Las dos últimas sinfonías de Mozart

La vida de Wolfgang Amadeus Mozart es tremendamente fascinante y su obra sinfónica consta de 41 sinfonías. Todas ellas llevan la letra «K» que corresponde a la clasificación de ellas que hizo Köchel. Las veinte primera pueden considerarse «obras juveniles» con escasa personalidad propia, pero es a partir de la número 21 cuando se despliega el genio mozartiano. Recordemos el «Allegro Con Brío» de la número 25, I. G Minor, K183 que sirvió de fondo musical a aquella película titulada «Amadeus» de Milos Forman en donde se trataba sobre la vida de este gran genio.

Mozart nació el 27 de enero de 1756, en Salzburgo (Austria) y una muy buena aproximación al personaje la encontramos en este artículo de E.J. Rodríguez. El compositor escribió sus dos últimas sinfonías en el año 1788, cuando tenía 32 años y sólo le faltaban tres para su muerte ocurrida el 5 de diciembre de 1791 en Viena. Eran tiempos, en los que su vida había dejado de ser «cómoda» y quedaban ya muy atrás aquellos buenos tiempos suyos cuando era un «niño prodigio» que asombraba a las cortes europeas. Se habían desvanecido sus ilusiones de obtener un «trabajo estable» que asegurase su vida material y también veía como disminuían los recursos económicos que obtenía por sus, cada vez más escasas, lecciones particulares y audiciones públicas. Tampoco le llegaba el éxito en el teatro, porque su última ópera, el drama jocoso «Don Giovanni» que se había estrenado el 29 de octubre de 1787 con un gran triunfo en Praga, aquel año languidecía en Viena, donde no supieron comprender la «grandeza» de la misma. Además la salud del compositor también empezaba ya a verse minada por la fatiga.

Pero en sus dos últimas sinfonías, Mozart nos muestra una capacidad mental que nos asombra y un temperamento «lleno de contrates». Su penúltima obra, la Sinfonía n.º 40 en sol menor, K. 550 es una pieza musical en la que se refleja el «tremendo pesimismo» que tenía este compositor entre Junio y Julio de 1788, y luego, sólo 15 días después escribió «la última«, la maravillosa Sinfonía número 41, en do mayor, K.551 «Júpiter» en la que «se da todo lo opuesto», saltando del pesimismo de la número 40, a una enorme explosión de júbilo en esta número 41. No sabemos «qué fue lo que le pasó a Mozart«, en aquel verano de 1788 para pasar de la depresión a la alegría, pero en realidad eso no importa , porque lo verdaderamente es el comprobar que en sus dos últimas sinfonías, Mozart nos presenta su mejor «currículum» como compositor y nos da un magnífico ejemplo de cómo era su personalidad: «genial y contradictoria». Pero antes de hablar de estas dos últimas sinfonías de Mozart debemos de repasar otros conceptos sobre la música sinfónica.

En primer lugar hay que decir que una «sinfonía» es una composición musical escrita para orquesta. El nombre deriva de la palabra griega Συμφωνία, que a su vez es una combinación de otras dos palabras: syn-(συν, con) y phone (φωνή sonido). Esto podría traducirse como «concordancia de sonidos» y de ahí deriva la palabra latina «symphonia» que viene a significar: «armonía de sonido». Al principio la palabra fue usada para designar a cualquier composición musical que implicara «la sincronización de varias voces» pero posteriormente también se utilizó para calificar a las obertura o preludios orquestales de algunas óperas.

Pero la palabra «sinfonía» alcanzó su madurez con Franz Joseph Haydn que está considerado como “el padre de la misma”. Este compositor fue amigo personal de Mozart y uno de los que tuvo más influencias en la obra del gran músico vienés

Franz Joseph Haydn

Haydn era hijo de un mecánico de carruajes, y llegó a ser uno de los compositores más respetados y admirados del continente en sus tiempos. También fue contemporáneo de otro gran compositor alemán llamado Johann Christian Bach, (también conocido como el «Bach de Londres» y el menor de los hijos de Johann Sebastian Bach) y ambos en aquella época, influyeron mucho en la transición musical entre el «Barroco» y el «Clasicismo«: a Haydn le debemos varias cosas sobre la «sinfonía». En primer lugar que fue el primero en usarla para designar a sus composiciones orquestales basadas en «tiempos» o «movimientos». Una serie de obras escritas entre 1757 y 1795 que ascendieron a un total de 104, entre las que destacan grupos de sinfonías, como las “Sturm und Drang” o las “sinfonías de Londres”.

