¿Ha resucitado Fouché?

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Estoy leyendo el libro “Fouché. Retrato de un hombre político”, de Stefan Zweig, una de las biografías más inquietantes que he leído. Joseph Fouché, Duque de Otranto fue un personaje político francés que vivió entre 1759 y 1820 y fue el Diputado de la Convención íntimo de Robespierre que, tras colgar las sotanas, en pleno furor revolucionario francés pronunció la frase: «¡ LA MORT !» desde la tribuna, sentenciando a la guillotina a Luis XVI. Después pasó de moderado, a ser el más radical de los jacobinos y se “convirtió” en el vengador y sanguinario “carnicero de Lyon” («hemos derramado mucha sangre impura, pero sólo por humanidad y sentido del deber«),Luego se erigió en cabeza de la conspiración que acabó con su amigo Robespierre. Fue exiliado y después premiado lcon el ministerio de la Policía republicana y se comprometió con Bonaparte, que lo nombró Senador. Su sorprendente aplomo se refleja en este intercambio de palabras con Napoleón:

Napoleón: -«¿Habéis sido sacerdote?»

Fouché: -«Si, Sire Napoleón.»

Napoleón: -«¿Y habéis votado la muerte del Rey?»

Fouché: -«Es el primer servicio que he rendido a Vuestra Majestad.»

Pero igual que hizo con su amigo Robespierre después “lanzó a Napoleón a las pirañas” y le puso la alfombra a la restauración borbónica con Luis XVIII. Una perla, ya veis. Cuando alguien es sumamente malévolo se dice que «es como Fouché»

Si hoy en día Fouché «quisiera destruir a España» me imagino que empezaría por destruir nuestra economía e instituciones más importantes para sembrar el miedo entre los ciudadanos. Seguramente su estrategia podría empezar por desprestigiar a nuestro Rey llevándolo “a cazar elefantes con una señorita alemana” y poniéndole una trampa para que resbalase y se rompiese algún hueso y así este Rey tendría que volver con urgencia a nuestro país y todo el mundo se enteraría de cómo se gastaba el dinero mientras sus súbditos se hundían en la miseria. Así podría sembrar dudas sobre la conveniencia de que nuestro País tuviera este tipo de «jefatura del estado»

Después el señor Fouché pondría a un gobierno sin la menor idea de cómo solucionar los problemas económicos de nuestro país. Y lo haría por dos legislaturas seguidas y con dos partidos distintos. Así podría demostrar la «incompetencia de la clase política en su totalidad».

El siguiente paso del señor Fouché seria que los sucesivos gobiernos tanto de derechas como de izquierdas, “negaran las crisis” y le echaran las culpas a los «extranjeros malignos», desconcertando todavía más a la ciudadanía, a la que en lugar de anunciarle “planes que le dieran confianza”, les anunciarían «reformas semanales» sin ninguna coherencia, y violando constantemente «las promesas electorales» que llevaron al partido gobernante al poder». Así se facilitaría su plan de destrozar al país, haciendo que la gente perdiese la poca confianza que le quedara en la clase política.

También, el señor Fouché intentaría que el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial «se gastara dinero público para «financiar sus vacaciones privadas» justo en el momento en que alcaldes, presidentes de comunidades, presidentes del parlamento y altos cargos de todas las administraciones del estado estuvieran siendo juzgados por corrupción, precisamente por los tribunales que este señor representa. La Justicia “a la merde”..

Una vez desacreditados el jefe del estado, y las altas esferas de la política y la justicia, al señor Fouché solo le faltaría ir «a por las élites económicas». Así es que podría lanzar algún ataque contra algún importante banquero y descubrirle cuentas de miles de millones de euros en «paraísos fiscales». Naturalmente “no lo castigaría por eso” sino que encima el gobierno «indultaría a uno de sus altos ejecutivos». Así podría demostrar que en este País los ciudadanos son castigados por no pagar el IVA al fontanero que les arregla cañerías, pero no se castiga «a la elite económica» porque «todavía hay clases»

El último paso del Sr. Fouché seria el meter decenas de miles de euros de dinero público para evitar la quiebra de unos bancos y cajas mal gestionados pidiendo «sacrificio a los ciudadanos». Así la gente confundiría «crisis con amiguismo» y se sembraría la desconfianza en las instituciones económicas.

El resto ya solo serian «pequeños ajustes» porque España “ya estaría destruida”. Por ejemplo, el Sr. Fouché podría obligar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores a “colaborar con el Banco Central” para impedir que se publicaran las cuentas de una de los mayores bancos del país, y así hacer que miles de ahorradores perdieran su dinero comprando «acciones preferentes”. Y-por supuesto-Joseph Fouché impediría a toda costa que «el Presidente del Gobierno» saliera en la televisión, en horario “prime time”, a explicar a sus ciudadanos «lo qué está pasando»

¿Qué me decís? ¿Qué todo esto YA HA PASADO? ¿Qué España YA ESTÁ DESTRUIDA?. Pues Entonces no tengo más remedio que llegar a la conclusión de que “JOSEPH FOUCHÉ HA RESUCITADO”.

Un comentario

  1. Emerson dice:

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