Hoy voy a llevaros otra vez por el «túnel del tiempo» de mis recuerdos para hablaros de Jaén y de un precioso teatro que allí fue derribado. Se llamaba: «Teatro Cervantes«.
Aquel teatro está asociado a innumerables recuerdos de mi juventud allá por las décadas de los años ’50’ y ’70’ del pasado siglo, cuando Jaén era una ciudad íntima, acogedora y con unos preciosos rincones; uno de los que más me gustaban era una plaza que se llamaba «Plaza de las Palmeras» en cuyo centro estaba colocada una estatua que honraba a un medico y filántropo giennense llamado don Bernabé Soriano.
Me acuerdo de que cuando era niño, iba a sentarme a los pies de la estatua de don Bernabé para leer tebeos de «Roberto Alcazar y Pedrin» y «El guerrero del Antifaz» que entonces podían alquilarse por unas pocas «perras gordas» el ejemplar en unos puestos situados en aquella plaza .
También me acuerdo de aquellas sesiones de «matiné» en las localidades de «gallinero» (las más baratas) de aquel teatro para ver los últimos estrenos de las películas de «Fu Manchú»
Y cómo desde aquellos asientos, situados a una altura de vértigo, tenía un estupendo punto de vista de la gran bóveda de aquel teatro de la que colgaba una lámpara enorme, decorada por una pintura del pintor malagueño Enrique Vivó que representaba a Cervantes recibiendo el homenaje de las musas del Olimpo. Por cierto, que en los intermedios de aquellas sesiones de cine se nos ponía la publicidad de un analgésico llamado «Okal» que todo el gallinero coreábamos en su estribillo publicitario con gran jolgorio.
En época dorada del cine se exhibieron en el «Teatro Cervantes» de Jaén grandes filmes. Aún me acuerdo de uno que se llamaba «Dulce pájaro de juventud» y como fui a verlo con el morbo de saber que tenía una censura eclesiástica de 3R (en aquellos tiempo 3R significaba mayores con reparos ) pero no voy a seguir contando más «batallitas» de mi pasado porque quiero pasar a relataros la historia de aquel teatro.
El teatro «Cervantes» de Jaén, siempre fue considerado como una de las mejores muestras de la arquitectura modernista civil del siglo XX. Tenía una novedosa combinación de arcos rebajados, molduras, cornisas decorativas y todos los elementos característicos del eclecticismo decimonónico; ocupaba una superficie urbana de 1.419 metros cuadrados y su aforo era de 1.350 espectadores que se distribuían en 436 asientos de butacas, 136 asientos de palcos, 218 asientos de anfiteatro y 350 de general o «gallinero». También disponía de tres telones; uno de acero que servía de cortafuegos, otro publicitario (para las funciones diarias) y un último de terciopelo rojo (de lujo) con una copia de un cuadro de Antonio Gisbert titulado «Don Quijote en la casa de los Duques«.
Yo aún tuve la suerte de verlo cuando todavía conservaba parte de su antiguo esplendor, ya que fue en los tiempos de mi juventud cuando aquel teatro comenzó su declive. La cosa se inició a finales de los años 50 cuando lo cerraron durante varios meses para hacerle unas reformas que incluían la ampliación de los servicios de la cafetería de una industria que se llamaba «Ideal Bar» (su propietario el empresario, don Pedro Millán, tenía los derechos de traspaso de aquel edificio desde el año 1926) y en aquella reforma construyeron en el edificio un restaurante con una cornisa que daba a la Plaza de las Palmeras. Cuando acabaron la misma las hermosas líneas modernistas de aquel inmueble quedaron alteradas de forma negativa y su fachada irremediablemente mutilada; incluso mi padre, que en aquellos tiempos era un próspero empresario giennense, se permitió el lujo de poner en su tejado, un anuncio de las lavadoras «Bru«, por él representadas. Esto es lo que pasa cuando en una ciudad priman los «intereses económicos» sobre los culturales.
La historia del «Teatro Cervantes» va unida también a la de otro centro neurálgico de Jaén llamado antiguamente la «Plaza del Mercado» que era un gran espacio donde venían celebrándose todos los eventos festivos de Jaen, incluidas las corridas de toros. En esta antigua foto puede verse como era aquella plaza .
