
¿Qué lugar mejor para construir una prisión inexpugnable que una pequeña isla de la que evadirse fuera casi imposible? La famosa prisión de Alcatraz es el arquetipo de este tipo de centro penitenciario y fue construida en la pequeña isla de Alcatraz, también conocida como, La Roca, que se ubica en el centro de la bahía de San Francisco. Una isla descubierta en 1775 por el español Juan Manuel de Ayala y a la que la llamó «La Isla de los Alcatraces» que tras ser adquirida por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos el 12 de octubre de 1933, pasó a formar parte de la Agencia Federal de Prisiones y donde se edificó aquella famosa prisión que estuvo en funcionamiento entre 1934 y 1965.

En Italia existe el mismo modelo de prisión en una pequeña isla volcánica ubicada entre Roma y Nápoles. Es la isla de Santo Stefano que forma parte del archipiélago de las Pontinas; y que encuentra muy cerca de otra isla, llamada Ventotene, que durante la época romana se utilizó como lugar de confinamiento.
Allí, en el siglo II a. C, el emperador Augusto envió al exilio durante 5 años a su hija Julia y años más Agripina, la madre del futuro emperador Calígula, también fue enviada a aquella isla por Tiberio donde, según las crónicas murió de una huelga de hambre. Nerón envió al exilio en San Stefano a su esposa Octavia y Flavia Domitila, la hija del emperador Vespasiano también fue confinada en esta isla, como castigo por su conversión al cristianismo.
Las costas de la isla de Santo Stefano son escarpadas y la misma fue objeto de constantes incursiones por parte de los piratas sarracenos hasta que en el siglo XVIII el rey de Nápoles, Fernando IV decidió construir allí una cárcel. Es la prisión de Santo Stefano, antecedente de la famosa prisión de San Francisco a la que llamaron acertadamente la Alcatraz de Italia, y que fue utilizada entre 1797 y 1965.

Su notoria forma de herradura, como un anfiteatro invertido, es lo que se llama un panóptico, un tipo de prisión ideado por Samuel y Jeremy Bentham en el siglo XVIII cuyo concepto de diseño era el de permitir que todos los reclusos fueran observados de forma permanente. Con este sistema se crea en los prisioneros un estado de miedo y malestar continuo porque la más mínima infracción se descubre fácilmente y ello conlleva un castigo físico; además existe un castigo psicológico en el preso por la sensación que tiene el mismo de sentirse continuamente observado.
El proyecto panóptico concebido por Bentham se puso de moda y este diseño de prisiones se extendió por toda Europa. El ingeniero napolitano Francesco Carpi lo utilizo para construir la prisión de Santo Stefano con forma de estructura hemicíclica; una exedra, (palabra que en arquitectura, define a una construcción descubierta, de planta semicircular) en forma de anfiteatro matroneum, cuyo diseño estaba copiado de los planos del Teatro San Carlo de Nápoles de 1737.



La construcción de esta prisión se completó en poco tiempo, con un coste de 300,000 ducados, gracias a la fuerza laboral de 128 prisioneros napolitanos que Carpi llamaba los desenterrados, y que fueron primitivamente alojados en las «cisternas romanas» de la vecina isla de Ventotene y luego en las propias celdas de la nueva prisión conforme iban siendo construidas.
La estructura, una joya arquitectónica de rara originalidad, fue terminada en 1797, t su planta de herradura tenía un perímetro externo de 380 metros, cerrado por una parte delantera con pabellones cuadriláteros en los extremos, torres cilíndricas medianas y patio interior. A lo largo del perímetro interior de la arena de 207 metros había 99 celdas en tres pisos (el tercero, originalmente no planificado, fue encargado a Carpi en 1795) para una capacidad total de 378 reclusos (3-4 por celda), que luego se aumentaron a 600.
Las celdas miden 4,50 x 4,20 m. y tienen ventanas con boca de lobo, con doble rejilla, abovedadas con un arco externo y forman una serie de arcos típicos de la arquitectura árabe-mediterránea, en la planta baja y en la primera planta. Los tres pisos, similares a las gradas de un anfiteatro, dividían a la población reclusa en tres categorías: los más inquietos en la planta baja, más fácilmente controlables, y los otros en el primer piso y parte del segundo, donde varias celdas también servían como enfermería. En la planta baja, dos celdas sin ventanas se utilizaban para el castigo de los prisioneros más peligrosos y en el centro del patio interior se construyó una capilla con planta hexagonal, que con el diseño panóptico permitía a los presos asistir a las misas desde las mirillas de las puertas de sus celdas. En los dos extremos exteriores del hemiciclo,estaban los almacenes, la taberna, y las oficinas de la dirección.


