En Edificio Chrysler es sin duda alguna un ejemplo típico de la mentalidad que caracterizó al estilo arquitectónico «art decó» de la belle epoque en los años 20 del pasado siglo. Se trata de un edificio que simboliza el capitalismo estadounidense de aquellos tiempos, y es uno de los rascacielos más emblemáticos y bellos del mundo.
Cartel de Exposición Internacional de Artes Decorativas 1925.
El «art decó» fue un estilo arquitectónico y decorativo cuya principal señal de identidad era la de utilizar formas, líneas simples y colores fuertes. En realidad al hablar del estilo art decó» nos referimos especialmente a las décadas de 1920 a 1940, y especialmente al periodo entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. A pesar de que este estilo ya se encontraba ampliamente difundido en la década de los año 20 en Europa, no fue hasta 1925 cuando recibiría por primera vez su nombre en la Exposición Internacional de París que recibió la denominación de «Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas».
La iconografía del «art decó» se basa en la simetría, las líneas fraccionadas y la geometrización de las formas adaptando los elementos industriales y convirtiéndolos en estilizadas y elegantes formas. Este arte alcanzó una gran notoriedad en la ciudad de Nueva York en la que a principios del siglo XX y en la isla de Manhattan se estaban construyendo los edificios más altos del mundo, y el nuevo estilo «art nouveau» de los primitivos rascacielos empezó a ser sustituido por otros nuevos diseños que seguían la inspiración de los conceptos del «art decó».
Dreamland (Imagen: NYPL)
Las casualidades abundan en la historia, y algunas desgracias a veces provocan consecuencias inesperadas. Precisamente el edificio Chrysler existe porque hubo un parque de atracciones en Coney Island, Brooklyn, Nueva York llamado Dreamland. que pertenecía a William H. Reynolds un ex senador estatal y exitoso promotor inmobiliario que lo inauguró en 1904 pero que en 1911 fue diezmado por un incendio. Esta catástrofe hizo que aquel propietario sintiera la necesidad de iniciar un nuevo proyecto de alto perfil al que pudiera dedicar su tiempo.
En aquellos tiempos la ciudad de Nueva York era un campo de batalla entre los grandes magnates de la industria americana que competían por construir el edificio de mayor altura del planeta pero la de aquel William H. Reynolds era solo una aventura especulativa iniciada en abril de 1928. Lo que él quería era edificar un inmueble que según su publicidad sería «un exitoso edificio que se uniría al grupo de rascacielos de Midtown Manhattan y que revolucionaría los precios de los alquileres en aquellas calles ».
El proyecto de su Reynolds Building contemplaba que fuera edificado en un solar entre la Calle 42 y la Avenida Lexington de Nueva York en un terreno por donde pasaba la antigua carretera entre Boston y Post Road al este de Manhattan. El ayuntamiento de Nueva York había vendido las parcelas que bordeaban aquella carretera e hizo una donación del mismo a The Cooper Union, una universidad privada que firmó con el señor Reynolds un alquiler de aquella parcela por un periodo de 67 años.
El arquitecto elegido para diseñar el edificio fue William Van Alen un exitoso profesional que había estudiado en el Atelier Masqueray, el primer taller de arquitectura independiente de los Estados Unidos. Era un hombre exitoso que se había establecido en Brooklyn en el año 1911 con un socio llamado H.Craig Severance y juntos habían realizado diversos proyectos hasta que en 1924 se separaron. Esta separación desembocaría en una rivalidad entre ambos que más tarde sería decisiva para la altura del futuro Chrysler Building.
Van Alen estaba muy influenciado por el nuevo estilo «art decó» que hacía furor en las tierras galas porque en 1908 había recibido una beca que lo había llevado al taller de Victor Laloux de la Ecole des Beaux-Arts de Paris y cuando fue contratado por William H. Reynolds planteó un diseño muy avanzado de un rascacielos de 245,97 metros (807 pies) con 67 plantas que terminaba en una corona ornamental de cristal en forma de joya.
