La historia del detector de mentiras, un aparato que no siempre dice la verdad

Desde tiempos remotos se sabe que cuando un individuo miente genera involuntariamente respuestas corporales. En el Sánscrito Hindú Antiguo se encuentra el registro escrito más antigüo acerca de la detección de mentira y allí encontramos escrito lo siguiente: “Una persona que usa veneno para matar se reconocerá porque no contesta preguntas y, si acaso contesta, sus respuestas serán evasivas; hablará tonterías, frotará el dedo gordo del pié con el suelo, temblará, empalidecerá, se rascará el cabello con los dedos de la mano y tratará, a toda costa, de ausentarse de su casa”.

Es decir, que desde muy antiguo se sabe que existe una clara relación entre la mentira y la respuesta corporal que la misma genera y basándose en esto se crearon en la antigüedad curiosas formas de detectar la mentira como aquella atribuida a los chinos del año 220 A.C. que se llamaba la Prueba del Arroz y que consistía en hacer que el sospechoso masticase un puñado de harina de arroz que después debía escupir sobre una hoja de un árbol considerado sagrado y si el arroz expulsado estaba seco era una prueba de que el sujeto mentía. En realidad aquella prueba contenía un elemento fisiológico válido porque se ha comprobado que la tensión emocional que provoca en una persona el ser descubierta en una mentira, puede disminuir su salivación.

La ficción ha fantaseado mucho al respecto, en esto de descubrir la mentira y series como Lie to Me (2009-2011) teorizaban sobre la lectura de las expresiones faciales para detectar la mentira y la investigación para encontrar un aparato para la “detección de la mentira” viene de muy antiguo. La primera aproximación a esta idea la proporcionó a finales del siglo XIX un italiano de apellido Patrizi. que desarrolló un artilugio llamado “guante volumétrico” que estaba fabricado a base de un derivado del látex extraído de Malasia. Aquel artefacto se encajaba en la mano del sujeto declarante y el mismo se cerraba a la altura de su muñeca, llenándose posteriormente de aire y conectándose mediante un tubo a un medidor para detectar los cambios de presión sanguínea en las venas de sus manos.

La idea venía de aquel gran italiano, contemporáneo llamado Cesare Lombroso, que era un criminólogo que defendía la idea de que el delito era el resultado de los impulsos o tendencias innatas de las personas, sosteniendo que ciertos rasgos físicos podían observarse en los delincuentes habituales como asimetrías craneales o forma de la mandíbula y orejas. Patrizi pensaba que las mentiras producían tensiones emocionales que modifican tanto el pulso como la presión conforme ya había afirmado en el año 1728 otro gran fisiólogo romano llamado Giovanni Maria Lancisi que escribió acerca de como las emociones causan funciones mentales que afectan al corazón, una teoría que fue la base de futuras investigaciones de la actividad del corazón durante la mentira.No obstante aquel “guante volumétrico”resultó un fiasco pues arrojaba resultados carentes de fiabilidad.

Pero la idea de desarrollar una máquina que nos dijera si una persona nos decía la verdad o mentía siguió viva y los inventos surgen siempre por una necesidad. En este caso la misma era el sueño de atrapar al responsable de un delito averiguando si nos decía la verdad en sus declaraciones y al final se desarrolló el polígrafo, ese popular artefacto también llamado maquina de la verdad. Esta es su historia.

El primer impulso importante en torno a esta idea se lo debemos a un personaje muy peculiar llamado William Moulton Marston (1893-1847) que fue conocido también bajo el seudónimo de Charles Moulton.

William Moulton Marston en 1938

Marston estudió en la Escuela de Leyes de Harvard, y allí se licenció en 1915 para obtener la maestría en 1918 asistiendo a las charlas sobre psicología del testimonio de un controvertido psicólogo germano estadounidense llamado Hugo Münsterberg (1863-1916) que desarrolló su carrera científica y profesional principalmente en los Estados Unidos, en una cátedra de la Universidad de Harvard. Fue autor de una obra ingente, y llegó a ser uno de los psicólogos más famosos de su tiempo, siendo recordado como uno de los grandes impulsores de la psicología como ciencia aplicada al servicio de la sociedad.

Hugo Münsterberg. Pach Bros / ‘The Critic’

En 1908 Münsterberg sugirió que la medición de las reacciones emocionales, como los cambios en la tasa cardiaca, el volumen sanguíneo, la conductancia de la piel y la respiración tendrian que ser investigados como posibles recursos o ayudas para distinguir entre los sospechosos inocentes y los culpables.

En la década de 1890, la Universidad de Harvard adquirió uno de los primeros aparatos de registro fisiológico del mercado y Münsterberg lo utilizó para establecer correlaciones entre las medidas registradas y la veracidad de los testimonios emitidos por los sujetos durante un proceso. De esta manera estableció la idea de que existía un rastro fisiológico directo y observable de la mentira.y en su obra titulada “On the witness stand essays on psychology and crime”defendió que la medida fisiológica de la sinceridad de un testigo debería aplicarse al campo de la justicia.

