Hay un portal en internet dedicado a recopilar los parecidos más divertidos de la red, mostrando imágenes de los “dobles de los famosos”. Por eso hoy voy a hablar «del gran parecido» que existe entre nuestro Rey Juan Carlos I y el difunto rey Luis XVI guillotinado en Francia. Existen entre ambos personajes “grandes similitudes» tanto en lo físico como en sus caracteres. Empecemos por el “aspecto físico” Sus caras son muy parecidas.
La explicación está en una cosa que se llama «huella genética» (también llamada prueba de ADN ). Se trata de una técnica utilizada para distinguir entre “individuos de una misma especie” utilizando «muestras de su ADN». Una de esas pruebas se llama “Análisis del cromosoma Y” usando cebadores específicos para regiones de este cromosoma que amplifican secuencias «sólo heredadas por parte paterna”. Este tipo de análisis sirve para “comparar relaciones familiares por parte del padre y de la descendencia de varones” y resulta que la “genética” de nuestro rey Don Juan Carlos I de Borbón y la del Rey de Francia Luis XVI nos muestra que son “parientes directos”.
Esto quedó probado en un estudio que se realizó en colaboración con nuestro Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en donde tambien participó el investigador español Carles Lalueza‐Fox del Instituto de Biología Evolutiva (centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra. El citado estudio fue dirigido por el investigador de la Universidad Médica de París Oeste (Francia), Philippe Charlier, y estuvo dedicado al análisis de la cabeza de Enrique IV, fundador de la casa Borbón en Francia. Philippe Charlier, analizó la cabeza de aquel monarca francés, desaparecida en 1793, durante el llamado “Régimen del Terror”, cuando su tumba fue profanada, y que posteriormente reapareció en el siglo XIX en una colección privada. La misma fue adquirida en 1919 por un anticuario, que a su vez la revendió a un matrimonio de jubilados y estos la cedieron a la “casa de Borbón”.
La citada cabeza fue autentificada en 2010 por un equipo de especialistas, al frente de los cuales se encontraba el propio Charlier y sus resultados arrojaron 22 evidencias anatómicas, históricas, patológicas y antropológicas que permitieron afirmar, casi con certeza «que se trataba de la cabeza de aquel rey»,
Al principio no fue posible recuperar ADN de aquel resto momificado pero después sí se pudo extraer «material genético» de aquella cabeza, tomado del interior de la misma. Después ese material genético fue sometido al análisis del “perfil genético del cromosoma Y” y sólo faltaba encontrar otro «análisis idéntico» para comparar sus resultados con “presuntos familiares” de aquel rey.
Y la otra muestra se encontró en el rey Luis XVI de Francia, que fue ejecutado en una brumosa mañana del 21 de enero de 1793. A las diez y media de la mañana de aquel día, la cuchilla de la guillotina “cortó su cabeza” y el verdugo Samson la cogió por los cabellos para mostrarla al pueblo. La “sangre del rey” era un “trofeo” y los furiosos radicales, subieron a la tarima donde estaba aquella guillotina para “mojar sus pañuelos en aquella sangre”. Uno de aquellos pañuelos manchado con sangre real fue depositado por uno de los testigos de aquella ejecución en el interior de una calabaza con una decoración que afirmaba que la misma «contenía la sangre del Rey de Francia” y esta finalmente llegó al poder de una familia de aristócratas italianos. Con aquella muestra el investigador Lalueza‐Fox, dirigió otro estudio analizando la sangre de aquel pañuelo y tambien fue posible recuperar «el perfil genético del cromosoma Y del rey Luis XVI de Francia«.
A final se coordinaron ambas investigaciones y sus resultados fueron publicados en la revista “Forensic Science International”. El artículo se llama: “Genetic comparison of the head of Henri IV and the presumptive blood from Louis XVI (both Kings of France)”. Lamentablemente no puedo dároslo porque “es un artículo de pago” y el poseerlo cuesta 31,50 USD pero aquí os dejo el enlace
La conclusión, de mismo es que “la genética de ambos monarcas” Enrique IV y Luis XVI mostraban «un cromosoma Y extremadamente raro” en las poblaciones actuales. Así fue como quedó confirmado que el ADN de ambos reyes (“sangre del pañuelo” y “cabeza momificada”) pertenecen “a la misma línea de descendencia masculina separada por siete generaciones” y quedaba probado que Enrique IV y Luis XVI tienen “la misma línea de descendencia paterna” . Esta «confirmación de parentesco» parece cerrar al mismo tiempo una vieja discusión acerca de “la legitimidad de Luis XIV”, puesta en ocasiones en tela de juicio ya que el hecho de que los genes de Enrique IV llegaran a Luis XVI implica que los mismos “tuvieron que ser transmitidos por todos los monarcas anteriores, incluyendo al Rey Sol” y como afirma Charlier: “esta afiliación genética entre y Luis XVI también confirma «la paternidad de Luis XIII en relación con Luis XIV«, algo que ha sido durante décadas motivo de controversias históricas” y «la veracidad del árbol genealógico entre Enrique IV y Luis XVI«.