Primer diseño de Van Alen. Fuente
Aquella idea resultaba muy costosa y el contratista no aprobó el proyecto por lo que Van Alen realizó una modificación del mismo en agosto de 1928 con un diseño ya bastante parecido al actual Chrysler Building (con los retranqueos y la disposición actual de las ventanas) pero que difería esencialmente en su elemento más característico: la cúpula.
Segundo diseño de Van Alen. Fuente
William H. Reynolds no logró encontrar financiación para aquel megaproyecto y se quedó sin liquidez por lo que incumplió su contrato de arrendamiento, y en este estado de cosas, en octubre de 1928 entró en escena un hombre muy rico: Walter P. Chrysler fundador de la empresa automovilística Chrysler Corporation Motors que compró la propiedad y el diseño de aquel rascacielos por 2 millones de dólares. El contrato de compra incluía el alquiler de la parcela y los servicios del arquitecto Van Alen pero a este arquitecto- no se le ocurrió firmar ningún contrato personal con Walter P. Chrysler porque ya había iniciado con su antiguo socio una competencia por construir el edificio más alto del mundo y estaba tan interesado en vencerlo que se puso ciegamente en manos de Chrysler cuando este decidió construir su proyecto. Este olvido fue su perdición cómo más adelante veremos.
Walter P. Chrysler
Porque Chrysler que quería situar las oficinas de su empresa en Nueva York en un edificio emblemático, dio luz verde a Van Alen para iniciar la construcción del inmueble con unos objetivos muy claros: el edificio se llamaría Chrysler Building cómo su empresa automovilística aunque la misma no pagaría su construcción ni sería su propietaria ya que él había decidido que este rascacielos fuera su proyecto personal pero además su edificio debía de ser el más alto, el más grande, el más bello y el más moderno de la ciudad de Nueva York. Por eso hacerse dueño del proyecto trabajó codo con codo con Van Alen para revisar el diseño de su nuevo rascacielos.
Tercer diseño de Van Alen. Fuente
Así surgió un nuevo diseño con la cúpula final y las obras del Chrysler Building se iniciaron el 19 de septiembre de 1928 con la excavación de más de 38.500 metros cúbicos de tierra y roca. Un mes después se inició la colocación de los cimientos de hormigón y acero con pilares de 35 toneladas que podian soportar 10 veces su peso. El edificio se fue elevando con los retranqueos impuestos por la Ley de Zonificación de 1916 que limitaba la superficie de los edificios a partir de cierta altura para permitir que la luz solar llegara a las calles y las exigencias de esta Ley fueron el factor que contribuyó a dar al Chrysler Building su bonito diseño en forma de pirámide escalonada.
En las siguientes imágenes podemos ver algunas fases de su edificación sacadas del libro de David Stravitz «The Chrysler Building: Creating a New York Icon Day by Day”
El edificio se terminó en 1930 catorce meses después. Se habian colocado 3,286,000 ladrillos, 29,961 toneladas de acero, 391.831 remaches y 3.862 ventanas. En aquella época las muertes por accidente de trabajo en las construcciones altas tenian una “regla” no escrita: «a partir del piso quince por cada nuevo piso que se elevaba solía morir una persona«. Según la misma con los 77 pisos del edificio Chrysler era de esperar la muerte de 62 trabajadores (77-15=62), pero gracias a las grandes medidas de seguridad implantadas por Van Alen no hubo ni un sólo deceso pese a que los trabajadores se paseaban por la estructura a alturas de vértigo. Su construccion se hizo rápidamente a un promedio de cuatro plantas por semana.
