hablar de algunas de sus leyendas en España que están grabada en el inconsciente colectivo de muchos lugares de la piel de toro.

El nombre de dragón proviene del griego antiguo δράχων (drákōn) y deriva del verbo δέρχομαι (dérko- mai), que significa “mirar fijamente”. Se trata de un concepto aplicable a la mirada de las serpientes, por lo que este ser mitológico deriva de las mismas y aparece en múltiples culturas de todo el mundo, asociado a diferentes simbolismos de serpientes. De hecho la distinción entre dragones y serpientes es difusa y poco clara en muchos mitos pero con el devenir de los tiempos este nombre terminó aplicándose a aquellas serpientes con propiedades especiales cómo el tener un gran tamaño, poseer alas y arrojar fuego.

El dragón Herensuge

En España uno de los más antiguos dragones que está asociado a la mitología vasca es Herensuge o Erensuge (en vasco suge significa serpiente). Un dragón de Euskal Herria que dicen se encuentra dormido en simas y oquedades de los Montes Pirineos. Tiene varias cabezas, pero al formársele la séptima su cuerpo se enciende en llamas y vuela veloz hacia la región de Itxasgorrieta, la zona donde los vacos sitúan los mares rojos del poniente, y el sol se sumerge en el inframundo. La leyenda dice que este dragón-serpiente genera los movimientos telúricos de nuestro planeta.

A partir de la Edad Media, la mitología vasca y la religión cristiana se fundieron en la leyenda de Teodosio de Goñi, del siglo VIII. Cuenta la misma que este caballero se encontró un día con una muchacha a la que le había tocado en suerte ser comida por Herensuge, y ofrecida al mismo por el bien de su pueblo pero él se ofreció a ocupar su lugar, e invocó a San Miguel Arcángel que bajó del cielo y mató a Herensuge con su espada de fuego. Cómo puede verse es una precuela de la futura historia de San Jorge y el dragón.

Las historias de dragones continúan en Galicia y el norte de Portugal. El cronista latino Rufo Festo Avieno, en el siglo IV, recogió en su obra “Ora Marítima“, la historia de una invasión por un ejército de serpientes en la zona de Oestrimnia que era el nombre dado en aquellos tiempos a la zona gallega del norte de Hispania. De ahí derivó otro famoso ser de las mitologías cántabra y asturiana: el cuélebre, culebre o serpe, que son nombres dados a una criatura legendaria con cuerpo recubierto de escamas, alas de murciélago, cola enorme, y ojos cómo ascuas incandescentes.

El Cuélebre. Imagen de Alberto Álvarez Peña (2001).

El cuélebre se dedicaba a vigilar tesoros de oro y era muy peligroso para el ganado y los seres humanos, que le servían de alimento. Según la leyenda, el cuélebre exigía cada cierto tiempo a una doncella para devorarla, hasta que una de las elegidas invocó al apóstol Santiago, que se enfrentó al monstruo y lo hirió por su punto débil que era la garganta (que no estaba cubierta por las fuertes escamas que recubrían el resto de su cuerpo y que lo hacían prácticamente invulnerable). Al ser golpeada aquella bestia, salió una nube de azufre por su boca y regresó a su cueva sin jamas volver a pedir un tributo humano.

En aquella leyenda se admite que el cuélebre habia perdido gran parte de sus poderes, y dicen que esto ocurre en la noche de San Juan, aunque también se afirma que en la noche de San Bartolomé los poderes de esta criatura se acrecientan y crean tempestades. Sea cómo sea las leyendas de dragones nunca desaparecieron del todo del territorio gallego y en el relato fundacional de la ciudad De Santiago de Compostela del Códice Calixtino se nos cuenta que durante el traslado de los restos del Apóstol a Santiago, sus discípulos tuvieron que matar al último dragón de Galicia, que vivía en el Pico Sacro.

Último Dragón de Galicia que aparece en un relieve de granito (siglo XIV). Museo de San Antón (La Coruña)

Tras las referencias en las mitologías vasca y gallega las leyendas de dragones se fueron extendiendo por toda España gracias al simbolismo medieval que sostenía la idea de que la lucha contra los dragones servía para fortalecer la motivación de los reinos cristianos. En este contexto el humanista madrileño Juan López de Hoyos en un relato publicado en 1569 contaba que, al derribar la muralla de Puerta Cerrada, se encontró allí una piedra con un dragón grabado. Este dragón fue incorporado al escudo de Madrid, y durante casi tres siglos, acompañó a la diosa Cibeles aunque hay autores que matizan que no era propiamente un dragón sino un grifo (medio cuerpo de águila, y mitad inferior de león). Lo curioso es que mostraba una boca en la que en vez de escupir fuego salía agua para que los madrileños pudiesen llenar sus cántaros.

La realidad es que en el medievo se sostenía la tesis de que los dragones eran los guardianes de doncellas y los romances medievales retomaron la idea de que un caballero debía de matarlos para rescatarla. Es así cómo en el siglo IX aparece la popular historia de «San Jorge y el dragón» que es similar a otras fantasías de brillantes historias de caballeros, dragones y princesas, cómo la del célebre Tirante el Blanco, que luchó contra un dragón de los llamados flamígeros con dos cabezas para liberar de su cautiverio a la princesa Carmesina de Marchuquera

Y estas leyendas se reforzaron cuando por el siglo XV empezaron a aparecer grandes caimanes y cocodrilos disecados, que eran traídos a los mercados y demás sitios de exhibición desde Egipto, Arabia o el Nuevo Mundo. El vulgo popular identificaba aquellos cadáveres como resto de dragón y es en este contexto donde podemos situar al famoso «dragón del Patriarca» de Valéncia, que en realidad es un enorme cocodrilo con la boca abierta colocado en un muro del atrio De la Iglesia del Patriarca fundada por el beato Juan de Ribera.

