Siempre me han maravillado los pastores de ovejas. Al llegar la tarde, el pastor se pone en la puerta del redil con un bastón y cuando cada oveja va pasando por la puerta, talla su lomo. Cuando ve que hay una con marañas en su lana o está herida, la detiene y la aparta para atenderla. El pastor también jala a sus ovejas y las trae al redil, las cuentas a cada rato y procura que no les falte ninguna de sus necesidades, manteniéndose atento para que no haya ningún peligro para esas ovejas y llegado el caso las defenderá con uñas y dientes. Hace todo esto porque ellas son su «medio de vida«.

Ya sabemos el resultado del referendum escocés por su independencia del Reino Unido que votó ayer la opción del ‘no‘ y una vez finalizado el mismo surge la pregunta: ¿es esto extrapolable a Cataluña? Pues la verdad es que no.

La generosidad mostrada ayer a última hora con Escocia por el primer ministro británico, David Cameron, para intentar evitar que triunfase el ‘sí‘ y mantener a Escocia en el interior del Reino Unido pudo influir en este resultado, porque se trataba de aumentar las cotas de autogobierno escocés, de mejorar su financiación y de aumentar las competencias de su autonomía. Quedándose en el Reino Unido, Escocia disfrutará ahora de la capacidad de “poder gestionar por ella misma” los recursos financieros que le sean transferidos. En pocas palabras, lo que Cameron les prometió fue que “reforzaría su autonomía” desde hoy mismo. A los escoceses esto les parece un «sueño». ¡Ahí es nada! Tener «televisión propia«, sin estar sujetos a la programación de la BBC y poder “gestionar su sanidad”, pero… ¿qué le queda a Rajoy para ofrecer a Cataluña? Pues nada porque prácticamente «ya se lo ha dado todo«. No son , por tanto,comparables las situaciones de Escocia y Cataluña”, pero Cataluña seguirá insistiendo en celebrar “su referendum” el próximo 9 de Noviembre, aunque sean conscientes de que desde hace años, ya tienen la máxima autonomía que se permite en el estado español en términos financieros y económicos. Aquí de lo que se trata es de satisfacer el “empeño personal” de su presidente don Artur Mas en cuya aventura su Gobierno lleva gastados cientos de millones de euros, sumando las partidas dedicadas directamente a este “referéndum”, la “acción exterior” para dar a conocer el “conflicto catalán” en el mundo, el mantenimiento de las “embajadas” y las subvenciones relacionadas con la identidad catalana, sin contar las subvenciones directas a los medios de comunicación. Se calcula así, que todo lo invertido hasta la fecha en esta aventura ya podría superar los 500 millones de euros en los últimos años, pero la Generalitat nunca escatimará en medios para conseguir su objetivo..

Pero hay que dar “al César lo que es del César” y tengo que reconocer que no he visto nada más impresionante que su último acto reivindicativo. Aquella memorable “V de la Diada” del pasado 11 de septiembre donde con una movilización ciudadana sin precedentes (casi 1.800.000 personas según la Policía Municipal) llenaron la Diagonal y la Gran Vía de las Cortes Catalanas con la plaza de las Glòries como punto de confluencia haciendo una “gran V” con los colores de la senyera.

Aquella “simbólica V” no era- naturalmente- una «manifestación espontánea” porque el gobierno catalán cuando “pastorea a sus simpatizantes” lo hace a conciencia . Lo primero que se hizo fue el que todas las personas que quisieran formar parte de aquella convocatoria debian inscribirse en la misma Indicando su nombre, apellidos y número de teléfono. La organización había previsto un sistema de registros en línea, sección por sección, para planificar mejor esa la operación y asegurar el éxito de la misma . Un sistema informático permitía elegir al manifestante, la sección y el color de la camisa para “hacer la bandera”; el sistema de registro también facilitaba la inscripción según el lugar de residencia a través del código postal. Desde esta página también se podía hacer una donación o ser voluntario y todo ello estaba bien promocionado por videos en los medios de comunicación.

