La culpa la tuvo Ahmed Zaki al-Yamani

Si no hubiera sido por Ahmed Zaki al-Yamani la energía nuclear, tal vez no habría tenido el gran desarrollo que hoy tiene en el mundo. Al-Yamani era el Ministro del Petróleo de Arabia Saudí y el presidente de la OPEP cuando en 1973, Israel, tuvo aquella guerra con Egipto y Siria que fue llamada con el nombre de la festividad judía del «Yom Kippur” y bajo su liderazgo en la OPED los países árabes integrados acordaron en una reunión secreta de Agosto de aquel año el «utilizar el petróleo como arma» para presionar al mundo occidental de que cesara su apoyo a la causa judía.

Lo que tal vez no pensó el jeque Ahmed Zaki al-Yamani fue que, sin quererlo, su decisión fomentó el desarrollo en el mundo de la energía nuclear como fuente de energía barata e ilimitada pero empecemos desde el principio.

El 6 de Agosto de 1945 la opinión pública mundial despertaba horrorizada a la «era atómica«, cuando aquel bombardero B-29, bautizado como «Enola Gay» dejaba caer la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. La energía liberada durante aquella detonación hizo que se alcanzaran temperaturas de 14 millones de grados centígrados y se liberaran 23,2 millones de KWh.

Los americanos siempre llevarán en su conciencia aquella atrocidad y por eso, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial se empezó a divulgar en los EE.UU la idea de una «aplicación pacífica» de la energía nuclear para ser usada como una nueva fuente generadora de energía que compensara la insuficiencia de los recursos energéticos y allí empezó a venderse el cuento de la lechera de una energía barata y abundante basada en la fisión de los átomos de uranio. Una «cara amable» de aquella energía atómica que causó el horror de las bombas nucleares arrojadas sobre Japón.

Y así fue como en Estados Unidos, en el año 1953 entró en servicio el primer prototipo de reactor nuclear de agua a presión, en el que se empleaba agua ligera y uranio enriquecido a fin de experimentar el desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos.

La Unión Soviética siguió los pasos americanos y terminó la construcción de su primera central nuclear de tipo industrial en 1954. La misma entró en servicio en junio de ese mismo año y estaba equipada con un reactor de agua a presión, con moderador de grafito, utilizando como combustible uranio enriquecido con una potencia térmica de 30 MW y eléctrica de 5 MW.

En el año 1952, los técnicos de la Gulf y de la Westinghouse hicieron esta profecía:,»aunque de momento el coste no parezca competitivo, lo cierto es que las centrales nucleares se construirán» pero se equivocaron porque la energía nuclear «no cuajó en los EE.UU«. De hecho, las compañías eléctricas decidieron no comprar reactores nucleares, y algunas que lo habían hecho, cancelaron los pedidos de algunas ya compradas. La razón era «simplemente económica» porque ya se estaba viendo que la seguridad de una central nuclear se basaba en aumentar su tamaño, equipándola con los mejores componentes, las mejores protecciones y los circuitos dobles, lo cual encarecía su construcción y aumentaba su tiempo de puesta en funcionamiento sin contar el bajo «ratio de retorno de capital» ya que se pensaba que una central nuclear tendría un rendimiento del 80% durante una vida media de 30 años a partir de los cuales el grado de contaminación sería tan elevado que ya no se podría trabajar con ella y además había que considerar las paradas por averías lo que ocasionaba la inmovilización de capitales que consumían grandes intereses. Por esta razón los accionistas americanos prefirieron, antes de 1973 no invertir en centrales nucleares y hacerlo en otras fuentes energéticas como las de los aerogeneradores en California.

Pero llegó Ahmed Zaki al-Yamani y en 1973 decidió cambiar la política de los productores árabes durante aquella guerra árabe-israelí de 1973/1974 acabando con la «energía barata» basada en el petróleo y con esto abrió la puerta a la expansión de la energía nuclear. El 16 de Octubre de aquel año la OPEP por él dirigida elevó los precios del petróleo desde los 2,5 dólares por barril (dpb) de enero de 1973 y los fueron subiendo y subiendo hasta llegar a los 11,5 dpb de 1974.