A principios del siglo XIX trabajaba en Jaén un fotógrafo llamado Genaro Giménez de la Linde (1827-1885) que tenía su estudio en el callejón del Circo Gallístico, 2 a las espaldas del palacio episcopal de Jaén; este artista vendía sus placas en aquellos tiempos a dos reales en formato de tarjeta de visita, a cuatro reales en formato de media placa (6 x 9 cms.) y a seis reales en formato de placa entera (12 x 18 cms). La imagen siguiente es de este gran artista y data de 1883; en ella podemos ver a la izquierda el antiguo «Cuartel de «San Rafael» y la llamada «Alhóndiga» que era un almacén dedicado al comercio de grano; en los terrenos que ocupaban estos dos edificios se construiría posteriormente el «teatro Cervantes»
Y aquel teatro «Cervantes» se gestó precisamente gracias a un incidente ocurrido en el año 1904 en Jaén en aquella plaza, en su feria popular de Santa María de Agosto, porque se produjo un fatídico incendio en una caseta de baile, teatro y ópera, construida con madera y lona, allí situada y aquello fue el detonante para que se considerase que Jaén necesitaba un «teatro en condiciones». Para su promoción se constituyó la «Sociedad Anónima Constructora de 1905«, que con un capital de 25.000 pesetas encargó la obra por concurso público al arquitecto don Manuel Rivera Vera; las mismas comenzaron en 1906 sobre los solares de «La Alhóndiga» y el «Cuartel de San Rafael«, demolidos un año antes. La edificación fue muy rápida ya que la inauguración se hizo el 26 de septiembre de 1907. En la imagen que da título a esta entrada podemos ver a aquel teatro «Cervantes» recién terminado, cuyo aforo se llenó masivamente el día de la inauguración con la representación de las piezas «Sancho Ortiz de las Roelas» de Lope de Vega, y «El Viejo Celoso«, de Miguel de Cervantes, a cargo de la compañía Jiménez-Villagómez. Desde aquel día, el teatro «Cervantes» se convirtió en el protagonista principal de la vida social, literaria, religiosa y política de Jaén.
Folleto publicitario inauguración teatro
En septiembre de 1910 se adaptó al «cine mudo» acompañado de una orquesta y programó filmes famosos como «La Rendición de Granada» y «La Dolores«; también pasaron por su escenario las mejores compañías nacionales de aquellos tiempos con las primeras apariciones de María Guerrero-Mendoza en el año 1913 y en 1923 ya se veían allí buenas películas (en cuatro o cinco partes) como «El Hombre de Hierro«, de hecho la empresa concesionaria de don Agapito Payá y don Manuel Cáceres presumía de estrenar allí las películas antes que en Madrid (como fue el caso de «Judex«) y también se representaron espectáculos de variedades como los de la Compañía Penella que llevaba la zarzuela «El Gato Montés» con la cantante giennense Lolita Méndez.
¿Y que pasó con la «Plaza del Mercado»? Pues que después de inaugurarse aquel teatro, también evolucionó y fue remodelada. La reforma la hizo el entonces alcalde don José del Prado Palacio poniendo en su extremo norte unas palmeras . Así fue como se gestó la hermosa «Plaza de las Palmeras» de mi juventud.
Más adelante en esta gran plaza se construyeron unos «Jardinillos» que pueden verse en esta foto de 1912, del fotógrafo don Manuel Alcázar
Así es que todo iba bien hasta que empezaron a cometerse las «atrocidades urbanísticas» de los gobernantes jienenses, La primera de ellas se hizo en el año 1932, en tiempos de la II República (creo que siendo alcalde don José Morales Robles) decidiéndose dividir aquella plaza en dos partes, y destruir aquellos «Jardinillos» para aprovechar su solar, y levantar allí un horroroso edificio para la Delegación de Hacienda de Jaén.
Pero sigamos con el teatro Cervantes. En mi juventud la «función estrella» era la de las 10 de la noche, y a ella iba lo más selecto de la sociedad giennense, para ver las películas o las funciones de teatro. El teatro siempre se llenaba
Cuando el empresario don José Fernández Cuevas que había llevado la gestión de este teatro desde 1927 murió en 1944, sus hijos Pepe y Ángel continuaron con el negocio del cine hasta el 1 de mayo de 1946, cuando la empresa pasó a manos de otra llamada «Roldán y Cía» de Santander, societaria de otra llamada «Norisur» del empresario jienense Don Juan Ramírez. Fue a partir de aquellos años (segunda mitad de los 50) cuando continuaron aquellas «atrocidades urbanística» en Jaén que finalmente acabarían con el gran teatro «Cervantes»
Una de las que viví en «primera persona» fue cuando las autoridades de aquel tiempo tomaron la decisión de «cortar las palmeras» que habían acompañado a la plaza del mismo nombre durante mas de 43 años. En la foto siguiente de un fatídico día de 1955, puede verse el inicio de aquella absurda e innecesaria operación urbanística de «remodernizacion» de esa plaza. Hasta el reloj que colgaba de la puerta de la antigua «Relojería Eloy» marca la hora de aquel desastre para las generaciones venideras.