Sin embargo él recomendó precauciones en el uso de este enfoque, porque «especialmente el hombre inocente suele ponerse sumamente nervioso cuando se desempeña como testigo, cuando se mencionan y se describen detalladamente los hechos criminales su miedo puede condenarlo injustamente y puede influir en sus músculos, glandulas y arterias tan poderosamente como si fuera culpable» (Munsterberg: 1908, 132). sugiriendo como salvaguarda que estas mediciones fueran usadas solamente en situaciones donde ciertos reactivos de informacion pudieran ser conocidos únicamente por alguien que hubiera sido testigo de un crimen.

Tenía toda la razón hoy sabemos que no existe un único patrón de respuesta fisiológica asociado a la mentira, del mismo modo que no se puede asegurar que una alteración fisiológica pueda vincularse de manera fidedigna a la mentira como afirmaba Cesare Lombroso.

Sin embargo a Marston le impactaron tanto las opiniones de Münsterberg que se matriculó en el doctorado en Psicología,continuando con el programa de Münsterberg despues de la muerte de su maestro y en 1915 monitoreó continuamente los cambios en la presion sanguinea de un testigo, para buscar sefiales de estres causadas por el sentimiento de culpa,

Aunque William Moulton Marston no convenció a mucha gente porque era un personaje poco popular y controvertido que convivía con dos mujeres en lo que él consideraba como su particular “utopía feminista”, y que mostraba cierta tendencia a “exagerar” sobre sus méritos personales, y sus logros académicos hasta el punto de que llegó a verse inmerso en un proceso por estafa él ya había convertido la inspiración de Münsterberg en objeto de sus investigaciones porque pensaba que existía una reacción fisiológica provocada por el posible malestar del sujeto al engañar de manera consciente. En consecuencia, el problema fundamental, para él era discernir los cambios fisiológicos asociados al engaño consciente y pensó que sería posible “medir” tales parámetros fisiológicos específicos, diseñando una técnica de interrogatorio que los objetivaran.Despues mejoró su instrumento, bajo los auspicios del Consejo Nacional de Investigación, probándolo con soldados en una base militar en Georgia durante la Primera Guerra Mundial. y durante la guerra de 1914-1918 fue el primero en utilizar la presion arterial durante el interrogatorio de presuntos espías. En 1921, culminó su tesis doctoral, con la que sentaba las bases teóricas del polígrafo,

William Marston (al fondo inclinado sobre la ma-quina) registra aqui las reacciones fisiologicas de estudiantes de Columbia duran-te una sesi6n de cine.(Marston Family Collection).

Marston logró interesar a dos oficiales de la Policia en utilizar estas mediciones fisiologicas para detectar la mentira (Kleinmuntz y Szucko, 1984). y en 1922 trató de mostrar públicamente la validez de su metodología aplicándola al caso del afroamericano James Alphonse Frye, a quien se acusaba de asesinato. Tan convencido estaba de la eficacia del registro fisiológico mediante la presión arterial que utilizó con el acusado un sistema médico convencional, formado por un esfigmomanómetro y un fonendoscopio, mientras realizaba a Frye las pertinentes preguntas. Tras la prueba aseguró que el acusado era inocente, pero se le negó la posibilidad de testificar, pues desde el siglo XVIII, las sentencias de los casos criminales en los paises anglosajones se basaban primordialmente en la certidumbre moral del jurado de “medir” la sinceridad del acusado y el que un grupo de expertos fueran invitados a interpretar, ante el tribunal, una serie de indicios o pruebas indirectas que los profanos eran incapaces de evaluar y los acusados dificilmente podian contradecir “invadía el terreno del jurado”. por lo que aquel fallo ratificado por la Corte Suprema en 1925 supuso en la práctica, la expulsión de los tribunales de las pruebas del registro fisiológico del engaño propuestas por Marston.

Marston realizando una prueba poligráfica.

Marston temió que no se reconocieran sus contribuciones. Publicó entonces The Lie Detector Test, un libro destinado a cantar las propias excelencias, en el que desgranaba todas sus experiencias en la investigación y aplicación del sistema de “detección de mentiras” desde 1915, pero la paternidad nunca le fue reconocida. Incluso intentó, sin éxito, lograr un puesto como “poligrafista” en el FBI. Sin embargo, terminaría ganando fama mundial por motivos completamente ajenos a este asunto, como la creación, en 1941, de la célebre Wonder Woman del cómic para DC. Superheroína que, por cierto, porta consigo su propio polígrafo portátil: el “lazo de Hestia”.