Lo que Haydn hizo con el concepto de «sinfonía» fue el trasladar el término musical de «Sonata» a la ejecución de la pieza por una «Orquesta Sinfónica». En una orquesta de este tipo puede haber más de 100 instrumentos colocados en cuatro específicas secciones que representan cada una de las «familias» particulares de esos instrumentos: las cuerdas, los vientos, los bronces y la percusión.

A partir de Haydn se estableció un patrón consistente en que las sinfonías para orquesta, empezaron su primer movimiento bajo la forma de «sonata«, que posteriormente fue ampliado al caso de que en una sinfonía existiese «un instrumento solista preponderante«, en cuyo caso se denominó «Concierto«. Pero ¿qué es una «sonata»?

Etimológicamente la palabra viene del verbo italiano «suonare» (tañer un instrumento) y sería por tanto, sinónimo de otra llamada: «toccata«, (composición para ser tocada) opuesto al término «cantata» (composición para ser cantada). En síntesis se trata de una escritura musical con una determinada estructura organizativa. La «sonata» al principio se escribía para teclado, dúo instrumental o para ser ejecutada en cuartetos, quintetos etc. Es decir que siempre era interpretada o por «un único solista» o por una agrupación instrumental pequeña.

El esquema esencial de un fragmento musical escrito en forma de «sonata» es el que se nuestra en la figura siguiente:

La «sonata» tiene unas «reglas armónicas» que deben ser respetada. Comienza con la «exposición» de un «tema principal«, seguido de otro «secundario» (hay excepciones y a veces puede haber hasta cinco). El segundo motivo melódico se escribe en el tono de la dominante de la tonalidad principal (por ejemplo si la primera empieza en «Do«, la segunda está en «Sol«) . Esto abre un paréntesis que dura durante el resto de la exposición. Sigue a esto un «desarrollo» y una «recapitulación» o reexposición con el primer tema en la tonalidad principal, pero en esta segunda vez, el «tema secundario» no modula a la dominante, sino que permanece en la tónica en que estaba el primero. Este esquema simple puede hacerse más complejo y así fue como Haydn convirtió la «sinfonía» en «una sonata para orquesta«. Más o menos según este esquema:

Se empieza con una «introducción«, previa al primer tema que suele ser una pieza musical lenta. Sigue una «exposición» de los temas musicales principales, que como ya dijimos antes, suelen ser dos: el «principal» y el «secundario» ( a veces aparece un tercer tema e alguno otro pero esto no es lo corriente). El discurso de la «exposición » suele hacerse en forma de «Allegro» (o sea en forma rápida) y suele haber pasajes musicales de «enlace» o «puentes» entre los temas primero y segundo, es decir «pasajes de transición» que conducen al siguiente paso: el «desarrollo«.

La «exposición» la desarrolla el compositor a su gusto con melodías acompañadas donde suena el sonidos de unos instrumentos principales acompañados de otros instrumentos de la orquesta (o como se dice en música, «distintas voces«), pero hay otro estilo, llamado «contrapuntístico» (que en su forma más elaborada se denominar «fuga») donde el compositor mezcla distintos instrumentos que «dialogan entre si«.

Cuando se han desarrollado suficientemente los temas principales, se pasa a la «reexposición» o recapitulación en donde de nuevo salen los mismos temas apuntados en la exposición, y la «sonata» termina con un fragmento conclusivo, derivado o no de los temas principales, denominado «coda«.

Por eso el «primer movimiento» de una sinfonía, casi siempre está escrito en forma de «sonata» y a veces también lo está el «último tiempo» e incluso, (aunque es mucho menos frecuente) el «segundo tiempo» aunque lo más corriente es que este segundo tiempo o movimiento se escriba en forma «lenta» («Andante» o «Adagio«). Finalmente el «tercer movimiento» solía escribirse nuevamente en forma «rápida«. Así fue como la sinfonía en sus orígenes seguía las alternancias de rápido-lento- rápido (Allegro-Adagio-Allegro).

Pero Haydn introdujo un «nuevo concepto» en el desarrollo de una sinfonía y fue que en vez de poner tres movimientos, le añadió «un cuarto», que se ejecutaba en tercer lugar entre los tiempos «lento» y el «último Allegro». Aquel tercer tiempo tomó la forma de un «Minuetto» que era una antigua danza cortesana de la música barroca, originaria de la región francesa de Poitou. Haydn incorporó aquella danza en una sección central de la sinfonía y como solía ser ejecutada con «tres instrumentos solos«, la denominó «Trío«. El Minuetto acaba después del «trío» con la repetición del principio, lo que suele indicarse en música con la frase italiana «Da Capo» (desde el principio). Así fue como la «sinfonía clásica» se estructuró en cuatro movimientos y es la forma en que Mozart escribió sus dos últimas obras.

