La caída de los árboles en las ciudades por el efecto combinado del viento y la lluvia, es un tema bastante habitual en esta época invernal. Lo malo es que a los árboles no les pasa aquello que decía la abuela en la comedia de Alejandro Casona cuando afirmaba eso de que quería » estar muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol» porque- desgraciadamente- los árboles urbanos «no se mueren de pie» sino que se desploman y al hacerlo causan bastantes daños, por eso hoy quiero explicaros los motivos por los qué se caen los un árboles en las ciudades añadiendo un consejo: nunca se os ocurra resguardaros bajo un árbol de ciudad si os sorprende allí un día ventoso porque los árboles urbanos son muy, pero que muy peligrosos.

Un árbol es una especie leñosa cuyo tronco está completamente lignificado y generalmente desprovisto de ramas. En su parte baja, normalmente se ramifica formando lo que llamamos la «copa» y las copas de los árboles urbanos encuentran grandes impedimentos para su desarrollo y soportan una gran agresión por la contaminación ciudadana.

Otra de las debilidades de un árbol de ciudad es su sistema radicular. Sus raíces encuentran grandes dificultades para expandirse por el suelo ya que tienen que competir con cañerías, tuberías, cables, y todo tipo de infraestructuras subterráneas que impide su completo desarrollo para cumplir con la misión de anclar el árbol al suelo. El mejor destino lo tienen los árboles situados en parques urbanos pero allí también sus raíces se debilitan porque compiten con plantas de jardin que necesitan mucho riego, generando una humedad que favorece la descomposición radicular por agresiones de tipo fúngico. En definitiva: las raíces de los árboles urbanos tienen muy baja resistencia mecánica y eso disminuye su resistencia al empuje del viento y de la lluvia. Observemos la imagen siguiente que nuestra el peor escenario que puede darse para la caída de un árbol de ciudad por ese efecto combinado.

Todo empieza con el desarrollo de las copas. Los árboles urbanos buscan la luz para su desarrollo y debido a los obstáculos urbanos muchas veces sus copas se desplazan mas de la cuenta modificando su centro de gravedad. El viento ayuda a mover aún más ese centro de gravedad (ya desplazado por el crecimiento diferencial ocasionado por la búsqueda de la luz) y con ello los ejemplares se flexionan ante una fuerte ráfaga, de viento. Normalmente retoman su postura original, pero a veces la combinación del empuje del viento y el peso del agua sobre ese «centro de gravedad desplazado» ejerce mucha presión sobre la zona de anclaje (raíces debilitadas). Se trata del viejo problema mecánico del «brazo de palanca» calculado como la distancia perpendicular existente entre la línea de acción de las fuerza y el eje de rotación de la base del árbol.

El momento de torsión con ese eje es el producto de la magnitud de las fuerzas actuantes por su ese brazo de palanca y el centro de gravedad del árbol será el punto a través del cual actuarán las fuerzas combinadas de viento y agua. Al final el árbol termina cayendo por «fallo radicular»

También, otras veces sobre un árbol actúan fuerzas combinadas de viento y agua que no tienen la misma línea de acción o no se intersectan en un punto común y puede haber rotación, con lo que el árbol girará sobre sus raíces y se caerá.

El problema actual es que los responsables del mantenimiento de los árboles urbanos no se suelen fijar en aquellos árboles cuyo anclaje del tronco o alguno de sus cimales se encuentran escorados, desequilibrados o con fisuras en su madera, y no actúan en consecuencia ordenando que los sujeten debidamente para evitar su caída al suelo,

Y como me temo que -presumiblemente-el mantenimiento de los árboles urbanos seguirá siendo la «asignatura pendiente» de los responsable de Gestión Ambiental de nuestros Ayuntamientos, os vuelvo a decir que tengáis mucha precaución en los días de viento con los árboles de las calles, parques y jardines de vuestra ciudad.

Fuentes:

http://www.fcagr.unr.edu.ar/Extension/Agromensajes/23/9AM23.htm

http://www.cfeaguisamo.org/