Lynda Carter, en su papel de Wonder Woman, con el lazo de Hestia, una especie de polígrafo, amarrado a la cadera.Wikimedia Commons / ABC Television

El fallo de la Corte Suprema de 1925 que invalidaba las pruebas del registro fisiológico del engaño no detuvo los experimentos para descubrir métodos de detección de la mentira basados en estas pruebas y los mismos encontraron otro camino para desarrollarse en el campo de los interrogatorios policiales, un lugar ajeno a las sentencia judiciales. Así surgieron dos estadounidenses llamados John Larson y Leonarde Keeler, que pueden considerarse como los verdaderos padres del polígrafo

Como decimos, el campo de los interrogatorios policiales era un tema ajeno al de las sentencias de la Corte Suprema y por ello, fue en el terreno de la policía científica donde se recogió la idea para acometer el desarrollo de un aparato para “detectar mentiras”. Una nomenclatura, por cierto, gestada en los medios de comunicación, así como en la publicidad, pues llegarían a producirse versiones domésticas de este aparato –Marston también anduvo en ello ya que aunque fue pionero en la idea no desarrolló ningún prototipo.

John Larson in 1921

John Augustus Larson había nacido en 1892 en Canadá de padres suecos y pasó su infancia en Nueva Inglaterra, por lo que acabó estudiando sus estudios universitarios en biología en la Universidad de Boston. Tras obtener un máster en 1915 con una tesis sobre identificación de huellas dactilares, enfocó su carrera académica por ese camino. De Boston viajó a Berkeley, donde obtuvo un doctorado en fisiología en la Universidad de California (1920) y precisamente, durante la época en la que cursaba aquel el doctorado,trabajó como empleado a tiempo parcial en el Departamento de Policía de Berkeley, California bajo las órdenes de un jefe de gran talla pues fue de el impulsor de la policía científica en los Estados Unidos llamado August Vollmer.

Durante su estancia en aquel Departamento de Policía de Berkeley, Larson tuvo conocimiento de la tesis doctoral de William Moulton Marston sobre los cambios fisiológicos asociados al engaño y pensó que podría combinar elementos más propios de una revisión médica para emplearlos como detector de las mentiras. Estos eran la presión en la sangre, el pulso, la respiración y la conductividad de la piel. Larson creía que con las lecturas de estos parámetros podría saber si alguien decía la verdad o mentía y recogió la idea de acometer el desarrollo de un aparato que analizando los mismos fuese capaz de detectar las mentiras”.

Su teoría era la de que un mentiroso mostraría respuestas fisiológicas distintas de aquel que dice la verdad y si alguien mentía , estaría nervioso cuando le preguntase un policía. Así, la máquina registraría ese nerviosismo, que se traduciría en alteraciones en la presión de la sangre, la respiración y las pulsaciones.

En esta tarea, Larson no estaba solo. Le acompañaba un joven estudiante de instituto, llamado Leonarde Kerler que se había mudado a Los Ángeles trabajando a media jornada en el Departamento de Policía de Berkeley, también a las órdenes de su mentor, el Jefe de Policía August Vollmer que lo puso de ayudante de Larson.

Leonarde Keeler con un cardio neumo sicograma.

La primera máquina que crearon juntos se llamó cardio neumo psicograma que luego perfeccionada por Leonarde Keeler fue vendida al FBI. Este primer nombre era poco atractivo pero muy explicativo, ya que tenía en cuenta los indicadores de corazón y respiración para saber si alguien decía la verdad o mentía, pero pronto le cambiaron el nombre por polígrafo, que condensaba mejor lo que hacía aquella máquina tan extraña que tenía en cuenta la presión en sangre y las pulsaciones de los sujetos interrogados. Si estaban nerviosos, la máquina lo demostraba enun rollo de papel donde aparecían las métricas representadas gráficamente.

En el verano de 1921, esta máquina de la verdad recibió su primer caso: el asesinato de un párroco en San Francisco. El acusado se llamaba William Hightower. Curiosamente, no fue la policía la encargada de emplear el polígrafo de Larson sino un diario de la época, llamado The San Francisco Call and Post que le dio el encargo. Hightower tras pasar la prueba del polígrafo obtuvo condenatorios, o al menos eso es lo que publicó dicho diario en su portada y August Vollmer, como Jefe de Policía del Departamento de Policía de Berkeley, sacó pecho ante la prensa y cubrió de elogios aquella extraña máquina llamada cardio neumo psicograma o polígrafo pero a la que él bautizó como detector de mentiras.

Se comenzó a utilizar como instrumento de interrogación o entrevista a potenciales sospechosos (Grubin & Madsen, 2005) y hay que señalar que, tras ver cómo los detectives y policías estaban utilizando su tecnología, Larson lamentó el haberla ideado y posteriormente combatió su invento por muchos años.