A este bicho, siempre se le atribuyeron todo tipo de propiedades milagrosas y muchos devotos encomendaban sus oraciones a este tremendo y extraordinario lagarto pese a que él 11 de marzo de 1413 el dominico Vicente Ferrer condenó esta práctica en uno de sus admonitorios sermones. Sin embargo la devoción popular hacia este gran caimán alcanzó su cénit cuando la peste negra asoló Valencia y los gremios y cofradías de la ciudad decidieron sacar al venerado saurio en procesión para conjurar la terrible epidemia. Así se cuenta la historia en El Libro de Efemérides del gremio de Boticarios Valencianos: «Tan pronto se puso en marcha la procesión, el dragón comenzó a expulsar por su boca un vapor azulado, a modo de sahumerio curativo y, pocos días más tarde, remitió la terrible peste». 

El siglo XVII es la época en la que las primeras leyendas de dragones llegaron al territorio catalán. La más importante es la de Sant Jordi (San Jorge) que con su imagen de caballero y mártir cristiano caló profundamente y en 1456, fue declarado patrón de Cataluña. Por eso el dragón ha sido ensalzado en la ciudad de Barcelona y caminar entre estatuas de dragones es muy habitual porque esta urbe sirve de refugio a más de mil reptiles que, encaramados en fachadas o vigilando desde alguna lámpara, tienen tomada la ciudad desde épocas pasadas.

Barcelona cuenta con un sinfín de construcciones donde poder encontrar a dragones y en la monumental travesía que es Passeig de Gràcia entre las calles de Aragó y Consell del Cent aparece un tramo conocido como la “Manzana de la discordia” donde tres de los arquitectos más prestigiosos y vanguardistas de la corriente modernista catalana construyeron, casi rivalizando en belleza, tres majestuosos palacios burgueses: la Casa Lleó Morera, la Casa Amatller y la Casa Batlló. Todas ellas con el simbolismo del dragón

Casa Lleó Morera. Encargo hecho en 1905 a Lluis Domènech

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Casa Amatller proyectada en 1900 por la brillante mente de Josep Puig i Cadafalch

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Casa Batlló o la piel del dragón creada en 1906 por Antoni Gaudí

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Y voy a terminar mi relato de hoy con una «leyenda de dragones» de mi infancia. En la ciudad de Jaén las madres suelen decir a lis niños frases cómo: “si no te comes la cena vendrá el lagarto y te comerá” . Esta leyenda es muy famosa en esta ciudad que también tiene su dragón bajo la forma de un gran «lagarto» que esta inmortalizado en una fuente donde aparece un reptil de piedra desafiante. Según la leyenda aquel dragón devoraba a todo incauto que se acercara al manantial de la Fuente de la Malena en donde vivía.

La escultura del «lagarto de Jaén»

Este famoso lagarto giennense tampoco tiene forma de dragón sino que parece otro gran caimán o cocodrilo, similar al de la Iglesia del Patriarca y se cuenta que un reo se comprometió a acabar con él a cambio de su libertad. Para llevar a cabo su tarea solicitó un caballo, un costal con panes calientes y un saco de pólvora y con todo este material se dirigió una noche a la morada del monstruo al que empezó a echarle primero los panes calientes mientras huía a caballo. El bicho lo persiguió hasta la plaza de San Ildefonso, y allí aquel reo le tiró finalmente el saco de pólvora, que al ser devorado por el lagarto lo hizo explotar. De ahí viene una frase muy típica de Jaen que dice: “Ten ‘cuidao’, que vas a reventar como el lagarto«, y que te advierte si estás comiendo demasiado. Curiosamente el simbolismo de la ciudad de Jaén sugiere la idea de un enorme saurio recostado en las faldas del monte de Santa Catalina.

Topografía y murallas en el cerro del castillo de Santa Catalina (Jaén)

Al final todas las leyendas de dragones siempre tienen un denominador común: el dragón es identificado cómo el símbolo cristiano del pecado y del mal y es la Virgen cómo dominadora del pecado quien lo domina. Así aparece en un escudo que existe en la catedral de Jaén que nos muestra a la Virgen María con el Niño en brazos, sentada en una especie de banco o trono y encima de un dragón posado en un monte rodeado de murallas.

Escudo de la Catedral de Jaén situado sobre la ventana de la antesacristía.

Poco a poco todas las leyendas de dragones en España van desapareciendo y a mi me gustaría pensar que estos seres inteligentes y sabios decidieron un día optar por permanecer ocultos al género humano para buscar el olvido del hombre. Sería bueno que existieran porque un dragón es siempre un espectáculo y si no veámoslos en la ficción en aquellas espectaculares recreaciones de Drogon, Viserion y Rhaegal en la inolvidable serie de «Juego de Tronos»

Fuentes

El lagarto de Jaén

Cuando al norte de España habitaban dragones

Barcelona ciudad de mil dragones

Mitología vasca Herensuge

De princiesas, caballeros y dragones

3 Comentarios

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