La caja de Pandora del bien y del mal

Cuando amenazamos con abrir la «caja de Pandora» nos referimos a hacer algo que desencadena múltiples conflictos. A principios del siglo XIX había una de esas cajas que escondía un mundo completamente nuevo de productos químicos ocultos en las plantas y el primer hombre que la abrió fue un joven boticario de Westphalia, llamado llamado Friedrich Wilhelm Sertürner (1783-1841) que aisló el alcaloide fenantreno del opio, responsable de su acción narcótica: la morfina.

Desde la más remota antigüedad el hombre siempre supo que algunos preparados con plantas podían generar efectos diversos en el ser humano, pero nadie había abierto la «caja de Pandora» que escondía los ocultos secretos de las mismas y los preparados con plantas siempre han sido muy diversos y variados, por ejemplo, las hojas de té (Camellia sinensis) y del tabaco (Nicotiana tabacum) son sólo dos ejemplos de los muchos vegetales en los cuales se hallan en mayor proporción los misteriosos compuestos que se esconden esa caja de Pandora vegetal. También se usaron semillas como las de la cafeína (Coffea arabica) empleada como estimulante y otras como la estricnina sacada de la nuez vómica (una especie de árbol de gran tamaño conocido en Europa desde el año 1500) con la que se puede matar a los seres humanos. No olvidemos tampoco los preparados de raíces como las del acónito (Aconitum napellus), que es un poderoso veneno o la atropina ubicada en la belladona (Atropa Belladona) y en la hierba carmín (Phytolacca americana), un nombre instaurado por Linneo por los múltiples envenenamientos que era capaz de provocar en referencia a aquella diosa mitológica griega llamada Parca Átropos, que se encargaba de cortar el hilo de la existencia del hombre.

También se han empleado algunos misteriosos compuestos escondidos en los frutos de algunas plantas como los de la cicuta (Conium maculatum) capaz de producir venenos mortales para el hombre, y todo estaba oculto en esa «caja de Pandora» secreta de las plantas. Un secreto que fue descubierto con los alcaloides cuya primera formulación se la debemos a Paul Traugott Meissner de Viena

Los alcaloides son unos metabolitos secundarios de los vegetales que se sintetizan mediante aminoácidos. Se trata de compuestos químicos que cuentan con nitrógeno y que provienen del proceso metabólico de un aminoácido. Las plantas los aplican en tres diferentes grupos de funciones : las defensivas (usan estos compuestos para protegerse de los ataques de los animales); las hormonales (de forma similar a lo que ocurre en los animales con la adrenalina) y las alelopáticas (para influir en otras plantas de forma positiva o negativa, según le convenga) pero estos alcaloides que estaban en aquella «caja de Pandora» de las plantas al ser descubiertos produjeron un efecto demoledor pese a que también generaron algunos efectos beneficiosos, pero una cosa es experimentar a ciegas con las plantas y otra sintetizar sus alcaloides, esto es: extraer sus principios activos. El uso de los alcaloides sintetizados trajo a la humanidad unas consecuencias catastróficas por ser unos elementos psicoactivos que generan adicción en la persona, que los consume.

Papaver somniferum Shutterstock

La amapola (Papaver somniferum), se originó en España, el sur de Francia y el norte de África, y luego pasó a otras culturas, entre ellas a Turquía. Del jugo lechoso de la amapola se extrae el opio (del griego opós = jugo ) que siempre fue usado como droga médica y recreativa desde tiempos muy antiguos. Hace más de 5.000 años en las tablillas cuneiformes descubiertas en Uruk se nos representaba a la adormidera como » la planta de la alegría » con dos signos: hul-gil (planta del gozo). También aparece en los cilindros babilónicos antiguos, en imágenes de la cultura cretense-micénica y en geroglificos del Antiguo Egipto. Como tantos preparados hechos con plantas fue usado como medicina popular con mucha frecuencia a lo largo de la historia y también fue el ingrediente principal del láudano, un brebaje alcohólico desarrollada por el influyente médico Paracelso en 1527 cuya receta ( aparte del opio en sí) incluía vino blanco, azafrán, clavo, canela y otras sustancias. Aquella preparación fue utilizada hasta el siglo XIX para tratar una amplia gama de enfermedades pero aunque comúnmente se usaba, nadie comprendía totalmente el mecanismo de funcionamiento del opio.

