¿Los emprendedores nacen o se hacen?

Usted tiene una gran idea para un negocio y piensa que puede ganar mucho dinero con ella… ¿qué hace? ¿funda su propia compañía, dedica su vida a ella y con su esfuerzo y determinación hace una fortuna o tal vez sencillamente se olvida de la idea y sigue trabajando por un salario? La respuesta es que los empresarios exitosos nacen y se hacen, algo que el especialista en negocios Peter Ryding define con esta frase: «Yo calcularía que en un emprendedor la respuesta es: 70% innato, 10% adquirido y 20% aprendido«. Es decir que los empresarios tienen dos características genéticas clave, a las que él llama «pensamiento adaptable» y «ver la realidad positivamente«. El mejor ejemplo de esto lo tenemos en la vida de dos personajes (padre e hijo) de la familia Tudor de Norteamérica 

  • El padre

«Uno de agosto de 1805. Aquel que ante la primera dificultad, sin intentarlo otra vez, pierde la esperanza de triunfar, no ha sido, no es y nunca será un héroe en la guerra, el amor o los negocios«.

Así empezaba el diario que Frederic Tudor comenzó a escribir el día que se lanzó a la gran aventura de su vida. Una empresa que se inicia en los helados lagos de Nueva  Inglaterra  y que finaliza con el uso masivo por el mundo de los ‘cubitos‘ esos  pequeños trozos cúbicos de hielo  que utilizanos para enfriar nuestras bebidas.

Hasta la mitad del siglo XIX, el hielo era un ‘bien de lujo‘ cuyo disfrute estaba reservado a los ricos, y así era como lo hacía una acomodada familia de la clase  alta bostoniana: los Tudor que usaban el agua congelada de un estanque de su finca en Saugus, Massachusetts ubicada en las afueras de Boston y conocido como «Rockwood«, de donde sacaban grandes bloques de agua congelada para almacenarla en habitaciones especialmente acondicionadas en enormes cubos de 90 kilos de peso. Allí mantenían aquel hielo hasta que llegaba el verano para usarlo en enfriar bebidas, hacer helado o refrescar el agua del baño durante alguna ola de calor. 

El patriarca de la familia se llamaba William Tudor (28 de marzo de 1750-08 de julio de 1819) y era un rico abogado de la aristocracia de Boston (Massachusetts). Su tercer hijo Frederic Tudor (1783- 1864) fue nuestro emprendedor que con su aventura llegó a ser conocido como el “Rey del Hielo”. 

Viniendo de una familia rica para él era fácil seguir la carrera de su padre y ser un brillante personaje de la clase pudientes bostonianas pero el quiso ‘ser diferente’. A los 17 años, su padre lo mandó a La Habana para acompañar a su hermano John que-herido en una rodilla- necesitaba de aquel clima cálido para restablecerse pero él lo pasó muy mal en aquel viaje pues tuvo que sufrir  la tortura de la humedad tropical vestido con los ropajes de un caballero del siglo XIX.Al cumplir los dieciocho, nuestro muchacho regresó a Boston, y  en el caluroso verano de 1805, en la boda de su hermana Emma. se puso hielo en las bebidas; su hermano William comentó allí en broma: «menos mal que hemos podido disfrutar del hielo de nuestro estanque de Rockwood», y entonces surgió la idea: si se pudiera transportar este hielo a las Indias Occidentales, se vendería muy bien, acordándose de las fatigas que él había pasado en su último viaje a La Habana.

