El combate marrullero 

  
Me gusta el boxeo, pero sobretodo «los combates limpios«. Anoche teníamos en el ring a dos púgiles: un «campeón » que defendía su título de Presidente del Gobierno  (Mariano Rajoy ) y  un «aspirante» que luchaba por ocuparlo (Pedro Sánchez). Era el combate del bipartidismo en el ring de la Academia de Televisión.

  

Sobre el papel los dos púgiles no tenían muchas diferencias porque ambos tienen la misma talla (1,90 m.) y coinciden en «altura política» (que en términos de neuronas viene a ser de casi cero), aún asi yo tenía la esperanza de que el «aspirante» knockeara a Rajoy.

El  K.O. es la expresión inglesa que expresa el knock out, un término que indica que un boxeador cae por el efecto de un golpe reglamentario y no se levanta antes de que el árbitro acabe la cuenta de diez. Lo normal es que el «campeón» knockee al «aspirante» pero el caso inverso produce más emoción y son las grandes sorpresas de la historia del boxeo, como aquella ocurrida el 11 de febrero de 1990, en el «Tokyo Dome» de Japón cuando se celebró aquel mítico combate entre Mike Tyson y James Buster Douglas. El primero era el rey indiscutido de los pesos pesados, con 1,78 metros de estatura y 106 kilos de puro músculo, apodado  «El Hombre de Acero» o «El Chico Dinamita» que en sus dos primeros años como profesional ya había ganado 27 combates de los cuales 25 habían terminado en knockout (K.O) y 15 de ellos en el primer asalto. Aquel día para el invicto «aniquilador de Brooklyn»  las apuestas estaban 1 a 42 a su favor pero su brillante carrera acabó cuando fue noqueado por el aspirante

  

Yo confiaba que el «aspirante» don Pedro Sánchez emulara anoche la hazaña de James Buster Douglas y realmente no era difícil. El «campeón» don Mariano Rajoy  es un boxeador de esos que se dice que tienen «la mandíbula de cristal» y en los asunto de la corrupción es bastante fácil knockearlo. Por eso se protege siempre que puede y evita enfrentarse a este tipo de contiendas. De ahí  sus ausencias en los debates del pasado 30 de noviembre organizado por «El País» o del 7 de diciembre en Antena 3  y su afición a esconderse tras los televisores de plasma o escurrirse de los periodistas por el garaje del Senado. Si, es fácil hacerle daño si se le habla de corrupcion y eso anoche don Pedro Sánchez lo sabía pero «se le fue la mano»

  

En el boxeo existen unas reglas que se han de cumplir para que el combate sea limpio y si alguno de los contendientes no las cumple estamos ante lo que se define como «boxeador marrullero» y como tal se comportó anoche el «aspirante«. Don Pedro Sanchez  hizo un combate sucio con marrullerías de todas clases, y con un estilo de lo que yo llamaría la antítesis del boxeo.Los combates marrulleros son los que más defraudan y para eso es importante la labor del arbitro pero en este combate el mismo estaba inexistente

  

La cosa no empezó mal para el «aspirante«cuando  en el asunto del rescate financiero de Bankia acusó al «campeón» de haber mentido y la defensa de Rajoy intentando volver a vendernos la burra de que «él ha salvado al sector financiero español» no caló en nadie. Su contraataque acusado a Pedro Sánchez, de intentar pintar una «España tenebrosa» y recordándole su vinculación al Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero fue bueno porque nuestro «aspirante» sabemos que formó parte de aquel gobierno que elevó el 8% de paro de Aznar hasta el 25%, pero pese a eso el «campeón» ya había recibido un buen puñetazo y en su cara  se veían los traumas con la sangre y otros fluidos precipitandose a la zona del golpe hinchándose la misma. Don Mariano empezaba a estar «tocado» y a partir de ese momento empezó a estar cobardón y a la defensiva  pero entonces fue cuando don Pedro Sánchez, cometió el error de querer knockear a Rajoy de forma rápida empezando a comportarse  como un boxeador marrullero con demagogia barriobajera y sacando al doberman del PSOE de 1996

Su golpe maestro fue afirmar que el presidente del Gobierno «tiene que ser una persona decente» y acusar a Rajoy de no serlo. Eso convirtió el combate en una pelea de taberna y el «campeón» perdió los nervios acusando al «aspirante» de «ruin, mezquino, miserable y deleznable» y llegando a  espetarle frases como: «Hasta aquí hemos llegado» o «Lléveme al juzgado«. Ahí se acabo elncombate y ninguno de los dos gano por K.O. dejando a «la ideología» y a las «palabras huecas» en las redes sociales su final.

Este debate me hizo recordar aquella escena de Hamlet, de la explanada del palacio real de Elsingor, en la que el protagonista escucha a su centinela Marcelo pronunciar la frase de: «algo huele mal en Dinamarca«. Un debate que «ganó Rajoy a los puntos» estando más acertado que su rival en los bloques de economía y empleo, estado del bienestar, modelo territorial y regeneración democrática pero un debate que me demostró que algo huele también mal en España y que igual que decía don Francisco de Quevedo mostró que  aquí se dicen «palabras que valen por muchas pero muchas no valen por una«. De todas maneras me alegro de haberlo visto porque gracias al mismo ya he sacado mis propias conclusiones