«Sinuhé, El Egipcio» y las tablillas cuneiformes de  ‘El-Amarna’

En 1.945 el gran escritor finlandés Mika Waltari (1.908-1.979) escribió una novela ambientada en el llamado Imperio Nuevo o Segunda Época Tebana. Se trataba de «Sinuhé, El Egipcio» en la que nos contaba en quince libros una preciosa historia-escrita en primera persona- sobre la vida errante de un médico a lo largo del reinado de cuatro faraones: Amenhotep III, Amenhotep IV (más conocido como Akhenatón) Tutankamon y el general Horemheb. En el Libro V Sinuhé empieza a ejercer la medicina en Symira y trata a Aziru, rey de Amurrú, obteniendo su agradecimiento al cederle su esclava, Keftiú, de la que aquel el rey se había prendado. Al entrar en guerra Egipto con los khabiri, Sinuhé se incorpora como médico a las tropas del faraón, comandadas por Horemheb, a fin de conocer la guerra y estudiar las heridas producidas por las armas. Está presente en la batalla contra los khabiri, que son derrotados y los egipcios entran en Jerusalén. Sinuhé, tras una inicial resistencia, asiente a la proposición de Horemheb de que le sirva de espía en los países que fuera recorriendo.

Waltari nunca estuvo en Egipto, pero encontró en el Museo de Berlín, en 1.938, los llamados «Papiros de Berlín» que eran una serie de documentos egipcios del Imperio Medio, datados entre 2.160 y 1.700 a. C. y encontrados en Menfis. En los papiros 10499 (B) y 3022 (R), se encontraba «la historia de Sinuhé» uno de los más destacados aportes de la literatura egipcia antigua, y él adaptó aquella historia con aventuras/desventuras y horizontes geográficos y temporales distintos. Pero aquel «Sinuhé literario» creado por Waltari resulta que terminó aproximándose bastante al «contexto histórico real» del tiempo de su personaje tras el descubrimiento de las llamadas «cartas de Amarna«.

La imagen de portada es la carta referenciada como EA 161, una de las tablillas que reflejan la correspondencia entre aquel Aziru líder de Amurru y el Faraón Akhenatón (Amenhotep IV). Aziru,era un personaje muy intrigante, que está muy bien descrito por Waltari en su novela y «siervo de dos amos» con una ambigua política que se limitaba a sortear políticamente tanto a Hatti como a Egipto, y declarándose vasallo de una u otra potencia según exigían las circunstancias. Así fue como Amenofis IV, indignado, lo llamo al orden y le conminó a que se presentara en Egipto.

Todo esto se sabe hoy por «las cartas de Tell el-Amarna«. Tell el-Amarna, es un pequeño pueblo situado junto al Nilo a mitad de camino entre el Cairo y Luxor. En el año 1. 887, una aldeana fue allí, según unos, a buscar ladrillos antiguos con los que edificar su casa y según otros, para coger barro fertilizador para sus campos ( lo que en Egipto se llama «sebakh«, una forma doméstica de abonar la tierra). El caso es que, removiendo la tierra, encontró unas extrañas tablillas de barro, que sufrieron múltiples peripecias hasta ser reconocidas por los egiptólogos. Estaban escritas en idioma acadio y con los caracteres cuneiformes de la lengua Akkadian que era la lengua que los faraones egipcios y los reyes hititas usaban para comunicarse entre sí y resultaron ser todo un archivo histórico de la correspondencia del rey de Egipto con sus vasallos asiáticos y con los grandes reyes de su época.

Tras aquel descubrimiento el arqueólogo William Flinders Petrie en 1.891 recuperó con éxito 21 tabletas más y finalmente se encontraron un total de 388 tablillas que son las llamadas “cartas de Amarna” (a veces también referidas como «correspondencia de Amarna» o «tabletas de Amarna«) y de las mismas, 382 están catalogadas y repartidas en diferentes museos, abarcando un período que se extiende a la época de los reinados de Amenhotep III (1.402-1.364 a.C), Amenhotep IV (1.350-1.334 a.C) y Tutankamón (1.335- 1.325 a.C.) es decir, un momento histórico difícil y decisivo de aquellos tiempos.

Estas tabletas de arcilla, reflejan una correspondencia diplomática entre la administración egipcia y sus representantes en Canaán y Amurru durante la etapa del Imperio Nuevo también llamado Reino Nuevo. Aquel período de la historia del antiguo Egipto transcurre entre los años 1.550 y 1.200 a.C y abarca las dinastias XVIII, XIX y XX de Egipto. El imperio Nuevo fue el periodo más próspero de Egipto y marcó el cenit de su poder.