La cosa ocurrió del modo siguiente: Los caminos de Larson y Keeler siguieron por separado pero en paralelo. Ambos dedicados a usar su máquina para resolver delitos. Keeler, por ejemplo, estudió en la Universidad de California y, luego, en la angelina UCLA. Como inventor, siguió su carrera mejorando la máquina de la verdad y financiado por la Western Electro Mechanical Company, creó el primer polígrafo producido en masa y encontró un comprador importante. Nada más y nada menos que el FBI, una de las agencias federales más importantes.Keeler, mediada la década de 1930, perfeccionó un modelo portátil de su aparato para registro poligráfico, lo patentó e hizo un suculento –y deshonesto– negocio al introducirlo en el mundo empresarial.

Imagen de un polígrafo según se ilustra en la Patente 4333084 en Estados Unidos.

El proceso de examen no es muy complicado. Consiste en varios pasos:

  1. Hay una entrevista a la persona previa al examen con unas preguntas preliminares, que tienen el objetivo de obtener información sobre la que se deben basar las preguntas diagnósticas.
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  2. Se le explica al entrevistado cómo funciona el examen con polígrafo, cuáles son las preguntas diagnósticas, cómo debe responderlas y cómo se determinará que dice la verdad o que miente. En ese sentido, no habrá sorpresas.
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  3. Al comienzo en que se le examina con polígrafo, se lanzan unas preguntas básicas e “control”, para observar cómo el entrevistado responde fisiológicamente a ellas.
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  4. Se le formula al entrevistado las preguntas “relevantes”, estas son las que tienen como objetivo descubrir su veracidad con la máquina.
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  5. Se interpretan los datos registrados por el polígrafo, comparando las preguntas control con las relevantes. Actualmente, en el caso de administradores profesionales, esta interpretación de los datos lo determina un software

El polígrafo de Keeler se usó en un juicio por primera vez en 1935. En concreto, se aplicó a dos acusados de robo con asalto en Portage, Wisconsin. Los resultados de la máquina fueron aportados como prueba y el juicio acabó condenando a los acusados.

Con el tiempo, Keeler acabaría trabajando en el Laboratorio de Detección Científica de Delitos de la Universidad de Northwestern. Más tarde crearía su propia institución académica, el Keeler Institute, primera escuela donde se enseñaba a usar el polígrafo Los métodos de Keeler despertaron la enconada oposición de Larson su otrora amigo y colaborador en Berkeley, así como perfeccionador del primer método de testeo poligráfico –la Relevant/Irrelevant Technique (o RIT)– porque él sabía que el registro poligrafico “detectaba mentiras” solo teóricamente, registrando los cambios fisiológicos asociados a la actividad cognitiva de la insinceridad.

Leonarde Keeler calibrando el polígrafo con su truco de la carta.

Ya lo había detectado William Moulton Marston mucho tiempo antes de que inventara a su amazona feminista y su lazo de la verdad ya reconocio que «el poligrafo no suministraba una medición objetiva de la mentira. A lo mucho, media si el sujeto se encontraba estresado cuando concientemente decia algo falso, alterando su fisiologia de tal forma que no podia ser suprimida, ademas de poder distinguir estos cambios de los producidos por otras emociones, como el miedo asociado con la situación de prueba«. La prueba asumia que mientras que mentir es una eleccion consciente, el cuerpo es un esclavo de ciertos habitos obtenidos por un entrenamiento. Marston llegó a afirmar que un mentiroso patológico nunca seria detectado por el poligrafo.

El problema de fondo residía en que la persona sometida a la prueba, aunque sincera, podía experimentar reacciones fisiológicas colaterales “sospechosas” que no se podían discriminar y dado que Larson como cocreador del aparato trataba de llevarlo a la respetabilidad científica, manifestando que los métodos de Keeler, no eran del todo claros porque este hombre no dudaba en emplear triquiñuelas para calibrarlo y así asegurar su “eficacia”. Por consiguiente los mismos no solo eran científicamente inapropiados, sino también ideológicamente detestables.

Hoy día, el consenso científico en torno al polígrafo es que no es fiable en calidad de evidencia de que alguien ha dicho la verdad o ha mentido. Las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NAP) publicó un informe en el año 2003 al respecto que todavía se considera autoritativo. Para el 2001, la mayoría de la comunidad científica parece haberla considerado seudociencia (Iacono 2001). Basándose en estos y en otros estudios, en la literatura escéptica, tal como el Skeptical Inquirer, se le considera “ciencia basura” afirmando que el polígrafo no es fiable.

Hoy en día es un aparato que se usa poco en interrogatorios policiales o ciencia forense pero que se emplea en programas de entretenimiento televisivo.

Fuentes:

The Conversation

Hipertextual

El estudio de las mentiras verdaderas “. Benjamin Domínguez Trejo

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