Rey por un día

Recuerdo de mi juventud un programa de televisión española llamado»Reina por un día» dirigido por Eugenio Pena y estrenado a finales de marzo de 1964 . Aquel reality se realizaba en los estudios Miramar de Barcelona y era una adaptación de Queen for a Day, un programa de gran éxito en los Estados Unidos presentado por Jack Bailey que estuvo en antena primero en la NBC y después en la ABC entre 1957 y 1964. De las manos de los presentadores Jose Luis Barcelona y Mario Cabré, aquel programa tenía como objetivo realizar los sueños de las mujeres de la España de los años 60 y a la ganadora seleccionada por el equipo del mismo se la coronaba simbólicamente como reina por un día y era acomodada en un trono.

La Historia del mundo está llena de personas, que se han hecho un lugar en la misma ya sea por un acto heroico o por poseer alguna cualidad artística pero la del personaje del que hoy vamos a hablar es algo distinto. Se trata de Juan de Lepe y su fama deriva de una partida de cartas que supuestamente le ganó al rey Enrique VII de Inglaterra y que le permitió ser “rey” de aquel país en el siglo XVI durante 24 horas.

Lepe, es un pequeño pueblo andaluz de la costa atlántica,en el suroeste de España, popularmente conocido por sus ricas fresas, un magnífico paisaje y unos divertidos chistes que lo nombran. Allí esta historia se viene contando desde generaciones e incluso en la actualidad una de sus calles principales lleva el nombre de este curioso personaje cuya historia es sumamente curiosa y que también se presta a muchas dudas ya que no existen ni imágenes ni datos históricos sobre las circunstancias en las que Juan de Lepe y el rey Enrique VII se conocieron. A este personaje podría aplicársele esa expresión de «sabes más que Lepe» que aunque tiene su origen en Don Pedro de Lepe y Dorantes, natural de Sanlúcar de Barrameda y que ejerció como Obispo de la diócesis de Calahorra y la Calzada (La Rioja) durante el siglo XVII es perfectamente aplicable a un personaje tan avispado capaz de enredar nada más y nada menos que a todo un rey de Inglaterra.

Enrique VII de Inglaterra

Porque a Enrique VII de Inglaterra, no se le puede aplicar el calificativo de “un rey poco avispado”. Hijo de Edmundo Tudor y de Margarita Beaufort, de la Casa de Lancaster, tuvo una juventud muy azarosa por el recelo que su condición de representante de los Lancaster despertaba en la casa rival de los York, entonces reinante y durante el breve y agitado mandato de Ricardo III de Inglaterra (1483-1485) tuvo que exiliarse a Bretaña y más tarde a Francia. Pero regresó a Inglaterra, y venció a Ricardo III en la célebre batalla de Bosworth (agosto de 1485), en la que este perdió la vida. Aquel fue el último acto de la llamada Guerra de las Dos Rosas, que había ensangrentado a Inglaterra durante más de treinta años y tras esta victoria el Parlamento inglés en noviembre de 1485 lo reconoció como rey con el nombre de Enrique VII, siendo el iniciador de la dinastía Tudor en Inglaterra y reinando en este país entre los años 1485 y 1509. Fue un rey sabio y astuto que reforzó el poder de la corona sobre la nobleza, conforme al modelo de las monarquías autoritarias, y que marcó el inicio de un periodo de paz y prosperidad en Inglaterra después de los interminables conflictos que aquel país había sufrido durante el siglo XV.

Por eso aunque se sabe que Enrique VII, era una persona aficionada a los juegos de azar no resulta muy creíble que este monarca decidiera un día apostar nada más y nada menos que los ingresos que su reino producía en un día contra un advenedizo andaluz que había llegado a su corte. También se sabe que este rey también tenía fama de tacaño por lo que resulta un poco difícil el creer que se jugara pudiera en una partida de azar el privilegio su contrincante de cederle el trono de Inglaterra durante un día, junto con las rentas que generara el reinado durante esa jornada. Tampoco sabemos que sería lo que apostase aquel Juan de Lepe contra este rey, y de ser cierta la historia debió ser algo muy importante para cerrar una apuesta en la que se juega nada menos que el reino de Inglaterra durante un día. Incluso se ignora si aquel envite fue en una partida de ajedrez, de cartas o de dados. Lo único que sabemos es que- supuestamente- el rey Enrique VII perdió aquella partida y que cumpliendo su promesa hizo rey de Inglaterra a Juan de Lepe por un día

Francisco Gonzaga

Pero no es una leyenda porque existe una referencia histórica sobre esta curiosa historia y la misma se la debemos a un prelado romano católico, que sirvió como Obispo de Mantua (1593-1620), Nuncio Apostólico en Francia (1596-1599), Obispo de Pavía (1593) y Obispo de Cefalú (1587-1593) llamado Francisco (Aníbal) Gonzaga.

En su crónica de 1.583 titulada De origine Seraphicae Religionis Franciscanae eiusque progressibus (Roma, 1587) este fraile afirma que Enrique VII se jugó con un personaje de su corte llamado Juan de Lepe, las rentas del reino por un día y que el tal Juan le ganó y por ello fue conocido por el título de «The little King of England» ( «El pequeño rey de Inglaterra» ) antes de volver a su lugar de origen y ser sepultado en el convento franciscano de Ntra Señora de la Bella en Lepe.

