¿Qué une un recién nacido a su madre?


En 1951, la OMS publicó un informe llamado «Maternal Care and Mental Health» en donde afirmaba que los vínculo de un recién nacido con su madre no dependían solo de la necesidad de ser alimentado. La pregunta entonces era: ¿tienen los recién nacidos una necesidad innata de amor materno o aprenden a amar a sus madres porque les proveen de comida?

El problema venía de antiguo porque la mayoría de los antiguos psicoanalistas afirmaban que los niños aprendían a amar a su madre asociándola con la satisfacción de sus necesidades biológicas como el hambre y la sed, principalmente Freud que daban una importancia vital al «impulso secundario aprendido» originado por la asociación repetida entre la presencia de la madre y la satisfacción de saciar el hambre. El resumen : el niño se apegaba con quien le daba de comer

Un ser recién nacido (da lo mismo que sea humano o animal) es fisiológicamente inmaduro y emocionalmente vulnerable y tras su alumbramiento se enfrenta a un contingente de estímulos adversos y nocivos en la más absoluta indefensión, por eso la pregunta de qué es lo que unía a un recién nacido a su madre resultaba importante porque la práctica mostraba que los niños se apegaban con seres que en ningún momento habían intervenido en su alimentación. Numerosos profesionales comenzaron entonces a resaltar «la importancia del apego«‘ al ver que como niños de orfanatos y los hospitales a pesar de estar bien alimentados y con todas sus necesidades físicas satisfechas, terminaban con signos de perturbaciones mentales por la falta del apego maternal.

O dicho con otras palabras: el amor maternal es una emoción que no precisa ser alimentada con un biberón o una cuchara. Este «vínculo de apego» ya había sido referenciado en la comunidad científica por John Bowlby y René Spitz, y aquel último se lamentaba en uno de sus estudios de que los asilos para niños ni siquiera dieran a los infantes una madre sustituta, en quien ellos sin duda encontrarían una fuente indispensable de afecto. 

El amor está por encima de las cosas materiales y Harry Harlow (1905-1981), un psicólogo estadounidense estaba convencido de ello. En una de su conferencias hecha en 1958 titulada :“La Naturaleza del Amor”, ya lo afirmaba con estas palabras: «En el amor hay algo más que sólo recompensa y castigo; hay algo innato y beneficioso por sí mismo en la preferencia de un bebé por una madre cálida y suave«,pero quiso demostrarlo.El problema era que no podía experimentar con seres humanos porque eso implicaba «usar a niños» y por eso persuadió a a su jefe Robert Zimmerman para realizar un experimento con macacos (monos rhesus) que por su similitud genética con los seres humanos, evolutivamente, están cerca de nosotros ya que son pocos los genes que nos diferencian (entre un 3% a un 5%). 

Su famoso trabajo planteó el «estudio del apego» y la importancia del mismo en el desarrollo social y cognitivo de los recién nacidos.En aquel famoso experimento, lo que él buscaba era asociar similitudes conductuales sobre el apego y la socialización en la «relación madre-cría» extrapolando el comportamiento de los «monos rhesus» al de los niños humanos con sus madres, examinando los orígenes de «la capacidad de amar» . Así es vamos a remontarnos a su laboratorio de los Estados Unidos en los años 70 en aquella investigación que realizó con su esposa Margaret 

Colocaron 8 crías de mono en jaulas separadas y en cada una de ellas había un «modelo de madre» hecho de tela y otro hecho con alambres. Aquel experimento se conoció como la “teoría de la madre suave” o de la «madre subrogada» porque se basaba en el comportamiento de las crías de aquellos monos separados de sus madres biológicas» y sustituidas por madres artificiales. La «madre de alambre» estaba fabricada con una red metálica y provistas de un biberón (facilitadora de alimento) y la»madre suave» estaba confeccionadas con felpa y fieltro suave pero no facilitaba comida 

¿Y cuál fue la conducta de aquellas crías de macaco ante las mismas ? Pues que los monitos preferían indudablemente a la «figura materna de fieltro» a pesar de no darles alimento y todo el tiempo se quedaban junto al calor y la suave textura que les proporcionaba la madre de felpa.