Como antes hemos dicho, una sinfonía puede comenzar con una fase optativa de «introducción lenta», pero su «primer movimiento» suele estar en forma de «Allegro». El «segundo movimiento» toma la forma de «Adagio» o «Andante». El «tercer movimiento» es un «Minuetto» o»Scherzo» y el final o «cuarto movimiento» vuelve a ser rápido en forma de «Allegro».

Pero hay otro concepto del que debemos de hablar que es la esencia de las dos últimas sinfonías de Mozart»y son las formas musicales de «Modo Menor» y «Modo Mayor«. Explicaremos qué significa esto.

Cuando un compositor escribe una pieza musical escoge un ámbito limitado de sonidos dentro de los cuales su creación «toma forma» (es decir el «modo» como suena la misma). Si nos fijamos en un piano; vemos que el mismo dispone de «doce sonidos», siete naturales (teclas blancas) y cinco alterados (teclas negras).

Este modelo se repite varias veces en el teclado, y siempre es igual pero cada vez «a una altura diferente«. En una pieza tradicional no se utilizan estos doce sonidos sino «sólo aquellos que guardan entre si la misma relación jerárquica» de los sonidos naturales de la escala ( o sea las teclas blancas) en relación con el «do» y siempre son respetadas las distancias existentes entre los diversos sonidos (al margen de cual es el punto de partida de la nueva escala). Este primer modelo de la escala musical, que parte de la «secuencia natural de los sonidos de la escala» se denomina «Modo Mayor» y su característica es la disposición de los semitonos entre las notas tercera y cuarta (mi-fa) y séptima y octava (si-do) de la «escala de do» (teclas blancas), y que entre los demás pares consecutivos (do-re. re-mi, fa-sol, sol-la, la-si) hay un «tono entero», correspondiendo un semitono a la distancia entre cualquiera de ellas y la nota que da la tecla negra intercalada entre ambas. Mejor lo vemos en un video.

Al «Modo Mayor» se contrapone el llamado «Modo Menor» que por el hecho de tener una «disposición diferente» de los intervalos en el interior de la escala formada tiene un carácter claramente distinto. Este modo de escribir genera una música mucho más «sombría» que provoca en el oyente una sensación de «penumbra». Dicho de otro modo. El «Modo Mayor» es alegre y el «Modo Menor» triste. Algo así como el «día» y la «noche». Veamos un video de este último modo.

Si nos fijamos en este fragmento de la película «Amadeus», vemos que Mozart utiliza aquí para ridiculizar a Salieri, un «cambio de modo» en la ejecución de su partitura haciéndola sonar de un modo «mucho más alegre»

El «Modo Menor» y el «Modo Mayor» son precisamente dos estupendos ejemplos reflejados en las dos últimas sinfonías de Mozart compuestas ambas en 1788.

Sinfonía número 40, en sol menor, K.550

La Sinfonía n.º 40 en sol menor, K. 550, fue compuesta entre el 25 de junio y e 25 de julio de 1788. Un mes exacto para la penúltima sinfonía de aquel gran compositor. Suene llamársela la «gran sinfonía en sol menor» para distinguirla de la «pequeña», que fue la n.º 25, (que también compuso Mozart en sol menor). Estas dos, son las únicas sinfonías que compuso Mozart en «Modo Menor» aunque se discute si hizo también una temprana sinfonía en «la menor» conocida como la «Sinfonía Odense»

Si nos fijamos en la partitura manuscrita de la «Sinfonía número 40» podemos apreciar el genio de este compositor. El manuscrito está casi «sin correcciones ni tachaduras» trasladando Mozart al pentagrama «la música desde su mente» como si fuera un trabajo mecánico y en vez de «crear», estuviera «copiando» la música de un papel a otro.

La Sinfonía número 40 tiene un carácter trágico y desgarrado que muy bien puede identificarse con «las circunstancias vitales de su autor» cuando la escribió. Todas sus circunstancias y su tremenda lucha contra la adversidad se reflejan en la misma. Por eso algunos han denominado a esta sinfonía como «Trágica«. Mozart no la escribió por encargo sino «para sí mismo», y sólo como un simple anhelo de «decir lo que sentía». Analicemos la estructura musical de la misma desde un punto de vista «sencillo» interpretada en un piano

Y ahora analicemos la misma desde «su modo sinfónico» interpretada por una orquesta.

