Aquí tenemos a una serie de personajes españoles cuyas caras-al parecer- «son más duras que el diamante«; sin ánimo de ofender, responden al perfil de lo que en España, llamamos coloquialmente «caradura«, que son aquellas persona que actúan yendo «a lo suyo» y sin importarle nada sus semejantes. Pienso que eso es precisamente lo que hacen las personas aquí representadas y voy a explicar por qué. Así es que empecemos, y como dicen en los Óscares: «and the winner is…»

UNO.- Empezaremos por don Mariano Rajoy. Todo un «campeón» en esa tarea de faltarle el respeto a sus votantes. Recordemos algunas de sus promesas:

«No voy a tocar las pensiones».

«No habrá rescate para la banca»

«No introduciré el copago en Sanidad»

«No subiré los impuestos»

«La lucha contra la corrupción será uno de mis objetivos principales»

«Habrá independencia judicial»

«No abarataré el despido»

«Tendremos firmeza en la lucha contra ETA»

Todas estas promesas las reafirmó en su debate de investidura, cuando nos dijo aquello que “mantendría sus compromisos electorales” pero una vez en el poder parece ser que se olvidó de las mismas, por lo que os pregunto: ¿creéis que este comportamiento responde a la definición de «caradura»?

DOS.- El segundo personaje es don Cándido Méndez. Una persona que aunque defienda al obrero parece ser que le gusta la buena vida y comer en restaurantes de lujo como el “Tse Yang” , “El Torreón” o el “Hotel Villamagna” en la capital de España. También se comenta, que se dice que que montó una de sus huelgas generales en el elitista restaurante “El Chaflán“, de Madrid y lo hemos visto usando relojes de “Raymond Weil” de 3.136 €, o “Maurice Lacroix” de 3.150 €.

Pregunta: ¿Responde este comportamiento con la definición de «caradura»?

TRES.- Tercer puesto para don Pepiño Blanco; aquel señor al que el juez instructor del ‘caso Campeón’ en el Tribunal Supremo, don José Ramón Soriano, le tramitó un suplicatorio por un presunto delito de «tráfico de influencias» aunque la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo estimó su recurso de defensa y acordó archivar aquellas actuaciones. Pero don Pepiño mientras estuvo imputado, nos declaró ante las cámaras de televisión, que «pasaría a un segundo plano en la política» y después lo vimos como el décimo candidato en la lista del PSOE para las elecciones europeas.

Pregunta: ¿ Es esto tener un «rostro de cemento»?

CUATRO.- Continuamos con don Luis de Guindos. Un ministro de Economía español, que antes fue ex directivo y maximo responsable en España y Portugal entre abril de 2006 y septiembre de 2008 de de aquel banco estadounidense «Lehman Brothers«,y cuya quiebra en 2008 ocasionó la «recesión global mundial». Este hombre aceptó la tarea «de sacar a España de la crisis económica» .

Y yo pregunto: ¿Responde esto al paradigma de lo que podríamos llamar un «caradura»?

QUINTO.- El quinto «rostro blindado» pertenece a don José Bono. Aquel hijo de un alcalde falangista, que decidió apuntarse al PSOE y con quien llegó a ser Presidente del Congreso de los Diputados. Un político se autodefinía como «católico» aunque después se declaró pro-abortista y afirmó que «eso no le impedía irse comulgar».

Nueva pregunta: ¿ Se acerca este comportamiento a la imagen de un «caradura»?

SEXTO.- Llegamos al sexto puesto y allí aparece don Alfredo Pérez Rubalcaba. Aquel «Fouché del PSOE» que se convirtió en las «orejas del Estado» con su herramienta SITEL que nos interceptaba las llamadas telefónicas fijas y móviles, los SMS y la navegación por Internet. El gran visir de «las alcantarillas del GAL» aún tuvo el cuajo de exigirnos disculpas por el «Caso Faisán».

Pregunta: ¿Es esto tener un «rostro de granito»?

SEPTIMO.- En este puesto aparece otro sindicalista. Don Ignacio Fernández Toxo de “Comisiones Obreras” que se permitió el lujo de disfrutar de unas lujosas vacaciones con su esposa en un exclusivo complejo diseñado por Oscar Niemeyer de 5 estrellas en la isla de Madeira

Pregunta: ¿Defender al obrero y vivir como un pancha es ser un «caradura»?

OCTAVO.- El penúltimo puesto lo ocupa don José Luis Rodríguez Zapatero. Aquel ex-presidente que después de poner en la calle a 5 millones de españoles aún se permitió el lujo de que-como si la cosa no fuera con él – decirnos solemnemente en el año 2007 que con su Gobierno España estaba en la «Champions League de las economías del mundo«. Se marchó condecorado por Rajoy y actualmente cobra 6.383 euros por acudir a los pleno mensuales del «Consejo de Estado».

Os hago la misma pregunta: ¿Se consideraría esto el comportamiento de un «caradura»?

NOVENO.- Y termina el ranking con aquel inefable personaje llamado don Manuel Chaves que hizo una «declaración oficial» para la Junta de Andalucía, en la que afirmaba tener un saldo total de cuentas bancarias de 4.743,03 euros, un Plan de pensiones del Banco de Santander., una vivienda en Sevilla con un valor catastral de 40.181,14 euros; una plaza de aparcamiento con un valor catastral de 6.321,28 euros; y un automóvil «Volvo Master» con un valor superior a los 6.000 euros. Y eso después de un montón de años «en el machito». Ver BOJA 21-8-2008). Página 51.

Última pregunta: ¿Es esto ser un caradura? Juzgad vosotros mismos.

Pero llamar «caraduras» a estos personajes tampoco es insultarlos, porque ellos mismos «así se llaman entre si». Recordemos que don Pepiño Blanco hizo del insulto toda una apología y llamó «caradura» al señor Rajoy, aunque con esa misma palabra lo tildaron a él desde el PP europeo adornada con el adjetivo de «profesional».

También el señor Rubalcaba, fue llamado «caradura» en una ocasión por doña María Dolores de Cospedal, calificativo que el interesado «devolvió elegantemente » a la secretaria general del PP en otra, y cuando en el año 2010 estaba en su apogeo «El Caso Faisán» un diputado del PP lo llamó ‘caradura’ a él en un Pleno del Congreso

Visto lo visto y como la «caradura» en los políticos ya no es un insulto sino un hecho, creo que habrá que revisar el valor máximo de la «escala de dureza» de Friedrich Mohs y crear el «número 11» para estos rostros ya que parece que tienen mayor «dureza» que la del diamante.