Walter P. Chrysler también quería que en su edificio se viera claro que fabricaba automóviles y Van Alen aprovechó los escalones del edificio para colocar allí dos tipos de gárgolas usando tapacubos y tapas de radiadores de los coches Chrysler de aquellos tiempos.En las esquinas del tercer retranqueo del rascacielos, a la altura de la planta 31 colocó unos adornos modelados que imitaban unas alas de águila de plata que son una copia del capo de los radiadores del Chrysler Speedster de 1929, diseñados como la capa del dios Mercurio, en 1924 por Oliver Clark
Planta del piso 31 Fuente
A la izquierda águila del capot del Chrysler Imperial 1929 y remates del Chrysler Building
Y en el último retranqueo, de la planta 61 montó unas espectaculares gárgolas imitando las águila del capo de un Chrysler Plymouth de 1920. Estas gárgolas tienen una longitud de tres metros y una envergadura de 4,5 mts y se extienden desde las cuatro esquinas del piso 61. Están modeladas con tapas de radiadores de los automóviles Chrysler y coronan la parte final de ladrillo de la torre antes de que comience la cúpula. Las ocho piezas de estas espectaculares gárgolas fueron diseñadas por Chesley Bonestell un delineante amigo de Van Alen y esculpidas en planchas de acero Nirosta en un taller aparte para después ser instaladas en el edificio sobre unos pedestales de hierro. Son inconfundiblemente «art decó» en su diseño y hacen que la torre parezca sacada de una narración gótica.
Silver Gelatin. From The Chrysler Building, New York, 1978
A la altura de estas gargolas hay una terraza con espectaculares vistas de Manhattan y es un lugar en donde mucho friki se juega la vida para subir sus hazañas a la red. Vease si no, el sugiente video que pone los pelos de punta.
Justamente en ese piso la fotógrafa de LIFE, Margaret Bourke-White, conocida por sus imágenes en los rascacielos de las décadas de 1920 y 1930, tenia un apartamento. Su contrato de alquiler era de 387.92 dolares mensuales que en dinero de hoy, serían unos 6,950 dolares y que fue firmado por Time, Inc . porque en aquellos tiempos a pesar de la riqueza y fama de aquella fotografo a la mujer no se le permitia alquilar por su cuenta. La siguiente foto de 1934 muestra la famosa imagen de esta fotoperiodista sobre una de las gárgolas de acero que sobresalen de aquella planta 61ª tomada por su asistente Oscar Graubner en 1934.
La parte más espectacular del diseño es la cúpula, todo un ejemplo de «art decó» y que se eleva por encima de la planta 68.
Construcción de la cúpula
La cúpula tiene forma piramidal con secciones de arcos concéntricos en progresión y diámetro decreciente que crean un patrón que imita los rayos de sol. Las paredes interiores son de ladrillo pero el exterior está revestido de un tipo de acero inoxidable llamado Nirosta fabricado en un material laminado llamado Enduro KA–2 compuesto de una aleación de cromo-níquel y desarrollado por la empresa alemana Krupp. Nadie había utilizado este tipo de acero para esa finalidad, pero el propio Walter P. Chrysler eligió este material por sus propiedades inoxidables y por su calidad uniforme y homogénea que no necesita ningún tipo de mantenimiento.
Las planchas eran manipuladas en un taller instalado a este efecto dentro del propio edificio y luego los techadores las colocaban en su sitio, las soldaban y sellaban con plomo blanco.La forma de esta cupula se inspira en los radiadores frontales de color cromado que tenian los coches Chrysler de aquella época
Cúpula Chrysler Building Nueva York. (Foto: AFP)
Radiador modelo Chrysler en que se inspira la cúpula
Decorando la aguja metálica se utilizaron dos conjuntos lumínicos: los primeros en forma de V que están incrustados en las chapas de acero que la recubren, y que fueron colocados en el momento de la construcción, lo que permiten una variación de colores según la ocasión. Los segundos fueron añadidos posteriormente en los brazos de los mástiles enfocando el edificio. El espectáculo por la noche es fascinante.
Espectacular iluminación nocturna del Chrysler Building
Pero está cúpula tiene un secreto y son sus últimos 60 metros que son lo que se denomina Vertex. Esta es la historia.
