Ya tenemos a Iñaki Urdangarin declarando ante el juez y su defensa se basa en decir que «él era sólo una figura decorativa» , porque el administrador de las sociedades era Diego Torres y él «desconocía cómo se gestionaba» o sea, que quiere descargar sobre sobre su socio Diego Torres toda la responsabilidad por sus presuntos delitos cometidos en el Instituto Nóos, y desvincularse por completo de las irregularidades detectadas.
Pero NO CUELA porque es sabido que era Urdangarin quien actuaba «de gancho para conseguir fondos públicos» y era «el que sacaba dinero de las sociedades» a discreción y, por si no hubiera ya suficientes elementos en su contra, en el transcurso de la declaración el juez le hizo saber «que habia una nueva cuenta a su nombre en un paraíso fiscal».
Hay que echarle CARA DURA y lo peor es que, al parecer en la Zarzuela ya se sabía desde antes de 2007 que los Duques de Palma «se estaban enriqueciendo» aprovechándose de su posición privilegiada en la Casa Real, y que la misma- presuntamente- estaba «encubriendo al yerno real» hecho que se demuestra cuando el año 2006 manda a Barcelona al Conde de Fontao, para que «ponga orden» en la trama de empresas del «yerno perfecto«. Es decir, ya por aquel entonces, la Casa Real tenía mucha información de las «irregularidades», que ahora el juez Castro está ahora investigando.
Si no hubiera existido el personaje de Pepote Ballester, regatista y campeón olímpico, amigo de Urdangarín, ex director general de Deportes del Gobierno de Jaume Matas, y si no hubiera pactado con la Fiscalía Anticorrupción «un acuerdo de colaboración con la Justicia» , seguramente nunca hubiéramos conocido estos hechos «presuntamente delictivos» del amigo Urdanga. Si no hubiera existido el relato pormenorizado que hizo el regatista Ballester sobre las supuestas irregularidades en los contratos de Nóos, por 2,3 millones, con fechas, reuniones, quién decidía, cómo se hizo y lo que no se realizó, quizás seguiríamos en la inopia.
Espero que el Juez «no se deje presionar» y LO IMPUTE, aunque, en cualquier caso, el Duque de Palma ya es «el mejor activo de la causa republicana«.