Primer movimiento. «Molto Allegro»

El primer movimiento ya nos apunta hacia «la tragedia» con una sinuosa melodía de cuerda interpretada por los violines en la primera melodía. Dado que el violín es el instrumento de cuerda que puede producir «sonidos más agudos», completados- hacia el grave- con la viola, el violoncelo y el contrabajo, aquí los violines con su sonido agudo,producen un estallido de sonoridades que parecen «gemidos«, con notas sostenidas. Al final del segundo tiempo de la segunda melodía Mozart añade instrumentos de viento, en los que el sonido se produce «soplando» (flautas, oboes, fagotes y trompas) con el fagot como protagonista, que tiñe la melodía con un timbre dulce. En la forma «sonata» este primer movimiento se desarrolla con temas variados y ornamentales y cuando entra en la «reexposición» (tercera sección) se producen «pasajes fugados» en los que dialogan distintos instrumentos

En la cuarta sección y antes de la «coda«, todo se ensombrece de nuevo y a partir de la reexposición del segundo tema todo el movimiento está constantemente en «tono menor» hasta llegar a un final digno de Beethoven.

Segundo movimiento. Andante

En los pasajes «lentos» de la época de Mozart los instrumentos «de viento» sólo intervenían para subrayar acentos o repetir melodías pero Mozart en este segundo movimiento les da más importancia y existe en el mismo un «diálogo» entre las distintas familias orquestales. El sonido obtenido induce al que lo escucha a la calma y la serenidad, aunque hay dos detalles que mantienen constantemente la «tensión interna» del oyente que son unas notas del bajo que producen una impresión de entrecortamiento y e inquietud y unos intensos suspiros ascendentes de la cuerda que jalonan el tercer tema como «símbolos de angustia»

Tercer movimiento. Menuetto, Allegretto-Trio

El tercer movimiento, la sinfonia nos transporta de nuevo al «ambiente inicial» y es cosa curiosa, porque el Minuetto, aunque es generalmente alegre por su carácter de «danza», aquí no se libra del «clima opresivo«. Nada más en su entrada, la melodía es bronca y punzante distorsionándose en la segunda sección y acabando con superposiciones de flautas, oboes y fagotes como olas que van y vienen sobre la arena.

La parte central de un Minuetto llamada «Trio» en de esta sinfonía tienen mucha importancia con los instrumentos de madera. Mozart no usa el clarinete sino sólo flautas, oboes y fagotes y usa las trompas en representación de los instrumentos de metal sin intervención de trompetas ni trombones. En el «Trío» del Minuetto de esta Sinfonía número 40 hay un pasaje muy difícil y obsesivo interpretado por un par de trompas que cuesta «oír sin fallos» en una sala de conciertos.

Cuarto movimiento Finale. Allegro assai

El «Allegro assai» final nos retrotrae al clima inicial de la obra con una agitación que preside el conjunto de figuras rápidas y convulsas. Un segundo motivo parece gemir pero es barrido por la agitación que reaparece con brillo terminando con pasajes fugaces que producen desasosiego hasta llevarnos a una conclusión con un «tiempo rápido» que tiene el mismo aspecto de agitación y misterio

Sinfonía número 41, en do mayor, K.551 «Júpiter»

La sinfonía de «Júpiter» en do mayor, (KV 551) está considerada (sobre todo el final) como «una de las mejores sinfonías del mundo». Debido a la excelencia de su final se la denomina a menudo como “Sinfonía con fuga final”. Wolfgang Amadeus Mozart completó esta sinfonía el 10 de agosto de 1788 y fue la última que compuso y también la más larga. El trabajo es apodado como sinfonía «Júpiter» pero el nombre no proviene de Mozart sino que probablemente lo acuñó el empresario Johann Peter Salomon que llevaba los conciertos de Haydn por su apariencia brillante que ya se percibe desde el primer «Allegro Vivace» que abre la obra.

Esta sinfonía número 41 fue la última de una serie de tres que Mozart compuso en una sucesión rápida durante el verano de 1788. La 39ª finalizada el 26 de junio y la 40 acabada el 25 de julio. Al mismo tiempo, Mozart estaba escribiendo sus «piano trios» en E y C mayor, su «Sonata facile» y una sonatina de violín. No se sabe si la sinfonía 41ª fue ejecutada en vida del compositor. Según Otto Erich Deutsch, alrededor de esta época Mozart se preparaba para celebrar una serie de «Conciertos en el Casino» en un nuevo casino en el Spiegelgasse propiedad de Philipp Otto. Mozart incluso envió un par de boletos para esta serie a su amigo Michael Puchberg pero no se ha determinado si aquella serie de conciertos se llevaron finalmente a cabo, o fueron cancelados por falta de interés.