Chrysler quiso que su edificio fuera el más alto del mundo superando al Woolworth Building, pero tuvo que competir con otro edificio que había comenzado a construirse a principios de 1928 en el número 40 de Wall Street para el Banco de Manhattan, diseñado por Craig Severance, el antiguo socio de Van Alen . El proyecto inicial del Banco de Manhattan constaba de 47 pisos, pero Van Alen anunció que el suyo tendría 68 plantas y mediría 270 metros de altura por lo que unas semanas más tarde el diseño del Banco de Manhattan ya había crecido hasta las 63 plantas y los 280 metros.
En otoño de 1929, el edificio Chrysler tenía ya 70 pisos de altura, pero su rival, el Banco de Manhattan, quiso arrebatarle el título de la estructura más alta del mundo y para asegurarse el éxito, los dueños del Banco de Manhattan, transformaron los planos en el último momento para alcanzar los 308 metros de altura con un mástil de bandera.
Bank of Manhattan. Tramp Building
Pero Van Alen había ideado en Julio del mismo año coronar su edificio con una gran y estilizada pirámide de 60 metros de altura conocida como Vertex. Esta pirámide fue construida en secreto en lo alto del edificio y escondida en el interior del hueco de incendios. El 23 de octubre de 1929, con ayuda de una grúa, colocaron el pináculo de 27 toneladas en tan sólo 90 minutos y así , de esta forma, el Chrysler Building alcanzó los 318 metros de altura y se convirtió en la estructura más alta del mundo.
Diagrama del ensamblaje de Chrysler Building Spire. Popular Science Monthly, agosto de 1930
izquierda: Edificio Chrysler, 14 de octubre de 1929,derecha: Edificio Chrysler, 23 de octubre de 1929. Imagenes del libro de David Stravitz
Shreve & Lamb los arquitectos consultores del 40 Wall Street, escribieron un artículo en el que afirmaban que su edificio era en realidad más alto, ya que tenía la planta habitable más alta del mundo añadiendo que el mirador del Bank of Manhattan Building estaba treinta metros por encima de la planta más alta del Edificio Chrysler, cuya coronación era únicamente decorativa. No les faltaba razón pero pese a todo el Chrysler Building obtuvo los derechos de presumir de ser el más alto del mundo durante 11 meses, hasta que el Empire State Building fue inaugurado el 1 de mayo de 1931 y se convirtió en el edificio más alto de ambas categorías, con 381 m de altura de azotea y 443 m de altura de antena.
La mala suerte para Van Alen llegó justo un día después, el famoso Jueves Negro del 24 de Octubre de 1929 que vació los bolsillos de muchos magnates de la época y que fue el principio de la época más negra del mundo capitalista. Conocido como «el crack del 29» motivó que la construcción en altura en Manhattan quedara congelada por un tiempo, lo que afectó profundamente a la economía de muchos grandes financieros, entre los que se encontraba Walter Percy Chrysler, él financiador de su edificio que había pagado íntegramente de su bolsillo. Algo debió de salir mal en los cálculos del señor Chrysler y como era un hombre desvergonzado y roñoso decidió no pagar los honorarios de su arquitecto.
William Van Alen quiso cobrar la tarifa estándar que los arquitectos solían facturar en las obras de Nueva York: eran 840.000 dolares que suponían el 6% del costo de la obra (que fueron 14 millones de dólares) pero Chrysler se negó a pagarle alegando que no habia firmado con él ningun contrato y que ademas Van Alen estaba trabajando con contratistas de la construcción con acuerdos financieros turbios,
¿Y que podia hacer Van Alen? pues demandarlo y le gano el pleito al «Hombre del Año de 1928» (según la revista Time) pero aquel litigio hundió también su carrera y su reputación se vio gravemente comprometida, por lo que tuvo que abandonar sus trabajos de arquitectura y dedicarse a la enseñanza de la escultura. Van Alen nunca se recuperó y murió el 24 de mayo de 1954 a los 71 años sin el reconocimiento de su obra. Un triste final para un arquitecto excepcional.
Walter P. Chrysler, Hombre del año de 1928. Imagen: LIFE
Tras este impresentable comportamiento del señor Chrysler con su arquitecto y como si fuera una venganza del destino se inició el lento declive del Chrysler Building. Walter P. Chrysler murio en 1940 a los 65 años y a partir de 1945 muchas de las oficinas de su inmueble se fueron trasladando a otros edificios colindantes. La familia Chrysler vendió el edificio en 1953 y poco a poco el precioso diseño de Van Alen se fue deteriorando.