Hacia 1850 se hicieron nuevas reformas añadiendo dos nuevos edificios para almacenes, laboratorios, cocina para prisioneros, duchas, baños y un pequeño patio. En los pisos superiores se incorporó una enfermería y otras habitaciones utilizadas como cuarteles para el personal de guardia. Entre 1880 y 1896 se construyó una nueva sección circular fuera de toda la planta baja apoyada contra el muro perimetral, para albergar a presos políticos, anarquistas y sujetos en castigo. Con esta «IV sección especial«, se creó un largo pasillo semicircular donde se abrían las puertas de 78 nuevas celdas, que estaban iluminadas por los grandes ventanales del pasillo.

Con el tiempo, se agregaron otras dos torretas hexagonales dentro del semicírculo, apoyadas contra las galerías preexistentes, con garitas a la altura de cada piso, y otras dos garitas en las salas de conserjería.

En 1952, el director Eugenio Perucatti comenzó la construcción con los mismos prisioneros de la «Piazza della Redenzione«, con avenidas y macizos de flores, que forman el trazado urbano de la isla. Al mismo tiempo, se construyó un campo deportivo, completo con gradas, vestuarios y muro perimetral. En 1960 se llevó a cabo una última intervención con la construcción de un refugio de hormigón armado en el piso superior de las celdas.


Hacia 1798, en el momento de la revolución napolitana, esta prisión llegó a contener más de 1000 prisioneros (8-10 por celda) con cadena perpetua de los que la mitad eran políticos y revolucionarios. Era una prisión muy dura en la línea de los antiguos propósitos filosóficos que justificaban el castigo del delincuente, con el principio absolutista de : «Te castigo porque cometiste un error» pero también pretendía sembrar el terror en los propios prisioneros ya que el aislamiento a largo plazo y la particular arquitectura carcelaria contribuían fuertemente a la llamada «disuasión psicológica«. Las palabras de un preso de cadena perpetua llamado Luigi Podda, aclaran la realidad de este lugar de dolor y castigo cuando afirmó que: «Se me hizo pensar que la sentencia de muerte sería menos dolorosa; es mejor morir de inmediato que ser destruido aquí día a día y sin esperanza” por eso aunque la prisión más famosa del mundo sea la de Alcatraz, históricamente la de esta pequeña isla volcánica, antecesora de la misma no le va a la zaga porque que las condiciones en la misma de los presos fueron durísimas

A lo largo de los años, la prisión de San Stefano fue escenario de algunos famosos intentos de fuga. El primer intento de fuga masiva ocurrió con Francesco Carpi que tras dirigir la construcción de la prisión, también desempeñó el papel de jefe de la misma y fue el 26 de agosto de 1797, un día en el que hubo un intento de fuga con unos enfrentamientos entre presidiarios y guardias que se saldó con dos muertos y numerosos heridos. A pesar de la pronta reacción del personal y de que llegaron refuerzos desde Nápoles, algunos reclusos lograron escapar de la isla perdiéndose su rastro
Pero la primera gran evasión masiva la llevó a cabo en 1806 el bandolero ‘Fra Diavolo’ de Itri (cuyo verdadero nombre era Michele Pezza di Itri),, quien tras la evasión reclutó a los presos entre las filas de su banda para luchar junto a los Borbones, contra los franceses. Después de este incidente la prisión fue cerrada durante once años y en 1817 se volvió a abrir albergando cada vez más presos políticos y menos delincuentes.

Otro famoso intento de fuga fue el ideado por el patriota Luigi Settembrini, un enérgico opositor de la dinastía borbónica, que había sido detenido»por haber sembrado el descontento contra el Gobierno». Su fuga fue apoyada desde el exterior por Giuseppe Garibaldi, y se gestó en la primavera de 1855 cuando empezó a trazar su propio plan de huida elaborando mapas con los dibujos de los lugares y las rutas marítimas a seguir.