Esto a los españoles debería de importarnos porque Enrique IV (conocido como Enrique el Grande o el Buen Rey) fue el “fundador de la actual Casa Borbón”, la de nuestro Rey Juan Carlos y de su hijo el Príncipe Felipe. La dinastía de Don Juan Carlos I lo entronca directamente con Philippe de Bourbon, duque de Anjou (que luego llegó a ser Felipe V de España y fundador de la casa de los Borbones) que era el segundo hijo de Luis Gran Delfín de Francia (1661–1711) por su matrimonio con María Ana de Baviera y nieto por tanto del rey Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, nacida infanta de España. Todos estos estudios muestran que los reyes de Francia y la Cada Real española tienen una línea genética común
Una vez establecida la razón de los “parecidos físicos” entre ambos reyes nos queda por analizar “sus parecido de carácter ”. Ambos tiene “un punto en común” y es que son “hombres DÉBILES» y poco interesados en «los asuntos políticos”, dejándose fácilmente influir por sus camarillas de cortesanos. En resumen que a ambos los iguala una “FALTA DE AUTORIDAD”
Cuando se produjo la Revolución Francesa y la ocupación de los Estados Generales por un puñado de iluminados que se autoproclamaron “Representantes de la Nación”, Luis XVI dijo estas palabras: “Ils veulent rester, eh bien, foutre, qu’ils restent!” (“¡Quieren quedarse, pues bien, joder, que se queden !”) y continuó con aquella debilidad” cuando unos meses después una multitud fue a buscarlo a Versalles para conducirlo por la fuerza a París. Entonces el rey dio orden a su Guardia de “no disparar” (“Hay que tener un alma atroz para derramar la sangre de sus súbditos, para oponer resistencia y provocar una guerra civil”) y finalmente, tres años más tarde, en su “último día como rey”, cuando lo peor de los bajos fondos y el mundo de la delincuencia parisina asaltó su palacio de las Tullerías, volvió a dar orden a su Guardia Suiza de “no oponer resistencia” .
En 1948, nuestro Rey D. Juan Carlos (entonces príncipe) llegaba a España después de un acuerdo entre el heredero dinástico, el Conde de Barcelona, y el general Franco, para que se formara en la dictadura. Se educó bajo la supervisión del dictador, con profesores fascistas y pasó por todos los ejércitos hasta alcanzar el grado de Capitán General. El entonces Príncipe, al ser instaurado como Rey de España, en 1975, podría haber traicionado el legado de Franco y propiciar la llegada de una “democracia verdadera” pero en lugar de eso y siendo la “máxima cabeza del Estado Español ” se ha permitido hacer una “política del avestruz y paños calientes” . Con su “debilidad de carácter” se han instaurado en España los “políticos de la casta parasitaria” y siendo «tibio» como su “pariente Luis XVI Don Juan Carlos, ha permitido que en España avancen los NACIONALISMOS y ha puesto a su Patria en un “callejón sin salida” con una Cataluña en proceso de segregación y otras regiones españolas caminando hacia un “Estado propio”.
Y lo triste es que fue precisamente un antepasado suyo llamado Felipe V, primer rey de la Casa Borbón, el que puso en marcha el intento de “centralización del Estado español” y el que sea ahora su descendiente y «débil Rey” , Don Juan Carlos I a quien puede tocarle presidir la disgregación del Estado Español suena a paradoja..
Don Juan Carlos de Borbón “lo tenía todo” para haber dejado su sello indeleble en los libros de Historia, pero echó por la borda su “capital político” con “secretos de alcoba y de dinero” y ha tirado a la cuneta buena parte de su prestigio y, lo que es peor, “el futuro de la Institución”. ¿Hay que seguir con la palinodia de la “sacrosanta transición” o decimos ya directamente «que nuestro rey va desnudo”?
Afortunadamente para él la sociedad española siempre se ha empeñado en “salvar a su Monarquía” (y más concretamente a los Borbones) “de sus propios errores” por lo que nuestro Rey puede felicitarse por la suerte que ha tenido «de no acabar como su antepasado”.
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