Las nuevas empresas comenzaron a instalarse en inmuebles más modernos y el edificio Chrysler llegó a clausurarse. Durante décadas todo el interior, se fue descuidado y casi no quedo nada de la decoración original. Afortunadamente hubo una reforma fiscal en 1976 que otorgaba ventajas tributarias a los propietarios de edificios comerciales históricos que invirtieran en su restauración y así pudo restaurarse el vestíbulo en 1979. La restauración completa llegó en 1998 cuando la Tisham Speyer Properties, compró el edificio. Esto le permitio recuper algo del esplendor de sus buenos tiempos, pero las estancias mas atractivas ya habian sido demolidas y solo quedó como recuerdo el espectacular vestíbulo y los ascensores que siguen siendo el máximo ejemplo del diseño «art decó» en su máxima expresión.
Planta Hall entrada Fuente
La entrada, de forma triangular con accesos y salidas a los lados es visitable y sigue siendo espectacular: está iluminada de una forma muy teatral con decoraciones de acero inoxidable, mármoles africanos y granito de todo el mundo. Sus tres pisos de altura, están ricamente decorados con paredes de mármol rojo y numerosas composiciones en mármol azul y acero.
Y en su techo sigue el enorme mural de 36 metro de largo por 26 metros de ancho pintado en su dia por Edward Trumbull con el titulo de “Transporte y la actividad humana.” que representa escenas de la propia línea de ensamblaje de Chrysler, Charles Lindbergh volando en el Spirit de Saint Louis a través del Atlántico y el edificio Chrysler.
Por eso para comprender como fue en sus buenos tiempos el gran Chrysler Building es necesario retroceder hasta 1930 y volver a recordar lo que fue en su día este gran símbolo del « art decó»
La calle 42 en la década de 1930
El edificio abrió formalmente sus puertas el 27 de mayo de 1930 en la esquina noreste de 42nd Street y Lexington Avenue como edificio para oficinas. A pesar de la gran crisis económica que sufría el país,tenía cubierta casi por completo la ocupación porque Walter P. Chrysler había hecho firmar los contratos de arrendamiento antes de finalizar el edificio. Tambien influyó en su exito el hecho de que en sus primeras 64 plantas llevaba tabiques insonorizados divididos en secciones intercambiables, que permitian cambiar rápida y cómodamente la distribución de cualquier espacio y que sus inquilinos podian cruzar debajo de Lexington Avenue directamente al sistema de metro para evitar el tráfico, la lluvia, la nieve, etc.
Habia otras ventajas: en su sótano existía una planta de embotellado de agua para los inquilinos del edificio. En el libro «The Chrysler Building: Creating a New York Icon Day by Day» de David Stravitz aparece un negativo de película etiquetado como «la unidad de «embotellado de agua de la zona hidroeléctrica«. Según el autor el agua del grifo se filtraba y embotellaba en una gran sala con fabulosos azulejos por todas partes aunque fue un espacio que la mayoría de la gente nunca vio.
Otra de sus ventajas era que el edificio Chrysler fue el primer rascacielos con aire acondicionado, gracias al ingeniero de la Chrysler, que Charles Neeson, que inventó un compresor radial de alta velocidad; un sistema adoptado por otras construcciones durante muchos años.Con todo lo dicho el Chrysler Building al principio tuvo más éxito que el Empire State Building de la calle 34 (que permaneció prácticamente vacío hasta 1950 ganándose el apodo del «Empty State Building» ).
