El deporte después de una guerra

Si hay un evento que resuma la cumbre del deporte eso son las Olimpiadas, pero ¿qué se necesita para ir a una Olimpiada? Es un proceso muy largo y difícil porque los atletas deben acreditar unas marcas de clasificación: OQT ( Olympic Qualifying Times ) y OST (Olympic Selection Times ) . Se hacen diversas pruebas masculinas y femeninas con una «base de tiempos» para el OQT y el OST, que son establecidas por las Federaciones de cada disciplina deportiva. Aparte de ello la normativa general de selección de un Equipo Olímpico suele estar controlada por la «Secretaría de Deportes» de cada Nación y por el «Comité Olímpico» de la misma, si lo hubiese, que son las que fijan las pautas para la selección de los atletas participantes.

Pero no siempre ha sido así y el mejor ejemplo fueron aquellos Juegos Olímpicos de Londres celebrados entre el 29 de Julio y el 14 de Agosto de 1948 a los que concurrieron 58 países y 4099 deportistas. La génesis de estos juegos tuvo unos precedentes que los convirtieron en unos «juegos descafeinados » ya que la selección de los deportistas que participaron en aquella olimpiada se hizo sin ningún orden ni criterio.

Todo tiene una explicación. Tras los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, se eligió Tokyo como la ciudad que albergaría la edición de 1940 pero los japoneses renunciaron a celebrarlos, por lo que los mismos se transfirieron a Helsinki, donde tampoco se pudieron celebrar por haber empezado entonces aquella Segunda Guerra Mundial que duró desde 1939 hasta 1945. Aparte de ello el Comité Olímpico Internacional, había perdido también a su «directivo estrella» que era el barón Pierre de Coubertin fallecido el 2 de Febrero de 1937 en Ginebra, de un ataque al corazón, por lo que todo se confabuló para que no se celebrasen nuevos juegos» hasta que se solucionaran todos los conflictos. Así las cosas se pensó que como para la edición de 1944, se había decidido que Londres fuera la sede de esos juegos, cuando llegó la paz, se volviera a elegirse a la capital inglesa como la organizadora del evento de 1948 y Gran Bretaña aceptó la gran responsabilidad de celebrar «los primeros Juegos Olímpicos posteriores a una guerra«.

Pero la selección de los atletas, no era cosa fácil porque las naciones base del deporte mundial estaban más atentas a «recuperarse de los desastres» que en «ganar medallas deportivas» y como era de esperar, a Londres no acudieron, ni las grandes estrellas ni los grandes plusmarquistas. Además, después de un paréntesis de dos ciclos olímpicos, la mayoría de las figuras deportivas de la década anterior si no se habían retirado, habían muerto en la guerra. Eso fue lo que le pasó al campeón olímpico de natación húngaro Ferene Csik o al atleta alemán Rudolf Harbig, (recordman mundial de los 400, 800 y 1.000 metros). También hubo muchos otros atletas que fueron desmovilizados apenas unos meses antes del comienzo de aquellos nuevos Juegos Olímpicos del verano de 1948 de Londres y habían sido suprimidas muchas iniciativas sponsorizadoras del «deporte de elite«.

Al final lo que pasó fue que los procesos de selección de los atletas olímpicos de aquel tiempo no fueron lo que podríamos decir «muy exigentes«. Sin embargo, muchas veces los grandes éxitos y las grandes victorias tienen un precedente fortuito, casi increíble y aquella «falta de rigor» en la selección de los participantes de los oficialmente conocidos como «Juegos de la XIV Olimpiada» , dieron lugar a tres grandes fenómenos deportivos protagonizados por tres participantes en los mismos.

Primer fenómeno: Fanny Blankers-Koen

A Fanny Blankers-Koen la llamaron- y con razón- «La Holandesa Voladora«. Con 18 años ya había participado en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, compitiendo en salto de altura y en el relevo de 4 x 100 metros. Pero Berlín «le llegó muy pronto» y la Segunda Guerra Mundial, arruinó todos sus planes deportivos. Era demasiado joven en 1936 y tal vez «demasiado vieja» en 1948 porque por aquel entonces ya tenía 30 años (así de injusta es la guerra). ¿Podemos pensar que en la actualidad una deportista que «ya esté en la treintena» pueda ir a unos JJ.OO? Seguramente no, pero «ella si que fue» aunque sin saber si llegaría a tiempo de «conquistar medallas».

Cuando Alemania ocupó Holanda durante la Guerra, gran parte de la población no sufrió grandes alteraciones y Fanny había entrenando y participando en competiciones domésticas pero aquel 29 de Julio de 1948 era una mujer de 30 años, casada y madre de dos hijos que bajo un sol abrasador en el estadio de Wembley frente a 100.000 espectadores «esperaba su oportunidad«. Tal vez «la última«.

Y aquella muchacha, que hoy en día posiblemente habría sido «desahuciada por edad» se adjudicó la medallas de oro de los 100 metros lisos superando en un extraordinario sprint a la australiana Shirley Strickland y a la británica Dorothy Manley haciendo un sensacional tiempo de 11″9. Y los 100.000 espectadores de aquel maravilloso estadio de Wembley- milagrosamente salvado de los bombarderos nazis- se vieron obligados a reconocer «la superioridad de aquella veterana atleta treintañera» aunque tal vez pensaron que no se volverían a levantar para ovacionarla. Gran error porque en la carrera de los 200 metros que-curiosamente- se implantó aquel año en Londres, Fanny hizo un tiempo de 24″4 superando a la estrella británica Dorothy Manley en 3 décimas de segundo. También ganó luego los 80 metros vallas (posteriormente cambiados en 1968 a 100 metros vallas) con 11″2 y dio la victoria y el oro a su equipo de Los Países Bajos en los relevos 4×100.