Tan solo cuando sentían hambre, aquellos monitos saciaban su necesidad con el alimento que les proporcionaba «la madre de metal» pero iban a la madre de alambre sin perder el contacto con la de felpa y sin separarse completamente de la misma Además ante cualquier peligro su instinto de protección siempre las llevaba a la «madre suave”, antes que a la «madre metálica» (que les proporcionaba alimento)


Cuando las crías eran trasladadas a un nuevo hábitat se aferraban a la madre de felpa hasta que se sentían seguras para salir a explorar por sus propios medios. Por el contrario, cuando eran trasladadas a un nuevo hábitat sin la misma comenzaban a gritar, se chupaban el dedo y buscaban a su “objeto suave” por todas partes. Cuando la recuperaban se aferraban a ella fuertemente.

El «apego» por tanto-según este experimento- se basa en lazos afectivos de amor y está íntimamente relacionado con la sensación de bienestar, confort y contacto corporal que recibe una cría de su madre. La naturaleza del apego es «esencialmente afectiva» y de carácter no innato, y se desarrolla a partir de las interacciones con las personas del entorno inmediato. No me extenderé más con este famoso experimento ya que en el vídeo siguiente os lo muestro 

Harlow nos condujo por la ruta del establecimiento de vínculos a partir del nacimiento y a través de las diferentes etapas del desarrollo de los monos recién nacidos pero su experimento suscitó muchas polémicas y hubo muchos que lo consideraron una crueldad y no les faltaba razón porque este investigador no se andó con chiquitas e inventó otro experimento al que denominaron «el potro de violaciones» y en el que ataba a hembras aisladas en posición copulatoria para que a los machos les fuera fácil fecundarlas. Tras múltiples violaciones (esto tuvo que ser una pura tortura) aquellas hembras quedaron marcada por un rechazo hacia sus crías, mostrando hacia las mismas un comportamiento negativo.

¿Y qué conclusiones podemos sacar? Pues que los vínculos de apego que unen a un recién nacido con su madre son bastante complejos y no dependen sólo de la cría sino que también dependen de su madre. (o de cualquier persona próxima) que les facilite la construccion de los mismos. Las actividades de la mente de un recién nacido, aunque sólo se manifiestan después de su nacimiento ya existen antes y el feto desde su vida intrauterina dispone de funciones neuronales preparadas para ese «estímulo» que nacerá de la interacción posterior con otra persona (principalmente su madre).

Al igual que las crías de otras especies, los recién nacidos humanos estamos  preprogramados para desarrollar una vida socialmente cooperativa, y disponemos del germen que nos impulsa a establecer los «vínculos de apego«, esenciales para la vida mediante una simbiosis con nuestra madre u otro ser próximo, apoyados por nuestra naturaleza social. Hay muchos análisis que estudian estas incidencias en la estructura humana, entre ellos los estudios de Michel Odent y Nils Bergman.

Las conductas de apego del niño humano ( p.ej., búsqueda de la proximidad,sonreír, abrazar etc ) si son correspondidas por otra persona  (tocar, sostener, calmar) refuerzan la vinculación del niño hacia ese ser o adulto en particular (puede ser otro distinto de su madre) y su activación depende de la evaluación de ese niño de un conjunto de señales de su entorno que dan como resultado la experiencia subjetiva de seguridad o inseguridad. En esto no hay ninguna diferencia entre los «monos rhesus» y los seres humanos 

Fuentes:

«The evolution of Harry Harlow: from the nature to the nurture of love«. Marga Vicedo. University of Toronto 

Blum, Deborah (2002). Love at Goon Park: Harry Harlow and the Science of Affection. Perseus Publishing.

Matt Ridley. «Que nos hace humanos«. ISBN 9788466315647

«Estrés postraumático bebé prematuro«. Sirenia Reyes Alvarado, Francisco Rivas-Ruiz, Emilio Perea-Milla. Rosana Medina Lopez, Carlos Yuste Jimenez y Juan Romero Sanchez  

Love at Goon Park. «Harry Harlow and the Science of Affection»

Imágenes: http://losmonosdeharlow900.blogspot.com.es/?m=0

2 Comentarios

  1. Gabriel Tamayo dice:

    Eres una auténtica enciclopedia. Polifacético a tope, un crack que dicen ahora los jóvenes. Que pases un buen verano azul en tu Nerja querida. Un abrazo Manolo.

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    1. mrjaen dice:

      Muchas gracias Gabriel. Lo mismo te deseo

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