Lutero, el diablo y el dolor de tripas

 ¿Qué tuvieron que ver el diablo y el dolor de tripas en la inspiración de la Reforma protestante que hizo aquel monje alemán llamado Martín Lutero? Pues bastante porque ambas cosas influyeron en la génesis de quel movimiento opositor que hizo este monje contra la Iglesia Católica Romana y que desafió la autoridad del Papa, porque este hombre fue una persona con un carácter irascible y grandes cambios de humor a la que que todo parecía sacarle de quicio. 

Porque el carácter de Lutero estuvo marcado por dos constantes: su obsesión por el diablo y una mala salud– que se manifestaba concretamente en un continuo dolor de tripas. Con estas dos constantes podrían explicarse muchos de los arrebatos de indignación de este hombre que llegó a atacar al rey Enrique VIII tildándolo de «afeminado» , y que arremetió contra sus oponentes teológicos calificándolos de «agentes del diablo» y «proxenetas» y que terminó sus días usando un lenguaje sucio y grosero llegando a decir del Papa Clemente III que era el «el anticristo» y «un gerente de burdel por encima de todos los gerentes de burdeles y de todas las lascivias, incluidas aquellas que no se deben nombrar».

La sublimación de estos insultos la culminó con una mofa de este Papa con estas bonitas palabras «… de tan horrible pedo que soltó aquí el culo del papa Seguramente apretaría con gran poder para soltar un pedo como un trueno». A la Iglesia Católica también le dedicó «perlas» como esta: «es igual que un mercader que vende vulvas, genuales y pudendas» . Encantador ¿verdad? Pero todo tiene una sencilla explicación.

El 10 de noviembre de 1483, a las once de la noche, en Eisleben, un pueblo alemán de la Sajonia-Anhalt, Margarita Ziegler, esposa de Hans Luder dio a luz un niño que se bautizó al día siguiente en la iglesia de San Pedro de aquel pueblo, y al que pusieron por nombre Martín. Era el primogénito de la familia (fueron nueve hermanos) y la humilde casa en la que nació, hoy se emplea en aquel pueblo como una escuela para niños pobres con un busto del personaje que lleva la inscripción: «La palabra de Dios es la enseñanza de Lutero: por eso no perecerá jamás«.

A los seis meses de su nacimiento, sus padres se trasladaron a Mansfeld, un pueblo situado a poca distancia de Eisleben cuya propiedad pertenecía al conde del mismo nombre. Aquello ocurrió a finales del siglo XV y coincidió con un importante movimiento migratorio en Alemania similar al que, siglos después, se produciría en California con la llamada «fiebre del oro«. La causa era que habían comenzado allí a explotarse unos importantes yacimientos de cobre. El cobre puro que se lograban obtener en aquellas tierras, una vez fundido era uno de los mejores del mundo. Antes de aquel traslado los padres de Lutero se encontraban en tal estado de pobreza que su madre recogía leña para venderla y ayudar al sostén de la familia y su padre- un campesino ahogado por las deudas-  decidió arrendar dos hornos de fundición. en aquella ciudad encontrando en la minería la solución a sus problemas económicos, e incluso llegando en 1491 a ser concejal de aquel Ayuntamiento. 

Como personas piadosas que eran, los padres de Martín Lutero lo educaron en el temor de Dios, pero usando el estilo de aquellos tiempos, o sea, «la mano dura«, El personaje nos refiere que un día su padre llegó a castigarlo de un modo tan violento, que tuvo que huir, pero cuando volvió su madre volvió a azotarlo hasta correr la sangre (y todo-al parecer por coger una simple nuez). En la escuela su maestro también lo golpeaba pero Lutero pensaba, influido por el espíritu del medievo que con esos castigos se hacia menos merecedor del infierno y desde su más tierna infancia aprendió a tener miedo de Satanás. Él mismo nos cuenta, en sus escritos cómo se defendía del permanente acoso del diablo con oraciones e incluso, que una vez fue despertado en la noche por el maligno y tuvo que librarse de él lanzándole un tintero.

Y así es como llegamos al año 1501, cuando con dieciocho años de edad sus padres lo mandan a la Universidad de Erfurt, aunque su camino como Reformador de la Iglesia empezó cuando entró en el convento de Erfurt. Los libros, nos dicen que allí fué donde «la luz de Dios iluminó su alma»  y lo preparó para la poderosa revolución, de la cual iba a ser protagonista posterior pero hubo  «algo mas» que influyó en su comportamiento como luego veremos.

Cuando en 1507 fue ordenado sacerdote, el 2 de Mayo de aquel año, aquel monje agustino celebró su primera misa. A su padre no le gusto nada que se inclinara por la religión y le dijo aquel día : «Quiera Dios que esto no sea un engaño y un fraude del diablo» . Para un hombre obsesionado por el demonio, las palabras de su padre dejaron a Martin consternado de por vida porque toda la misma, hasta entonces, se había desarrollado en un continuo «combate contra Satanás» y decidió demostrar a todo el mundo que su vocación era sincera.

En el año 1502, el príncipe elector de Sajonia, Federico III, creó la Universidad de Wittemberg, y siete años después, en 1509, y con 26 años de edad, Lutero fue nombrado profesor de Teología en la misma. Por aquellos tiempos surgió un fraile dominico llamado Johann Tetzel, que era un monje enviado por el poder papal a Alemania para recaudar fondos destinados al pago de la construcción de la iglesia de San Pedro de Roma. El método usado para ello era la venta de indulgencias y a este fraile se le atribuye la frase de que: «En cuanto suena la moneda en el cofre, salta el ánima del purgatorio” que refleja muy bien la manera en que la Iglesia Católica obtenía los fondos para financiar sus construcciones. Con la simple compra de uno de estos documentos se obtenía el perdón de todos los pecados y las almas se liberaban del purgatorio por una buena cantidad de años. Lutero al observar estos tejemanejes eclesiásticos, empezó a darse cuenta de que la depravación y la corrupción se habían adueñado de los estamentos de la Iglesia de Roma mientras la sociedad vivía ahogada por el hambre y la pobreza y tuvo su oportunidad de luchar contra esa iglesia corrupta en 1511 cuando su orden lo envió a Roma para solicitar una cuestión importante para la misma.

