Gabriel Arias Salgado fue aquel delfín de Franco que cuando en 1962 fue nombrado Ministro de Información y Turismo, alargó la Ley de Prensa de 1938, para emplear la «censura previa» a la información. Con una implacable severidad, una Ley hecha para «tiempos de guerra» el señor Arias Salgado la prolongó durante veintiocho ochos.. En su artículo segundo, aquella Ley decía:,‘...La censura mientras no se disponga su suspensión’ pero aquella «suspensión» fue alargada «contra natura» de forma obcecada por don Gabriel.
Con aquella Ley se sometió a la prensa a una censura absoluta, neototalitaria y represiva, que impedía la critica al gobierno. La «censura previa» prohibía mencionar a determinadas personas y hablar de sucesos que pudieran dar una «mala imagen» del Estado, y los nombramientos de los directores de los periódicos correspondían al ministro, quien podía destituirlo si consideraba que «su actividad era nociva para el Estado».
El poder de Arias Salgado se fundaba en su férrea fidelidad al Caudillo porque Franco era un hombre que prefería «la absoluta lealtad a su persona antes que la eficiencia» , por eso, cada vez que se le quejaban de las absurdas medidas de represión que utilizaba don Gabriel Arias Salgado siempre respondía con un: ‘Sí, sí pero mes es fiel’ .
Aquella Ley represiva de la opinión duró hasta 1966 cuando se aprobó la llamada ‘Ley Fraga’, que suprimía aquella «censura previa» pero solo fue un tímido intento liberalizador porque don Manuel Fraga al mismo tiempo ampliaba las sanciones a los medios por lo que la «libertad de expresión» ese derecho humano, señalado en el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, fue finalmente recogido en nuestra Constitución de 1978 en su Artículo 20 que reconoce y protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones.
A ningún Gobierno le interesa que se publiquen noticias o comentarios que «vayan contra sus intereses» y hay mil formas de influir en los medios para ello. Las más común es la de «amenazarlos con reducirles la publicidad institucional» pero aún así gracias a la «prensa libre» en España hemos podido formarnos acertadas opiniones de casos como las presuntas corrupciones políticas de los clanes Pujol, el «caso Gürtel» o el «caso Urdangarin» que con una «censura previa» habrían quedado silenciados.
Pero nuestro ministro de Justicia, don Alberto Ruiz-Gallardón, ha decidido «parecerse a don Gabriel Arias Salgado«. Tiene todas las cartas a su favor para ello, ya que está demostrando una absoluta fidelidad al «Caudillo Rajoy» y este- igual que don Francisco- también «prefiere la lealtad a su persona antes que la eficiencia» por lo que utilizando el «camino directo» ha decidido recuperar la «censura previa» del señor Arias Salgado pero sin prorrogar ninguna Ley preexistente sino yendo MUCHO MÁS ALLÁ y proponiendo elevar la misma a rango de Ley» con una propuesta de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que prevé pedir responsabilidades penales a los medios de comunicación que difundan noticias sobre un proceso judicial blindado por un juez o un fiscal.
Igual que en aquella película «El Silencio de los Corderos» ahora don Alberto toma el papel del doctor Hannibal Lecter y repite aquella frase que el mismo dirigía a la agente Clarice del FBI. Don Alberto, probablente habrá musitado al oído de don Mariano estas palabras referidas a los directores de los informativos de prensa, radio y TV
«Bueno, Mariano, los corderos han dejado de gritar«