Desde el exterior Giuseppe Garibaldi participó activamente en aquel plan de fuga, trazando la ruta que tendría que seguir el barco (La Isla de Thanet) para el éxito del mismo.El plan fracasó porque el barco se hundió antes de llegar al golfo de Gaeta. Un segundo intento también fracasó y finalmente Settembrini logró ser liberado en 1859 desviando a Inglaterra el barco que debería haberlo llevado al exilio en los Estados Unidos
Pero la fuga más famosa de aquella prisión, por las consecuencias políticas que ocasionó ocurrió en octubre de 1860 cuando se produjo una revuelta muy violenta encabezada por el camorrista napolitano Francesco Venisca, después de que las tropas borbónicas hubieran abandonado la prisión de la isla para ir a Capua, sometida al asedio de las tropas de Saboya (poco después del final del Reino de las Dos Sicilias) a socorrer al donde ejército de Francesco II. Comenzó con un grupo de 800 presos, casi todos de origen napolitano afiliados a la Camorra (Bella Società Riformata) que desencadenaron una furiosa revuelta y los 40 guardias de la prisión fueron fácilmente desarmados y bloqueados; las puertas se abrieron y el grupo de alborotadores se dispersó por la isla. Tras este motín y unas horas de caos, se llegó a un acuerdo con los guardias y con los pocos isleños residentes y aquellos presos proclamasen la llamada República de Santo Stefano constituyéndose un consejo denominado » Comisión del buen orden » que constaba de los siguientes artículos:
- Cualquier convicto que mate a uno de sus camaradas por traición será castigado con la muerte.
- El condenado que ofendiere a los superiores de cadena perpetua o tutores, de hecho o con amenazas, será reprimido con fusilamiento.
- Cualquier reo que ofenda la vida y la propiedad de los isleños será castigado con la muerte.
- Cualquier isleño que ofenda el honor de las familias pertenecientes a los superiores, guardianes y personas honestas de la isla será castigado con la muerte.
Durante su corta existencia, aquella República de Santo Stefano también eligió un Senado compuesto por los miembros más importantes de Guappi y la Camorra, que debía decidir las sentencias de quienes no respetaran el estatuto e incluso hubo algunos “juicios” con relativas condenas, todos registrados con tinta sobre papel: Pasquale Urso fue condenado a 50 palizas y 30 días de aislamiento en una celda por haber robado sacos de harina; Antonio Margiotta, después de haber robado madera y una cantidad considerable de uvas de la viña de un labrador se vio obligado a dar varias vueltas a la isla con los bienes robados atados a sus hombros. También hubo varias sentencias de muerte, como la de un tal Giuseppe Sabia, culpable de robar una cabra y Vincenzo Fedele del que se desconocen las causas de su condena pero que probablemente se debiese a viejas rencillas entre grupos de la Camorra.
La República de Santo Stefano llegó a su fin, en enero de 1861, con la llegada a la isla de un nutrido grupo de marineros italianos del Reino de Cerdeña que restauraron el orden. Hubo juicio contra los alborotadores en 1866 y las condenas se produjeron en 1872 siendo la más dura la de un tal Francesco Orlando, sin embargo tres de los cinco miembros de aquella » Comisión del buen orden » fueron absueltos por considerar el juez que aquella República ejerció un poder legítimamente constituido, conforme a las exigencias supremas de tiempos excepcionales.
Durante la etapa del fascismo en Italia, los opositores a aquel régimen fueron encarcelados en las celdas de Santo Stefano y uno de los pesos ilustres que pasó por las mismas fue el político Sandro Pertini, que estuvo encarcelado en esta prisión entre 1935 y 1943 aunque más tarde se convirtió en presidente de Italia en 1978.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la vida de los presos cambió definitivamente con la llegada de Eugenio Perucatti. Un nuevo director que humanizó la vida en la prisión y diseñó un proyecto para que la isla fuera autosuficiente. Creó huertos, panaderías y permitió que los internos elaboraran productos de artesanía para que pudieran conseguir algunos ingresos. También construyó un cine, un campo de fútbol y puso en marcha el alcantarillado. En 1965, la cárcel fue cerrada y la isla abandonada.

Esta es la historia de la curiosa prisión conocida como la “Alcatraz italiana” La isla de Santo Stefano se encuentra dentro de un parque marino protegido, muy frecuentado por pescadores, bañistas y buceadores y actualmente su acceso es complicado, porque no dispone de muelle y los que desean visitar la antigua prisión deben de caminar durante 40 minutos por un sendero empinado hasta llegar al centro penitenciario. Todavía en los alrededores pueden verse antiguos carteles que advierten de las penalidades con las que se podían encontrar quienes atravesaran sus puertas: “Este es un lugar de sufrimiento”; “Este es un lugar de expiación”, “Este es un lugar de redención”.
No obstante el estado italiano en la actualidad, está gastando 70 millones de € para dar una nueva vida a la vieja prisión de Santo Stefano, para transformarla en un museo al aire libre y un punto de acceso turístico. Así terminan las horribles prisiones como Alcatraz en Estados Unidos o Kilmainham Gaol en Dublín
Fuentes:
SANTO STEFANO STORIA DI UN ERGASTOLO Antonio Parente
Quel «criminale» di mio padre. Eugenio Perucatti e la riforma del carcere di Santo Stefano. Una storia di umana redenzione, Antonio Perucatti
La repubblica di Santo Stefano in Storia della camorra. 1ª ed. Roma, Newton & Compton, 1993. Vittorio Paliotti