Entre sus primeros inquilinos estuvieron Juan Trippe, dueño de la Pan Am, que ubicó alli su despacho hasta que construyó su propio edificio en 1963 y la petrolera Texaco que alquiló 14 plantas pero el edificio también era la base de operaciones de la compañía Chrysler Corporation Motors en el corazón de Manhattan que se se reservó dos zonas privilegiadas: una sala de exposiciones para mostrar sus vehículos en escaparates a ras del suelo, el llamado «Salón Chrysler«, que incluía espacios para oficinas y una plataforma giratoria en la que mostraba sus vehículos a través del escaparate a la calle
Y también los dos primeros pisos que ocupaban la totalidad de la parcela donde se habia edificado el inmueble fueron reservados para otra gran sala de exposicion de vehiculos Chrysler: la llamada Show Room
La show room de Chrysler de 1930
Ahora cojamos alguno de aquellos maravillosos 32 ascensores del edificio que se alinean en un diverso modelado de revestimiento de madera y que-en aquellos tiempos- eran los más rápidos del mundo con una velocidad de 330 metros por minuto.
Debajo del piso 61, el edificio Chrysler era una torre de oficinas bastante convencional pero por encima de las gárgolas con cabeza de águila, tanto el programa de los espacios interiores como el adorno arquitectónico entraron en el ámbito de lo excéntrico, por eso el interés comienza en el piso 65 donde estaba la oficina privada de Walter P. Chrysler y a la que sólo se podía acceder por invitación. Esta oficina era una combinación de lujo y estilo llena de detalles en cada elemento de su diseño.
Despacho de Walter P. Chrysler
El Cloud Club
Mas arriba en las plantas 66 a 68 existía un club muy exclusivo llamado Cloud Club al que se accedia desde el piso 66 a través de un lujoso hall decorado con toques medievales. Aquel club abrió sus puertas en julio de 1930 en una mezcla de restaurante y club privado para ejecutivos que pagaban una tarifa anual de $ 300 por membresía.
El restaurante principal estaba en la planta 67 y al mismo se accedía por unas majestuosas escaleras renacentistas de mármol con decoración « art decó» con murales pintados con motivos industriales. Allí se servían platos selectos como sopa de frijoles negros, lenguado de Dover y budín de mantequilla y Walter P. Chrysler mantenía allí un comedor privado con paneles de vidrio negro grabado que miraban al norte hacia Central Park.
Mas arriba en la planta 68 estaba la sala de fumadores con paneles estilo Tudor y un bar y parrilla «Old English» con humidor para habanos donde los socios disponían de casilleros privados para guardar sus suministros de licor (no olvidemos que eran los tiempos de la Ley Seca)
El Cloud Club fue durante muchos años el puesto avanzado de grandes magnates como Chrysler; EF Hutton, Juan Trippe, y Conde Nast. Su reputación de élite duró hasta la década de 1970, cuando las corporaciones empezaron a abandonar la ciudad, y empezó la competencia de otros clubes privados como el Sky Club en el piso 56 del cercano edificio de Pan Am. Al final cerró sus puertas definitivamente en 1979 y cuarenta años después aquel maravilloso espacio se encuentra devastado por el tiempo, el abandono y el vandalismo.
A partir de aquí empiezan las misteriosas habitaciones que esconden esas ventanas triangulares de la cúpula .En los pisos 69 y 70, Walter P. Chrysler se instaló un enorme apartamento privado con lujosas salas, despacho, gimnasio, pista de squash y un cuarto de baño desde el que podía presumir de disfrutar de las mejores panorámicas de Nueva York con vistas a toda la isla de Manhattan.
Aquel apartamento y sus maravillosas decoraciones « art decó» ha desaparecido y solo quedan en estas dos plantas las oficinas de un odontólogo y unos arquitectos.
Dr. Charles M. Weiss, The Dentist In The Sky trabajando en su Tower Dental Suite en 2010.
El odontólogo fue el Dr. Charles M. Weiss nacido en 1927, que trabajó en el Edificio Chrysler desde 1962, y en su corona (piso 69º) desde 1969, hasta 2012, fecha en que murió. Fue conocido como The Dentist in The Sky y el New York Times le dedicó un artículo en el año 2005 . Tenía su consulta la Tower Dental Suite en los pisos 69 y 70 y en su oficina personal aún conservaba la pasarela original de la cancha de squash de Walter P. Chrysler.