En un artículo sobre la sinfonía «Júpiter» Sir George Grove nos decía que «era la obra orquestal más grande del mundo que precedió a la revolución francesa». Analicemos de nuevo la misma en su modo sinfónico interpretada por una orquesta

Primer movimiento «Allegro Vivace»

Comienza el primer movimiento con un «Allegro» de acordes marciales de toda la orquesta que asemejan a una marcha o un desfile. Las melodías se ejecutan sin «aceleraciones excesivas» en un tiempo solemne y calmoso sucediéndose los episodios serenos con una preponderancia en la exposición de los primeros violines, a los que les contestan los violoncelos. La flauta y el fagot doblan a veces mientras que las trompetas y timbales subrayan rítmicamente los finales de cada frase musical. Después viene una «suspensión» total de toda la sonoridad en una especie de «pausa» a la que sigue una explosión general de toda la orquesta en donde se distinguen muy bien las trompetas y timbales que enfatizan el carácter «alegre» de este tiempo, Existe un magnífico equilibrio entre las distintas familias orquestales (cuerda, madera, metal y percusión) y a partir de esta sinfonía esto ya fue «norma» para su escritura.

Durante el desarrollo hay «pasajes fugados» bastante extensos con abundancia de elementos «contrapuntísticos»

Segundo movimiento. «Andante Cantabile»

El segundo movimiento lleva la indicación de «Andante Cantabile» que significa que no debe ejecutarse demasiado pausado sino que la melodía ha de ejecutarse como «cantándola«. Encontramos detalles que nos recuerdan al movimiento lento de su anterior sinfonía número 40 en sol menor , con el equivalente a aquellos «suspiros» de los violines pero aquí las cuerdas siguen teniendo un papel preponderante ejecutando melodías en «sforzati» que en música supone una anotación escrita sobre una nota que indica que la misma debe de tocarse con un fuerte ataque inicial. A los mismos siguen escalas descendentes que fraccionan la melodía de la segunda sección dando a la misma un aspecto anhelante hasta el final del movimiento lleno de paz y dulzura.

Tercer movimiento. «Menuetto. Allegretto»

El Minuetto no presenta sorpresas y esta confeccionado con melodías sencillas y lineales. El esquema del mismo es muy sencillo: Primera sección que se repite; Segunda Sección igual repetida; el «Trío» lo mismo. La segunda sección de este Trio tiene la particularidad de que está escrita en «Modo Menor«, seguramente con la intención del compositor de poner «un poco de agitación» para romper la placidez de la sección anterior. En el regreso «Da Capo» las dos secciones del Minuetto se ejecutan sin repetición

Las melodías son sencillas y el tema de cuatro notas usado por Mozart era un motivo común de canto llano muy popular. El compositor ya nos lo había presentado en una breve aparición en su primera sinfonía de1764 y más tarde, en el Credo de una temprana «Missa Brevis» en Fa mayor, así como en el primer movimiento de su Sinfonía 33ª. Hay que destacar que todas las secciones empiezan «Piano» (con poca sonoridad) y acaban «Forte» (orquesta tocando fuerte) con la única excepción de la segunda parte del trío que empieza fuerte.

Cuarto movimiento. «Molto Allegro«.

El «Molto Allegro» final de esta sinfonía se considera el fragmento sinfónico más completo de la Epoca Clásica. Está escrito con un motivo principal muy sencillo cuya simplicidad esta deliberadamente calculada por Mozart para ser enriquecida después con un «estilo contrapuntístico» y escrito como «una gran fuga» en una auténtica estructura de «sonata».

Su inicio presenta una particularidad y es que el final del primer motivo enlaza con la frase de tipo «conclusivo» que cierra más adelante la sinfonía de modo que se escuchan empalmados el «principio» y el «final» del tiempo como si mediante un «gran corte» se hubiese suprimido toda la parte intermedia. Así llegamos a un final esplendoroso con apoteosis en la Coda donde hay alternancia de voces y mezcla de timbres.

Con su Sinfonía número 41, Wolfgang Amadeus Mozart nos muestra su lado más «maduro» y nos introduce de lleno en el «Clasicismo» del lo que es la auténtica orquesta. El genio de Mozart, en sus dos últimas sinfonías sobrepasó todos los modelos musicales existentes y abrió nuevas puertas para los músicos del futuro.

Fuentes:

«Maestros de la Música». Planeta De Agostini

Sinfonía

Minueto

2 Comentarios

  1. Magdalen dice:

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