Se abrió el pánico en los mercados y las cosas se pusieron tan mal, que en Francia se prohibieron los anuncios luminosos desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana; en Holanda, Luxemburgo, Bélgica e Italia se anunció que quedaba prohibida la circulación de automóviles en domingos; en Suecia, el Ministro de Comercio instó a los ciudadanos a rebajar un par de grados la temperatura de sus radiadores; en el Reino Unido y Alemania se comenzó a aplicar el racionamiento en las gasolineras y en EE. UU, incluso el Presidente pidió poderes extraordinarios al Senado para legislar medidas de racionamiento. En resumen, lo que hizo al-Yamani fue que Occidente «le viera las orejas al lobo» y aunque en Marzo de 1974 su OPEP levantó aquel embargo petrolífero «las consecuencias» de su decisión ya eran imparables

Al cambiar «las reglas del juego de la energía» , al-Yamani disparó todas las alarmas. En aquel año la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) había estimado que para 1980 el mundo tendría unas necesidades de energía de 11,800 millones de Tucp (toneladas de unidades de carbón piedra) y había empezado a plantear el uso alternativo de la energía nuclear. Aquella sugerencia, en principio se basaba en la llamada «teoría del Pico de Hubbert» que avisaba de que habría un punto temporal a partir del cual las compañías petrolíferas no conseguirían suplir las reservas de crudo que se agotasen con el hallazgo de otras nuevas. En la misma línea, la compañía Exxon Mobil también había presentado un informe sobre las tendencias energéticas, emisiones de gas de efecto invernadero y energías alternativas, y venia a decir que, incluso contando con las reservas que, previsiblemente se podrían descubrir, habría que disminuir el consumo anual de petróleo entre un 4 y un 6% para adecuar «los gasto con los nuevo descubrimientos».

Pero «habiendo petróleo barato», el mundo no estaba por la labor de apostar por la energía nuclear. Por tanto lo que hizo Ahmed Zaki al-Yamani en 1973 fue algo así como «una gota que colma el vaso» ya que con su decisión de encarecer aquella fuente de energía el mundo empezó a considerar a la energía nuclear como una «fuente sustitutiva del petróleo» y desde que nuestro jeque decidió liar aquel «follón» la producción de energía basada en reactores nucleares se generalizó.

Si pudiera dirigirme al señor Ahmed Zaki al-Yamani le diría: ¿Sabe Vd. lo que hizo? Esto es lo ha Vd. ha conseguido

PRIMERO.- Tenemos un mundo lleno de centrales nucleares NO SEGURAS, lo que ha quedado confirmado por los graves accidentes que se han producido y que continúan produciéndose. . Pensemos que solo en el accidente de 1986 de Chernóbil (Ucrania) ya se arrojaron a la atmósfera casi 200 toneladas de material fisible, que suponen una radiactividad equivalente a casi 500 bombas atómicas como la de Hiroshima.

SEGUNDO.- Los «residuos radioactivos» de esas centrales nucleares, son una amenaza para el futuro y representan uno de los principales problemas de la humanidad. Un solo reactor de agua ligera (LWR) de 1.000 Mw ya produce casi 50.000 m3 anuales de materiales estériles que contienen radio y torio

Y para deshacernos de estos residuos nucleares hemos implantado los llamados «basureros atómicos«. Hay algunos que «se cuidan» como el situado en la selva virgen de Carolina del Norte, cerca de la central nuclear de Shearon Harris, propiedad de la corporación Progress Energy en donde las barras usadas del combustible nuclear se almacenan en piscinas refrigeradas con circulación de agua fría pero si hay soluciones «más barata» ¿para qué vamos a gastar tanto dinero? El mar «lo aguanta todo» y nada mejor que depositar esos restos allí. En España tenemos un basurero atómico situado a 388 millas del cabo de Estaca de Bares (Galicia)

Lo malo es que en esos basureros atómicos submarinos ya se han descubierto contenedores con bidones abiertos después de permanecer 20 años bajo el agua, lo que es una mala noticia, máxime si tenemos en cuenta que un sólo gramo de plutonio-239 ( un isótopo radiactivo no existente previamente en la naturaleza) ya es que capaz de causar cáncer a un millón de personas y que este isótopo emite radiactividad durante cerca de 250.000 años, lo cual supone 25 veces más tiempo que el de toda la Historia conocida de la Humanidad.

¿Dónde está los límites entre «energía abundante y barata» y «peligro para la humanidad»? ¿Lo sabe señor Ahmed Zaki al-Yamani? En 1990 fundó usted en Londres el Centro de Investigaciones en Energía Global y desde entonces ha intervenido en diversos foros y congresos sobre energía, como experto en petróleo pero seguro que NO LO SABE. No se preocupe que la respuesta ya nos la dio H.Alfven, premio Nobel de Física en 1970 cuando afirmó que: «los desechos radiactivos llegarán a ser tan considerables que podrán contaminar la totalidad de nuestro planeta»

Yo no le perdono señor al-Yamani lo que hizo en 1973. Y ya no basta con decir eso de «Nucleares no, gracias»