Y-dicho y hecho- al cumplir los 22 años Frederic Tudor decidió que, si no se podía refrescar el clima de los trópicos almenos llevándoles hielo podríapaliar los sofocos de sus habitantes y decidió cosechar el hielo invernal de aquel estanque de «Rockwood» y exportarlo a las cálidas costas del Caribe. Su primer experimento estaba a 2.400 kilómetros al sur, en la colonia francesa de la Martinica pero nadie se tomó en serio la idea de nuestro joven emprendedor y no encontró a ningún armador que quisiese transportar aquel hielo en su barco; así es que compró el bergantín «Favorite» por 4.750 dólares y con  este barco mandó a su hermano William a la Martinica el 10 de Febrero 1806 con un cargamento de hielo de aquel estanque de Rockwood. El periódico ‘Boston Gazette‘ se tomó a broma aquella aventura e informó en  estos términos: «Un barco con 80 toneladas de hielo ha dejado el puerto con destino Martinica. Esperemos que esto no resulte ser una especulación resbalosa » 

Así bromeaban los columnistas de aquel diario pero el asunto no era broma ni se habían enviado 80 toneladas sino 130 que embaladas en heno sobrevivieron a un viaje de tres semanas desde Custom House al muelle de St. Pierre, Martinica. Al arribar allí en Marzo de 1806 William no pudo encontrar ni un lugar adecuado para almacenar su hielo ni compradores para el mismo por lo que aquel viaje fue un rotundo fracaso y Frederic Tudor vio como sus beneficios se fundían rápidamente perdiendo 4.000 dólares en aquella aventura.

Sin embargo tuvo una buena idea y fue la de ofrecer degustaciones gratuitas de su hielo a personajes distinguidos de la isla a los que les servía bebidas en vasos de cristal con sus ‘cubitos‘. Así pronto mucha gente se entusiasmó por las ‘bebidas frías‘ y además convenció a dueños de bares y restaurantes para que vendieran ‘bebidas con hielo‘ enseñándolos también a fabricar helados. Tras aquella promoción y sin arredrarse por su primer fracaso, nuestro hombre embarcó 240 toneladas de hielo a la Habana al año siguiente.

Perosiguió sin obtener beneficios porque el embargo de 1807 y la guerra de 1812 dañaron el mercado naval americano y pusieron su negocio al borde del caos.Con pérdidas acumulándose año tras año, Tudor acabó dos veces en prisión por deudor moroso pero no se rindió. Lo primero que hizo fue construir recintos para conservar su hielo en los puertos y a base de ensayo y error, descubrió que el serrín evitaba su derretimiento mejor que el heno. Para los nuevos almacenes jugó con múltiples diseños, hasta decantarse finalmente por una estructura de doble carcasa con serrín de pino con cámara de aire entre dos paredes de piedra. Luego pudo comprobar que muchos barcos salían de Boston con las bodegas vacías para cargar en el Caribe y esto le daba la oportunidad de negociar ‘precios bajos’ para transportar el hielo.Además el mismo era una materia prima gratuita a la que solo había que cargar el coste de los trabajadores que lo sacaban y otra de sus necesidades ‘el serrín‘  era otro producto de coste cero que la economía de Nueva Inglaterra generaba en grandes cantidades como desperdicio de las compañías madereras y un excelente aislante para el hielo. Una  combinación de cosas que no costaban casi nada –hielo y serrín y barcos vacíos que salían hacia otros países, convirtieron su idea en un negocio floreciente 

Luego se unió a Nathaniel Wyeth, uno de sus proveedores, que inventó un sistema para cortar el hielo de los lagos que consistía en “arar” el mismo en los lagos congelados con unas cuchillas tiradas por caballos que marcaban surcos paralelos de 10 centímetros de profundidad tras lo cual los trabajadores hacían agujeros en ese hielo e introducían sierras para cortar bloques de tamaño 60×60 centímetros. 


Aquella innovación reemplazó el anterior laborioso proceso de sacar el hielo con picos, cinceles y sierras, y permitió su producción a gran escala

Y además aquellos bloques uniformes se podían almacenar juntos entre sí para minimizar la fusión, y teníanuna apariencia más limpia, lo que hacía que el producto fuera más fácil de vender. 