En el mapa siguiente se muestra la distribución. territorial de la zona durante el período en que se confeccionaron estas cartas mostrando las grandes potencias del periodo. Egipto (verde), Hatti (amarillo), Kassite Reino de Babilonia (púrpura), Asiria (gris) y Mittani (rojo).

Las «cartas de Amarna» se dispersaron de la manera siguiente:

203 están en el Vorderasiatisches Museum de Berlin

50 se ubican en el Museo de El Cairo

95 en el British Museum

22 en el Ashmolean Museum de Oxford

7 en el Museo del Louvre

9 en colecciones privadas

2 en el Metropolitan Museum de Nueva York

Para situarnos en el contexto histórico de las mismas debemos decir que El-Amarna fue una ciudad muy importante de aquellos tiempos, porque allí se ubicaba la ciudad-capital de Akhenatón. A lo largo de toda la historia de Egipto solamente hubo una época durante la cual se impuso un monoteísmo religioso y esta fue época del reinado del faraón Akhenaton. El sucesor de Amenofis III era Tutmosis, su hijo mayor, sin embargo, la muerte prematura del mismo, hizo que subiera al poder Amenofis IV (1.364-1.347 a.C,) hijo de Amenofis III y de la reina Tiyi, y este rey fue nombrado sumo sacerdote de Re en Heliópolis y coronado faraón en el templo de Amón en Karnak.

Durante los reinados de Tutmosis IV y de Amenofis III, el clero de Amón había sido desplazado por el de Re y se había introducido el culto a Atón,manifestación de Re Haractes. En el año cuarto de su reinado, Amenofis IV tomó el nombre de Akhenaton y construyó una nueva capital en un lugar nuevo, Akhetaton, la actual Tell-el Amarna y aquellas cartas fueron aparentemente «perdidas» cuando Amarna fue abandonada en el reinado de Tutankamón

 Levante Mediterráneo

Como antes dijimos, este archivo de correspondencia (en su mayor parte diplomática) refleja las relaciones entre la administración egipcia y sus representantes en las regiones de la zona conocida como el  Levante Mediterráneo  limitada al oeste por el Mar Mediterráneo, al sur por el desierto árabe y al este por Mesopotamia y desde un punto de vista histórico y cronológico, nos arrojan luz sobre las relaciones de Egipto con Mitanni, Asiria, los Hititas de Anatolia, Siria y hasta la isla de Chipre (Alashiya).

Aunque estas misivas no contienen fechas ni referencias cronológicas (quizás porque en el sistema diplomático vigente en ese época no había un único calendario genérico para todos y no era necesario fecharlas) pueden referenciarse históricamente, ya que hay casos en los que los trabajadores de la cancillería egipcia anotaban en escritura hierática las indicaciones del tiempo conforme a la costumbre de los escribas egipcios.

Se trata de cartas de personas notables de aquel citado Levante mediterráneo e incluso del propio Faraón e incluyen mensajes de Akenatón y su reina Nefertiti. La mayoría (más de trescientas) son de carácter diplomático, pero también existen algunas de carácter literario y didáctico. Como antes hemos indicado están escritas en acadio, el idioma que usaban y escribían aquel entonces los funcionarios egipcios .

¿Y de dónde viene el idioma acadio? Pues a finales del IV milenio a. C. los sumerios comenzaron a escribir mediante pictogramas, es decir, mediante dibujos que representaban palabras y objetos, pero no conceptos abstractos. Así surgió la escritura cuneiforme, que es una de las formas más antigua de escritura conocida por la humanidad. El adjetivo cuneiforme, viene del latín «cuneus» (cuña) y debe su origen al aspecto de de los pequeños trazos en los signos de aquella escritura mesopotámica.