En aquel viaje vio muchas cosas que lo escandalizaron y en lugar de la santidad que esperaba ver en el Papa Julio II, en vez de a un «servidor de Dios«, lo que vio fue a un hombre mundano dispuesto a derramar sangre para conquistar tierras, También vio a cardenales, obispos y sacerdotes burlarse de las cosas sagradas, y encenagados en la corrupción. Tras aquel viaje Martin Lutero se convenció de que, su «viejo enemigo», el diablo se había instalado en el Vaticano y comenzó su actitud beligerante contra la Iglesia Católica.

El 31 de octubre del año 1517, nuestro monje se decide a escribir al arzobispo de Maguncia para mostrar su descontento con la actitud de Johann Tetzel y de la Iglesia en general. Al mismo tiempo, expuso el documento enviado al arzobispo, con sus famosas 95 tesis, en las puertas de madera de la iglesia del castillo de Wittenberg. La más conocidas, es la numero 86, que rezaba así: “ ¿Por qué el Papa, cuya riqueza es hoy mayor que la de cualquier rico, no construye la iglesia de San Pedro con su propio dinero en vez de con el dinero de los creyentes pobres? ”.

Lo que consiguió con esto fue que, cuatro años después, el 25 de mayo de 1521, el emperador Carlos V lo declarase fuera de la Ley mediante el edicto de Worms.Empezó a ser perseguido y en el mes mayo de aquel año el príncipe Federico III que lo amparaba tuvo que trasladarlo al castillo de Wartburg cerca de Eisenach. para sacarlo de las constantes agresiones que recibía por su movimiento reformista. Bajo aquel destierro y- en el «reino de los pájaros»– como él solía llamarlo Lutero, decidió hacer una nueva interpretación de la religión católica a partir de las Sagradas Escrituras, rechazando el sistema de sacramentos de la Iglesia y afirmando que el evangelio debía de predicarse libremente y no ser objeto de comercialización, 

La indignación de Lutero contra la Iglesia de aquellos tiempos subió y su ánimo se exaltó y amargó haciéndolo más nervioso y más propenso a la rabia e indignación. En once semanas tradujo el Nuevo Testamento del griego al alemán e imprimió y publicó en 1522 el «Testamento de Septiembre» que se vendió como rosquillas convirtiéndose en un «best seller» de aquella época y estando presente en casi todos los hogares. En los años siguientes se publican partes del Antiguo Testamento, y finalmente, en 1534, aparece una edición completa de su Biblia escrita en idioma alemán. 

 

Fuente: Wikipedia

De esta manera Martin Lutero impulsó la Reforma protestante en la primera mitad del siglo XVI, y con aquella acción se inició un siglo de guerras de religión que ensangrentarían los campos de Europa pero la  «sagrada indignación» de este monje agustino llegó a su máximo valor cuando en aquel castillo de Wartburg, empezaron a aumentar los males de sus cuerpo que él atribuía  a su lucha contra Satanás

¿ Y que le pasaba a Lutero? Pues simplemente que tenía un «dolor de tripas crónico«. Los seres humanos somos personas y un simple dolor de muelas nos puede cambiar el carácter y hacernos irascibles. Durante gran parte de su vida como adulto, aquel monje sufrió de estreñimiento y hemorroides ( también tuvo una catarata en un ojo y un trastorno del oído interno llamado síndrome de Méniére). Todos estos problemas de salud le provocaban mareos y desvanecimientos y a medida que su salud iba empeorando su carácter se iba agriando.

Aquel «estreñimiento crónico» fue el secreto inconfesable de Lutero, Cuando una persona no puede evacuar, la causa más probable es la  de una absorción excesiva de agua en su intestino grueso lo que origina unas heces secas y duras. Aunque Lutero afirmaba que sentía desprecio por el diablo y que le daría «un pedo por bastón». la realidad era que su estreñimiento le ocasionaba un continuo dolor de tripas por lo que llegó a la conclusión de que: «Satanás se alojaba en sus intestinos«. Cuando tenía que soportar el suplicio de hacer una «evacuación fecal» lo pasaba tan mal que para él todo aquello tenia que ser «obra del demonio«. 

Con todo lo relatado aquel monje se convirtió en un ser airado en continua pendencia con el ser que estaba en su barriga y cada vez que trataba de aligerar su vientre entre esfuerzo y esfuerzo realizaba una especie de exorcismo con la esperanza de expulsar al monstruo que habitaba en sus intestinos. La dieta y la educación son la mejor prueba de lo que podemos llegar la ser, y si Lutero no hubiera sido un niño maltratado que desarrolló un gran temor al diablo y hubiera  tomado mas fibra vegetal , tal vez no le hubiera dolido tanto su barriga y tal vez aquellas «guerras religiosas» que tanto perturbaron  la vida de Europa en la Edad Media no se habrían producido.

Pero, claro, todo esto no es mas que una «fantasía histórica» 

Fuentes:

Tourhistoria

Ntslibrary. «Martín Lutero. Su vida y su obra» 

Eric Metaxas. «Bonhoeffer. Pastor, Mártir, Profeta, Espía»

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