Luego venía el «montaje de la gigantesca senyera” . La cosa no era fácil pero se resolvió con ingenio. Los asistentes debían elegir la camiseta “con el color correspondiente de la V” en el taller de montaje humano (c/Marina 315, Barcelona) o a través de su sitio web, al precio de 15 euros cada una. Una vez vestidos debían de dirigirse a los puntos de convocatoria y “organizarse”. Al principio de cada sección estaban los voluntarios (uno para cada ‘barra’ de la bandera) que ordenaban a las personas vestidas de amarillo o rojo. Cada tira (había 9) tenía 4 personas con el mismo color y había 36 personas por fila. Una vez que los voluntarios se colocaban en la primera fila de personas, el resto seguía el mismo color de la fila que se le había asignado. En cada una había una hilera de cuatro personas, de tal manera que el mosaico, de lado a lado de la carretera central de la Diagonal y Gran Via, tenía una anchura de treinta y seis manifestantes.

Esta gigantesca convocatoria fue seguida por medios internacionales y el “International New York Times” destacó en su portada impresa aquella V de la Diada en una foto en la que se veían las esteladas desde el aire.

También el “Wall Street Journal” explicó los motivos de aquella manifestación haciéndose eco de la demanda de los catalanes y de su «derecho a votar para decidir si quieren independizarse de España«. Todo esto fue un gran logro, pero… ¿qué pasó con esas 1.800.000 personas que pagaron 15 euros por una camiseta? porque eso supone 27.000.000 de euros y como supongo que a los asistentes la organización “no les proveería de bocadillo” y que los “voluntarios” tampoco cobrarían, debo de pensar que esa recaudación se empleó en subvencionar los coste de esta promoción (aunque los de los medios ya deberían de estar incluidos por las generosas subvenciones que reciben de la Generalitat). De todos modos a mi eso no me importa porque lo que verdaderamente me fascina es la capacidad de pastorear, concentrar y dirigir a una ingente masa de simpatizantes que tiene el gobierno catalán.

En Escocia «la calle nunca ha sido nacionalista» e incluso los más fervientes partidarios de separarse del Reino Unido nunca “han pastoreado a sus partidarios» con la eficacia que lo hacen los actuales gobernantes catalanes. Imaginemos por un momento una campaña independentista del «Sí Escocia» en Glasgow, la ciudad más poblada de Escocia con más de 600.000 habitantes, donde se ha desarrollado el epicentro de la recta final de la campaña de su referéndum. Los partidarios de la victoria del «sí» han hecho en esta ciudad un esfuerzo enorme por movilizar a sus seguidores logrando una abultada victoria de más del 55% para la opción de la independencia, pero ¿ y si el Partido Nacional Escocés hubiera hecho lo mismo que en Barcelona y hubiera sacado a la calle a sus a miles de simpatizantes igual que lo hicieron los gobernantes catalanes?

Si Escocia hubiera sido independiente la famosa bandera británica «Union Jack» diseñada hace más de 200 años, que combina los colores de los santos patrones de Inglaterra, Irlanda y Escocia posiblemente habría cambiado y la cruz blanca diagonal que ostenta, tal vez habría desaparecido, quedando sólo «una gran X»

Y ahora imaginemos a esa «gran X» trasladada a las calles con miles de manifestantes recorriendo Glasgow y llenando las arterias de Grodd Street, Hagley Road, Ladywood Middleway y Islington Row Middleway. Eso si, con todos los manifestantes pudiendo la independencia “bien uniformados” y con unas camisetas que hiciesen una «bonita combinación»- quizás con los colores verde y rojo- de la bandera del País de Gales. ¡Que bien habría quedado! ¿Verdad? ( por cierto que las calles de Glasgow son ideales para «thrillers zombies» como aquel de «World War Z«)

Pero.. ¡que más quisieran los escoceses que saber «pastorear a sus simpatizantes» tan bien como se hace en Cataluña. Y eso que por aquellas tierras tienen una «amplia experiencia» en eso del pastoreo.