Láudano

La expansión de opio se produjo en 1773, cuando Inglaterra lo utilizó como moneda de cambio en la importación de té iniciando un proceso de exportación masiva del mismo hacia China, a través de la todopoderosa British East India Company, y generando un fenómeno de «drogodependencia de masas». El Reino Unido lo manejó durante muchos años desde Hong-Kong y los chinos a su vez lo introdujeron a los Estados Unidos cuando fueron contratados como mano de obra para la construcción del ferrocarril. De esta manera se disparó su consumo, en todo el mundo.

Fumadores de opio en China. Shutterstock

Con el transcurso de los años, se descubrió que el opio causaba una fuerte adicción pero nadie había conseguido demostrar cual era la sustancia responsable de sus acciones. Actualmente se sabe que el opio contiene cerca de cincuenta alcaloides pero el más importante de todos es la morfina .

La historia de la apertura de la «caja de Pandora» de la amapola (Papaver somniferum) recuerda a su propia historia mitológica. Cómo sabemos, en la mitología griega, Pandora fue la primera mujer de la Tierra que llevaba consigo una caja en la que los dioses habían escondido todos los males del mundo. Un día presa por la curiosidad abrió aquella caja, y su fatal contenido se diseminó por nuestro planeta. Esto es lo que le pasó al joven alemán Sertürner: su curiosidad lo llevó a ser la primera persona que consiguió aislar un ingrediente activo asociado a una planta abriendo el camino a la creación de las drogas más populares, más deseables y más adictivas del mundo.

Todo empezó cuando su jefe, el farmacéutico del pueblo le encargó que hiciera un estudio de la calidad del opio, que se dispensaba en la farmacia donde él trabajaba pero poco a poco, influenciado por los trabajos del sueco Carl Scheele, que había logrado aislar los ácidos orgánicos de algunas plantas su interés y curiosidad fue aumentando, Descubrir el camino para abrir aquella «caja de Pandora» le tomó a Sertürner más de dos años de pruebas. Primero empezó con el opio crudo, disolviéndolo en un ácido y obteniendo una sustancia que probó en perros sin que pasara absolutamente nada; luego trató de hacer algo que nadie había intentado antes: siguiendo los principios de la alquimia de que en toda sustancia hay un principio activo que le da su poder se preguntó: «¿qué pasaría si le quitamos el alcohol? ¿nos quedaremos con ese principio fundamental? y sin tener ni idea de lo que estaba haciendo alrededor de 1803 Sertürner decidió ver si podía extraer una sustancia química alcalina de aquella sustancia ácida, mezclando su preparado con amoníaco para reducirlo. La temperatura de la solución se elevó y a medida que la misma se enfriaba, comenzó a enturbiarse, convirtiéndose en un precipitado fangoso donde aparecieron unos cristales rómbicos, incoloros, traslúcidos y brillantes que descendían lentamente al fondo del recipiente

Uno de los cristales intrigantes de Sertürner. Derechos de autor de la imagen ANNIE CAVANAGH/WELLCOME COLLECTION

Utilizó primero experimentalmente aquellos cristales en gatos,comprobando que los mismos tenían un gran poder sedante. Luego se los dio a un perro, y éste se adormeció, tembló y luego murió. Él llamó a aquellos cristales ‘Principium Somniferum’ (del latín «principio inductor del sueño«) o ‘morfium’ (morfina) en honor a Morfeo, el Dios griego de los sueños.

Decidió publicar los resultados de su investigación y en 1815 envió su informe al «Journal der Pharmacie» con el título de : «Sobre un ácido presente en el opio. Exposición del ácido puro de papávero junto a una búsqueda química del opio, con relación particular a una nueva sustancia descubierta a las observaciones pertinentes a ella» . Se sentó a esperar el aplauso… pero este nunca llegó. La mayoría de sus colegas farmacéuticos lo rechazaron y no lo dieron por válido.