Francesco Gonzaga – De origine seraphicae religionis franciscanae eiusque progressibus – 1587

Escrita en latín en esta crónica se recoge literalmente el siguiente texto:

«En la Iglesia de este convento aún se ve el sepulcro de cierto Juan de Lepe, nacido de baja estirpe del dicho pueblo de Lepe, el cual como fuese favorito de Enrique VII rey de Inglaterra con él comiese muchas veces y aun jugase, sucedió que cierto día ganó al rey las rentas y la jurisdicción de todo el reino por un día natural, de donde fue llamado por los ingleses el pequeño rey. Finalmente, bien provisto de riquezas y con permiso del Rey volvió a su patria nativa y allí después de haber vivido algunos años rodeado de todos los bienes y elegido su sepultura en esta iglesia, murió. Sus amigos y parientes grabaron esta historia en lugar de epitafio, la cual quise yo, aunque no parece a propósito de esta Historia, dejarla como un recuerdo de este lugar”.

Es decir que según esta crónica Juan de Lepe ganó una partida de azar al rey Enrique VII y no sólo disfrutó de su día, de rey sino que acaparó una riqueza fabulosa fruto de las rentas del reino que le correspondían durante su breve reinado. Después con permiso de este rey volvió a su ciudad natal, e hizo una generosa donación al convento franciscano de Nuestra Señora de la Bella de Lepe, pidiendo ser enterrado en aquel convento- algo que solo estaba reservado para los frailes del mismo o gente de la nobleza- y que en su lápida constase tanto su nombre, como sus hazañas por tierras inglesas.

Ruinas del convento franciscano. Nuestra Señora de la Bella de Lepe /Foto: lepetalycomoes.blogspot.com

Así pues, en este convento franciscano de Nuestra Señora de la Bella en Lepe debería de encontrarse la confirmación de esta curiosa historia. Sin embargo esto no es posible porque aquel edificio fue destruido a causa de la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX y actualmente no se conservan ni el monasterio ni la lápida de nuestro personaje.

La corona de Enrique VII

Hay otro dato que apunta a que esta historia tiene algo de verdad y es el de actualmente el se conserva en la ciudad de Lepe uno de los tesoros más preciados que presumiblemente aquel Juan de Lepe se trajo consigo tras su periplo por las tierras inglesas y no es otro que la mismísima corona de Enrique VII realizada en plata y grabada a fuego con esmaltes que nuestro personaje presuntamente donó a la Virgen de la Bella. Esta corona es uno de los principales objetos que la Hermandad de La Bella de Lepe posee.

Así es que debo de creerme esta historia y ahora tengo una pregunta: ¿como pudo Juan de Lepe hacerse confidente, ayudante y compañero de juegos de Enrique VII hasta el punto de que este fuera capaz de jugarse con él su corona durante un día en favor de nuestro perspicaz plebeyo? Como todo está en el terreno de las hipótesis voy a lanzar la mía.

En un libro titulado “El Pequeño Rey de Inglaterra” escrito por un delineante del pueblo de Lepe llamado Aurelio J. Madrigal Orta se cuenta esta historia con algo de fantasía pero como el propio autor aclara en el mismo se mezclan leyenda y realidad. Por consiguiente no tenemos (fuera de la narración de Francisco (Aníbal) Gonzaga) ninguna certeza de cómo pudo fraguarse esta curiosa apuesta.

Y se me ocurre que tal vez nuestro Juan de Lepe quizás llamó la atención de Enrique VII por sus orígenes, porque el nombre de Lepe no es para nada desconocido en tierras anglosajonas

Poco más de 1.200 kilómetros de distancia separan Lepe (Huelva) de Lepe (Hampshire)

Lepe«- incluso si no suena como un nombre inglés – es un topónimo de Inglaterra: el Lepe Country Park, el Solent, La costa de Hampshire frente a la Isla de Wight. Pero, ¿es una coincidencia caprichosa del lenguaje o el nombre de Lepe esconde algo significativo? Parece ser que no porque la villa inglesa puede hacer referencia a la voz inglesa leap, que significa saltar o un lugar de paso para cruzar de un sitio a otro. y la de la ciudad española podría provenir de la voz árabe Labb, que a su vez habría derivado de la voz latina Laepa, que puede referirse a una pequeña villa rústica.

Pero seguramente esta afinidad de nombres debió de hacerle gracia al rey Enrique VII y tal vez de ahí pudo partir su afinidad con el truhan español Juan de Lepe. Otra cosa es cómo pudo este llegar a ser su confidente, ayudante o compañero de juegos y qué le impulsó a jugarse con él su corona durante un día.

Pero así es la historia de este perspicaz plebeyo…..

Fuentes:

Manuel Muriel Juan de Lepe – The little King of England

GONZAGA, F. (1583): Origine Seraphicae Religionis, Extypographia Basae.

ORTEGA, Á. (1925): «De la España clásica. Juan de Lepe, el pequeño Rey de Inglaterra.» La voz de San Antonio, XXXI.

Un comentario

  1. Jarod Exum dice:

    You have noted very interesting details ! ps nice site.

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