Pero ¿de dónde sacaba Tudor su hielo? Nos lo cuenta Henry David Thoreau un excéntrico pastor trascendentalista que en una ocasión se encontraba en una cabaña en el lago de Walden Pond en Concord, Massachusetts durante el duro invierno de 1856 

Ubicación del lago Walden Pond 

Aquel hombre al mirar un día por la ventana de su rústica cabaña vió a 100 irlandeses rompiendo el hielo de aquel lago congelado; eran los trabajadores de la ‘Compañía de Hielo Tudor‘ que empezaban a sacar 10.000 toneladas de hielo del mismo para ser embarcado a lugares tan lejanos como Carolina del Sur, Louisiana o la India. Aquel hombre bromeaba en el diario «Walden«: «Los sofocantes habitantes de Charleston y Nueva Orleans, de Madras y Bombai y Calcuta, beben el agua de mi pozo«pero- por supuesto- quienes usaban ese hielo en sus bebidas no sabían que también se estaban tomando el agua de la bañera de Thoreau.

Y así fue como el hielo cortado en los lagos y ríos de Nueva Inglaterra se transportaba por barcos a todo el mundo. No sólo fue hasta las Antillas sino a lugares tan lejanos como América del Sur, Persia, India y las Indias orientales. Tudor llegó a embarcar un cargamento de hielo de 180 toneladas en un viaje de 26.000 km de Boston a Calcuta en el año 1833 y el hielo cristalino de Nueva Inglaterra causó una enorme sensación allí. 

En la década de 1840 el comercio del hielo ya atravesaba todas las rutas del globo y se vendía al por menor en todas las ciudades como una materia prima tan común como el trigo, el café o el maíz. El lago Wenham en Massachusetts llegó a ser mundialmente famoso por la claridad de su hielo y no había en Londres o París una mesa aristocrática que no contara en sus fiestas con hielo de aquel lago. 

La reina Victoria otorgó a Tudor una Real Cédula de proveedor de la Casa Real y en 1849 sus envíos ya ascendían a 150,000 toneladas de hielo. Cuando nuestro personaje murió en 1864 ya llegaban sus envíos a 53 puertos de varias partes del mundo y su negocio había cambiado la vida y los hábitos de muchas personas en todo el mundo. En ciudades como Nueva York, dos de cada tres casas recibían hielo a domicilio diariamente y al momento de su muerte Tudor había amasado una fortuna equivalente a más de 200 millones de dólares 

  • Y el hijo 

Como afirma Brian Morgan, profesor de desarrollo de la capacidad empresarial en la Universidad Metropolitana de Cardiff, Gales: «en general, un 40% de las habilidades empresariales pueden adscribirse al ADN«. Por eso ahora hablaremos del hijo de gran aquel emprendedor. También se llamaba Frederic Tudor, pero-siendo hijo del «rey del hielo«-  fue pionero de la «calefaccion por vapor«. ¿Puede haber destinos más dispares que frío y calor? Pues si pero en todo esto hay un denominador común: la genética emprendedora transmitida de padre a hijo.

La «calefaccion por vapor» es una variante de los sistemas de calefacción en el que el caloportador es agua en fase de vapor en lugar de agua en fase líquida. El ‘negocio del hielo’ ya se había acabado pero el nuevo Frederic estaba interesado en el confort y la comodidad de los ciudadanos y hacia 1880 desarrolló un sistema que mejoraba la calefacción por radiación directa. Su invención fue patentada en los EE.UU. con la patente no. 185.146 y era un radiador donde el agua era calentada por el vapor. El dibujo de este radiador lo explica muy claramente y muestra el regulador de aire de este sistema que permite la regulación de calor sin necesidad de tener que manipular las válvulas. Se instaló en el Hotel Cluny y en un edificio de oficinas en Boston y aún está en uso hoy en día.

El primer radiador con aire inyectado (US Patent No. 185,146)

El caso de los Tudor nos muestra lo que es la ilusión de desarrollar proyectos propios.¿Que había en común entre aquel  padre y su hijo? Pues que ninguno se conformó con lo que heredaba . Ya lo dijo Francis Bacon: “un hombre sabio se crea más oportunidades de las que encuentra.” En otras palabras: si los demás no te dan las oportunidades que necesitas, debes de creártelas tú mismo. 

Fuentes:

Frederic Tudor

El rey del hielo

Refrigeration and Air Conditioning,” Richard C Jordan & Gayle B Priester, 1956