Quien quiera saber más de esta fascinaste mujer puede leerlo aquí .

Segundo fenómeno: Bob Mathias.

Junto a Fanny desfilaba en aquellas olimpiadas el atleta más joven que EE.UU.había presentado en unos JJ.OO. Se llamaba Bob Mathias y era un chaval de sólo 17 años. Participaba en decatlón, una exigente competición de atletismo masculino que combina diez pruebas (cuatro carreras, tres lanzamientos y tres saltos). Su nombre real era Robert Bruce Mathias y había nacido el 11 de noviembre de 1930, en Tulare, California, una comunidad agrícola en el valle de San Joaquín. En aquel remoto lugar la guerra, estaba lejos, pero la salud de Bob no era mejor que la de los atletas supervivientes de la misma, porque era un jovencito débil, frágil, enclenque y con anemia; aunque su padre, medico de profesión, «lo puso en forma» a base de hierro, pastillas de hígado, y siestas frecuentes. Y así al llegar al Tulare High School, Mathias ya medía 1,88 mts) y pesaba 86 kgs, jugando en el equipo Rose Bowl de fútbol americano para la Universidad de Stanford.

Pero la historia olímpica de Bob Mathias se inició por «una corazonada» de su entrenador. Como era muy joven este entrenador, que se llamaba Virgil Jackson, lo estaba preparando para los Juegos de 1952 de Helsinki, pero lo inscribió en las pruebas de selección de la AAU en el Pacífico Sur en 1947 en Pasadena, California y al evento nacional de Bloomfield, Nueva Jersey,(Campeonatos de Estados Unidos ) que Bob ganó con la gorra y estos éxitos de Bob tal vez hicieron que su entrenador le dijese: «Mira chaval, todavía estamos a tiempo de sorprender a Estados Unidos y-quien sabe- tal vez al mundo entero«. La corazonada de su entrenador fue su «pasaporte» para los Juegos de Londres 1948.

Pero aunque Bob fuese un «fuera de serie«, no dejaba de ser un jovenzuelo adolescente y su selección para participar en aquellas olimpiadas tal vez sólo pudo deberse a la «escasez de materia prima» de atletas que tenía EE.UU para aquellas olimpiadas. Por si fuera poco Mathias no sólo no dominaba todas las disciplinas del decatlón sino «que algunas ni siquiera las había tratado» como eran el «salto con pértiga«, el «lanzamiento de jabalina» o los «1.500 metros lisos» pero el 5 de Agosto de 1948 Mathias se enfrentó a otros 35 atletas decatlonianos de 20 países siendo el más joven, el más novato, el más inexperto y el menos favorito. En aquel verano de 1948 en el segundo día del evento estaba el cielo tan oscuro para último evento (lanzamiento de jabalina) que incluso hubo que llevar coches a los estadio de Wembley y Ponte para que con sus faros encendidos los funcionarios y los atletas pudieran ver «las líneas de meta» (según escribía Frank Litsky en el New York Times) pero aquel adolescente de 17 años ganó dos medallas de oro olímpicas y se convirtió en el más joven medallista de oro olímpico. Increíble ¿verdad?

Tercer fenómeno: Karoly Takacs

¿Quien puede pensar que un «hombre manco» pueda ir a unas «olimpiadas normales»? ( en 1948 no había «pruebas paraolimpicas«). Ese fue el caso de aquel participante húngaro llamado Karoly Takacs, que también es asombroso.

Aquel hombre tenía una larga historia de fracasos antes de su triunfo. Ya «era mayor» en 1948 (38 años) y a pesar de su puntería en el tiro con pistola y ser uno de los mejores tiradores del mundo, había sido rechazado para los Juegos de Berlín porque, por pertenecer al ejército húngaro, había unas normas de su federación que decían que solo los oficiales, podían formar parte de un equipo olímpico y él «era sargento «. Cuando se suspendió aquella norma, fue un claro favorito para los Juegos de 1940 en Tokio, pero durante unas maniobras militares la explosión de una granada defectuosa le destrozó la mano derecha y se la tuvieron que amputar. Era la mano que utilizaba para disparar.

Sin decírselo a nadie, Takacs comenzó a practicar el tiro con «la única mano que le quedaba» y en 1939 ganó el campeonato húngaro de tiro con pistola consiguiendo formar parte del equipo olímpico de su país. Y otro percance; la guerras chino-japonesa y la II Guerra Mundial suspendieron los Juegos de 1940 y 1944, por lo que Takacs tuvo que esperar hasta 1948 (ya con 38 años) para participar en sus «primeros Juegos Olímpicos«. Y se produjo el milagro al ganar la medalla de oro superando al gran favorito, el argentino Carlos Díaz, logrando además una puntuación que suponía un nuevo récord del mundo en la disciplina de pistola de tiro rápido, con 580 puntos.

El deporte «siempre sale a flote» y los JJ.OO de 1948 en Londres demostraron que el deporte es lo mismo que decía George Orwell:

«El deporte tomado en serio es como la guerra pero sin tiros«.

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