La nueva Plaza resultante se rebautizó como «Plaza de José Antonio«, pero ya nunca sería la misma. Se llevaron la estatua de don Bernabé Soriano al parque de La Alameda (hoy restituida a la plaza) y quedo con el horrible aspecto que certifica la siguiente foto, tomada en el mes de Abril de 1,958 en la que puede verse con su nuevo aspecto, desafortunado y pretencioso, que se mantuvo durante un montón de años
Junto a la nueva plaza el viejo «Teatro Cervantes» aun tuvo momentos de gloria y recuerdo haber ido a ver allí a Zorí-Santos-Codeso y a las compañías de revistas de Tony Leblanc, Antonio Casal, Gila, Ethel Rojo y Juanito Navarro, e incluso pude ver en su escenario a Antonio Molina y al Dúo Dinámico, pero en pocos años los acontecimientos se precipitaron y aquel hermoso teatro cayó en picado, pasando a ser de un local que ofrecía más de 225 piezas teatrales al año, a presentar en 1966 solo una representación del programa de TV «Reina por un día«.
En sus últimos estertores sólo sobrevivía a base de «películas de saldo«; finalmente, cerró sus puertas en 1967, para ser sacado a pública subasta el 29 de octubre de 1968; pero antes se produciría una jugada maestra de su avispado empresario señor Ramírez, que compró el edificio a la familia Cuevas y también la parte que tenía don Pedro Millán, y lo vendió todo al holding RUMASA. Los gestores políticos de Jaén, en aquellos años, pese a las muchas voces críticas que en la sociedad local se levantaron, hicieron «oídos sordos» y en 1972 se dictó la «orden de demolición del Teatro Cervantes» que fue ejecutada en julio de 1975. Recuerdo muy bien, el día a día de aquella demolición y como la piqueta iba destruyendo aquel hermoso teatro, ante «la pasividad oficial», la indiferencia de muchos y la impotencia de todos
Cuando desapareció, quedaron «limpios» sus 1.419 metros cuadrados de solar, entre la calle Bernabé Soriano, la Plaza de Jose Antonio (antigua «Las Palmeras») y la plaza de Dean Mazas, que fueron «recalificados» ( el «money» es el «money») y allí se construyó un moderno edificio multiusos que incluía en sus bajos a un banco y a un horroroso «micro- cine» de igual nombre que su homónimo (que hoy ya está cerrado). La pintura de la bóveda fue trasladada a los cines Avenida de Jaén (hoy también cerrados) y finalmente todo se ha perdido.
Solar después de la demolición
Y así es como, la piqueta, obediente a los intereses económicos términó con aquel bello teatro y aquella hermosa plaza de Jaén, por eso voy hoy a terminar mi «túnel del tiempo» acordándome de aquella canción de Joaquín Sabina que se titulaba: «Y nos dieron las diez» y de aquella parte de la misma en la que dice: «llegó otro verano y en lugar de tu bar me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano«. En mi caso, voy a cambiar la palabra: «bar» por la de: «Teatro Cervantes» y la del banco en cuestión por el que hoy ocupa su sitio que es el «Banco de Santander» . La Plaza de Jose Antonio hoy se llama «de la Constitución» y en el año 2008, volvió a reformarse incluyendo un parking, una zona peatonal y una fuente central en donde se ha colocado un monumento alegórico a la alfarería, obra del ubetense Paco Tito. Cierto que está «menos fea» que aquella horrorosa primera reforma que le hicieron a finales de los años 50 y que también han vuelto a colocar allí la estatua de don Bernabé Soriano desde su triste ubicación de La Alameda, pero aún así, la nueva plaza no se puede comparar con lo que era la primitiva y hermosa «plaza de las Palmeras»
Y cierro los ojos y vuelvo a sumergirme en el baúl de mis recuerdos para recrear en mi memoria a aquel hermoso «Teatro Cervantes» y a aquella hermosa «Plaza de las Palmeras» de los tiempos de mi juventud. Y me gustaría hacer lo que decía Sabina en su canción, o sea eso de: «tu memoria vengué a pedradas contra los cristales«. Ganas no me faltan
Fuentes
«Jaén en blanco y negro
introducción para una historia de la fotografía en Jaén (1860-1960)»
Editores: Jaén (C/ Salido, 15) : J. López, 1995
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