La Torre Dental aun sigue alli y para llegar a ella hay que tomar el ascensor hasta el piso 67º y desde allí tomar otro hasta el piso 69º o subir usando la escalera.Los pacientes no faltan porque estar sentado en un sillón dental con una vista fascinante de Manhattan no es algo que pueda hacerse todos los días.
Y en a planta 70 estaban las oficina del arquitecto Frank Campione. Ignoro si siguen allí todavía
Nos queda la última zona habitable. La planta 71º. En 1931, cuando se inauguró el edificio se podía subir alli hasta un observatorio y disfrutar de las vistas de la ciudad desde sus cuatro lados por 50 centavos de dolar. Este alucinante mirador « art decó» era llamado “Celestial” con paredes inclinadas decoradas con estrellas, planetas y lámparas colgantes con forma de Saturno. Sin embargo, las pequeñas ventanas triangulares creaban ángulos extraños para ver la ciudad y cuando el Empire State Building, se termino, un año después, su mirador al aire libre le quitó interés al del Chrysler que continuó funcionando solo unos años más. Se cerró al público en el año 1945 porque los ingresos que generaba no eran rentables y ahora está ocupado por una empresa privada.
Por encima del piso 71, la cúpula no es habitable. Técnicamente, en vertical, solo cabrian dos alturas adicionales hasta una hipotetica planta 73. pero en el exterior, las ventanas crean la ilusión de haber 6 pisos mas, aunque solo tienen una función meramente decorativa. Las plantas 72 a la 77 funcionan solo como descansillos de la escalera que lleva hasta la aguja y allí solo hay equipos electricos, motores de los ascensores, un tanque de agua y un puesto abandonado de radio de la estación de televisión WCBS que transmitió desde alli en las décadas de 1940 y 1950 hasta que se mudaron al Empire State Building.
Para ver esta «falsa zona» nada mejor que ver este video de Moses Gates, que subió y escaló la cima del Chrysler Building.
Eso es todo. El Chrysler Building, hoy está semiabandonado. Aquella maravilla que dicen que le costó a Walter P. Chrysler casi 20 millones de dólares de la época (traducidos a dinero de hoy en día vendrían a ser unos 270 millones de dólares) termino en manos del grupo estadounidense Tishman Speyer Properties que lo compró en 1997 por un precio estimado de entre 210 y 250 millones de dólares. En el año 2008 cedio el 90% del capital al fondo emiratí Mubadala por 800 millones de dólares,
Y este fondo del gobierno de Abu Dhabi en el año 2019 se desprendió de este maravillosos inmueble por solo 150 millones de dólares entregando el Chrysler Building con enormes pérdidas al inversor inmobiliario neoyorquino Aby Rosen y a un «socio extranjero» no identificado. El edificio no tiene mucho futuro y cada vez se deprecia más pero para The Cooper Union, la universidad privada dueña de los terrenos y cuyo nombre está en la escritura del edificio sigue siendo un valor en alza porque el valor de este solar ya se estimó a fines de 2017 en 679 millones de dólares.
Mientras se paguen el alquiler el edificio Chrysler seguirá vivo pero aquel terreno que William H. Reynolds firmó en 1928 por un alquiler de 67 años ya venció en el año 1997, y Tishman Speyer negoció un nuevo contrato de arrendamiento por 150 años de este terreno hasta el año 2147 con la propiedad que estipuló que el alquiler aumentaría de 7,8 millones de dólares en 2017 a 32,5 millones de dólares anuales desde 2019 a 2027.
No sabemos qué será del Chrysler Building pero la oscura historia que su creador hizo nacer desde el mismo momento en que se planteó su construcción puede que lo lleve más pronto o más tarde a ser derribado porque el « art decó» ya no se lleva y ahora lo que verdaderamente vale es su solar.
Fuentes:
David Michaelis.– “77 Stories. The Secret Life of a Skyscraper»
David Stravitz.-“The Chrysler Building: Creating a New York Icon Day by Day”
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