La escritura cuneiforme procede del sur de Mesopotamia, y parece ser que fue inventada por los sumerios, heredada por los acadios, y difundida por toda Asia Menor, Siria, Persia, y terminó siendo la escritura utilizada en los documentos diplomáticos del imperio egipcio

Muestra de la extinta escritura cuneiforme de Akkadian

El pueblo de los acadios, fue uno de los más importantes de Mesopotamia y hacia el 2.340 a. C. su rey Sargón ya había fundado la ciudad de Acad o Agadé en las proximidades de Kish al norte mesopotamico, con un reino que se extendía por toda la cuenca del Tigris y el Éufrates llegado hasta el Líbano y controlando todo el comercio del golfo Pérsico

Extensión del Imperio acadio Fuente Wikipedia 

La escritura cuneiforme fue extendiéndose por toda esta región y hacia el 2.600 a. C. los símbolos pictográficos ya se diferenciaban claramente del ideograma, o sea, del signo que representaba la idea que se quería decir. En la siguiente imagen podemos ver cómo aquella escritura cuneiforme fue evolucionado desde una primera etapa pictográfica.

Para el que quiera saber más sobre la escritura cuneiforme en Mesopotamia. aquí  le pongo un estupendo enlace  de un trabajo de la Universidad de Zaragoza.

Y es precisamente durante la última edad de bronce (1.600 – 1.200 a.C) cuando la administración egipcia empleó masivamente esa escritura cuneiforme en tabletas escritas en acadio para comunicarse con los poderes locales del Levante mediterráneo y con las grandes potencias del antiguo Oriente próximo. Toda la información sobre las “cartas de Amarna” se puede encontrar en  este enlace  por lo que no me extenderé demasiado en relatar el contenido de las mismas. Simplemente hablaremos que nueve de estas cartas reflejan una correspondencia en la region cananeo-palestina como la de la siguiente imagen que es una carta de Tushratta, noveno rey de Mitani a Amenofis III en la que le ofrece amistad

Fuente:  Wikipedia 

En el artículo se analizan otras cartas diversas ( todas ellas dirigidas al faraón de Egipto Amenofis III ) como las del rey Alasiya (enviando regalos), la de Rib-Hadda alcalde Gubla (que implora en varias ocasiones al Faraón que le envíe ayuda) , la de Biridiya alcalde de Megiddo (que se queja de los ataques de Labaya contra su territorio) la de Abdi-Heba de Jerusalén (que defiende su nombre y pide ayuda contra los Hapiru), la de Yapahu de Gazru (indicando que su hermano menor se ha rebelado en su contra y ha entrado en Muhhazu) y una última de Amenonhotep III dirigida a Endaruta de Akshapa, para decirle que esté en guardia y custodie el sitio del rey

Las Cartas de Amarna nos cuentan la historia de Egipto. En las mismas se reflejan las relaciones diplomáticas, las guerras, las fidelidades y las traiciones y por ellas conoció el mundo la existencia de dos lenguas perdidas, la hitita (cartas EA 31 y EA 32) y la hurrita (carta EA 24). También nos hablan de las prácticas comerciales entre Egipto y los países libres (principalmente Babilonia, Mitanni y Alasiya), por ellas conocemos como eran los regalos protocolarios y la existencia de un comercio internacional firmemente establecido, en el que las grandes potencias conseguían las materias primas necesarias para su desarrollo y otros productos deficitarios en sus economías con intercambios comerciales entre productos deficitarios y sobrantes,

También nos hablan de préstamos internacionales y nos cuentan interesantes anécdotas sobre los matrimonios de estado de entonces, con los “precios de la esposa” reseñados minuciosamente con el peso de los metales preciosos y la cantidad de piedras empleadas en las joyas usadas. El exhaustivo cálculo de aquellos valores nos permite deducir que aquellos matrimonios eran verdaderos «intercambios comerciales» entre las cortes de países contrayentes.

Finalmente, se comprueba por las citadas cartas que durante la dinastía XVIII, Egipto dominaba Nubia y el País de Kush, lugares con extensas zonas auríferas y vemos que existía un intenso tráfico comercial entre las grandes potencias y que Siria y Palestina se veían atravesadas por espectaculares caravanas. Los lujosos séquitos de los mensajeros reales surcaban una y otra vez los caminos que iban de Hatti a Babilonia y desde Mitanni a Egipto. ¡Cómo habría enriquecido Mika Waltari su historia si hubiera tenido acceso a todas las «cartas de Amarna» !

Fuentes:

«Egyptians and the Cuneiform Tradition. On the Palaeography oc the Amarna«. Jana Mynářová

«Regalos, comercio y créditos internacionales según las cartas de Amarna«. Teresa Armijo Navarro-Reverter

«The Amarna Letters, Baltimore: Johns Hopkins University Press» , 1992.William L. Moran

Un comentario

  1. Gabriel Tamayo Rojas dice:

    Como todos tus artículos, muy interesante y bien documentado.

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