Así es que Sertürner recurrió a la única fórmula que haría que su descubrimiento se convirtiera en un hallazgo oficial: decidió llevar a cabo una experimentación pública sobre él mismo y tres amigos que se prestaron para su experimento. La idea era la de demostrar que la sustancia que él había aislado era la responsable de las acciones del opio y en 1815, con Europa en guerra, aquellos cuatro jóvenes alemanes decidieron hacer un experimento particularmente temerario, que transformaría sus vidas y las nuestras.

En la farmacia de Einbeck donde trabajaba y con la osadía de los 20 años, Sertürner repartió una primera mezcla de morfina y alcohol entre él y sus tres compañeros. Fueron 72 horas en las que tanto él como sus tres amigos consumieron alrededor de 10 veces lo que ahora se podría recomendar para una sola dosis de morfina y en sus escritos relatan todo un tremendo proceso de náuseas, fiebre y mareos.

Friedrich Sertürner, describió que cayó semiconsciente al suelo, con fuertes dolores y con los dedos crispándose con cada latido de su corazón, llegando a pensar que “se había pasado” con su experimento y que se estaban envenenando. De alguna manera, logró arrastrarse hacia una botella de vinagre, tragando parte de su contenido y el resto, lo vertió en la boca de sus inconscientes colaboradores. Al final, los cuatro pasaron por un proceso descrito como un “largo sueño” y finalmente pudieron sobrevivir aquel peligroso experimento y relatar los efectos secundarios de la morfina: dolores de cabeza, de estómago y una fatiga extrema que se prolongaría durante varios días.

Así, de esta curiosa manera Sertürner oficializó el hallazgo del principio activo del opio: la morfina y por primera vez se había logrado aislar un alcaloide de su fuente natural. En París, a Joseph Louis Gay-Lussac, probablemente el mejor químico del mundo de su época, le pareció muy interesante aquel estudio y decidió que debía traducirse al francés y publicarse, y todo el mundo pudo enterarse de la extracción del ingrediente activo del opio.

La morfina comercializada en 1817 fue muy utilizada en medicina y resultó ser muy adictiva tras la aparición de las agujas hipodérmicas, inventadas por el Dr. Alexander Wood en 1843, y al hacerse inyectable con efectos instantáneos fue muy usada en la Guerra de Secesión Americana con más de 400.000 víctimas adictas al mismo en la adición conocida como “enfermedad del soldado”. Tras ella vino en 1878 la diacetilmorfina comercializada en 1898 por Bayer como sustituto de la morfina naciendo la heroina cuyo nombre deriva de la palabra “heroisch”, (traducido al español como “heroico”) por los supuestos efectos beneficiosos que el producto tenía descubriéndose posteriormente que era directamente convertida en morfina y absorbida por el hígado y que, además, producía aún más adicción en sus consumidores.

Y así la «caja de Pandora» siguió abierta y fueron muy numerosos los nuevos alcaloides que fueron extrayéndose de las plantas. Friedrich Wilhelm Sertürner falleció en 1841, a los 57 años de edad con el dudoso mérito de haber abierto esa caja revelando un mundo completamente nuevo de productos químicos previamente insospechados, que estaban ocultos en las plantas. Por estos trabajos le concedieron el título de ‘doctor honoris causa’ en la universidad de Jena, en 1817, y se reconocieron sus investigaciones por la introducción de la morfina con carácter terapéutico aunque de aquel importante reconocimiento con premio económico no se tienen registros de si llegó a compartirlo con sus tres “valientes” amigos colaboradores.

Fuentes:

Friedrich Wilhelm Adam Sertürner 

BBC. Friedrich Sertürner, el farmaceuta que creó la madre de todas las medicinas y redefinió nuestras vidas

Friedrich Serturner y las 72 horas de desenfreno que dieron origen a la morfina

3 Comentarios

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