¿Existió el Planeta de los Simios?

Ayer se estreno en los cine españoles, la última entrega de la saga «humanos-simios» titulada «Amanecer en el planeta de los simios» donde veíamos una generación de simios genéticamente alterada que amenaza con acabar con los humanos supervivientes al virus que se desató en el primer film de «El Planeta de los Simios«. Aquella película de Franklin J. Schaffner (luego repetida por Tim Burton) basada en una novela de ciencia ficción de Pierre Boulle, en la que se nos planteaba la hipótesis de una nave espacial que en en año 2500, viajando hacia la estrella Betelgeuse del cinturón de Orión, se estrella en un planeta desconocido. Según los cálculos de la computadora, de a bordo, por la dilatación del tiempo y la relatividad de Einstein estaban en año 3978 de la Tierra o sea que habían transcurrido 2006 años después del primer lanzamiento de aquella nave (que en la novela era 1972) y allí se encuentran con una civilización compuesta por simios: chimpancés, gorilas y orangutanes, que han evolucionado hacia la inteligencia, mientras que la raza humana vive en estado salvaje. Al final descubrimos que ese planeta es la Tierra, (reevolucionada, tras una guerra nuclear) en aquel inolvidables final en el que Charlton Heston descubre los restos de la estatua de La Libertad

¿Podría ser cierta esta fantasía para la Tierra? Según la teoría de la evolución no, porque los simios y los humanos no pudieron convivir simultáneamente en un mismo espacio y en un mismo tiempo con distintos grados de evolución. El 24 de Noviembre de 1859 Charles Darwin publicó su obra «El origen de las especies» en la que nos aseguraba que el ser humano y el mono descendían de un antepasado común. Los primeros homínidos surgieron en el Oligoceno Superior entre los 5 y 25 millones de años. De ellos derivaron el Dryopithecus y el Aegyptopithecus que, en su momento, se consideraron antecesoras de los primates; estas especies dieron paso al Australopihecus del Plioceno de hace cuatro millones de años que ya tenía un rostro parecido al del chimpancé, y el mismo dio paso al Homo habilis hace dos millones de años en el Pleistoceno, que ya tenía una capacidad craneal mayor (entre 500 y 750 centímetros cúbicos); de ahí salió el Homo erectus, hace 1,6 millones de años, que ya alcanzaba una talla entre 150 y 160 centímetros y que fue el antecesor del Homo sapiens sapiens, especie claramente humana de hace unos 300.000 años

Por consiguiente la línea evolutiva de la especie humana nos dice que los hombres y los simios se separaron en su evolución. Parece ser que los humanos y los chimpancés compartieron un ancestro común y que estuvieron genéticamente unidos al menos durante cuatro millones de años, pero la diferenciación de la especie humana con respecto a la de los simios debió de producirse hace unos 6,3 millones de años.

Pero, ¿hubo hominidos trabajando alguna vez para el Homo Sapiens? ¿Pudo existir alguna vez la convivencia de estas dos especies en una línea evolutiva ? Pues, parece ser que si, ya que ha habido un hallazgo arqueológico que nos dicen que existió un pueblo donde los homínidos realizaban el trabajo duro de las minas (por su inferioridad intelectual) aunque luego tenían el mismo trato que sus señores ya que «se les enterraban junto a ellos» y con los mismos honores.

Todo empezó en el año 1974 y, fue precisamente en España, en una zona conocida como «el llano de los tesoros» en el área minera de Río Tinto (Huelva). Es el misterio conocido como «las cabezas de Torrecampo»

En síntesis se trata de un asombroso descubrimiento, cuando unas excavadoras horadaron la cubierta de una cueva que había estado sellada durante milenios y extrajeron de allí unos trozos de huesos humanos y unas esculturas sorprendentes. Se trataba de 70 esculturas que representaban lo que parecía ser un «catálogo de la diversidad racial» del planeta Tierra en un momento determinado.

Aquellas esculturas eran una fiel representación de diversas razas humanas europeoides, negroides, mongoloides y amerindia e incluían también representaciones de homínidos como el Australopithecus y el hombre de Neanderthal (dos especies surgidas de troncos diferentes) y sugerían que aquellos seres estuvieron en estrecho contacto ya que fueron representadas como «formando parte de una colectividad» hasta el punto de haber sido enterrados juntos.

Las estatuas fueron llevadas a la Casa-Museo Posada del Moro en Torrecampo ( Córdoba ) por el geólogo Esteban Márquez Triguero para su estudio. Según Esteban, este conjunto escultorico fue realizado hace unos 11.000 años y el antropólogo G. Diez nos añade que: «Nos encontramos ante las innegables primeras representaciones escultóricas de una especie intermedia entre el mono y el hombre moderno; es decir, ante individuos con caracteres simiescos que sin lugar a duda son del tipo hominoideo paleoantropo«.

La perfección de aquellas esculturas, indicaba que quien las hizo tuvo ante si «los modelos originales» y surgen las preguntas: ¿pero no se habían extinguido los Australopithecus un millón de años antes? ¿No había dejado de existir el Homo sapiens 300.000 años antes ? ¿ No quedamos en que el último asentamiento conocido del Hombre de Neardental datado por la ciencia era de hace unos 30.000 años? ¿Cómo pudieron todas estas especies «posar juntas» ante un escultor en un momento determinado ? El arqueólogo e historiador R. Gomez Muñoz nos añade que estas esculturas parecen indicarnos que los homínidos convivieron con el hombre moderno, lo que rompe de lleno la teoría de la evolución de Darwin.

El misterio de «las cabezas de Torrecampo» nos viene a decir que tal vez hace unos 11.000 años pudo haber homínidos trabajando para el Homo sapiens.Tal vez lo que se nos cuenta en las sagas de «El Planeta de los Simios» no sea tanta ficción

Fuente:

http://origenhumano.blogspot.com.es/2013/02/en-busca-de-la-lengua-aborigen.html?m=0